1+1 suman más de dos
1+1 suman más de dos
Ser parte de un equipo no es lo mismo que colaborar como equipo. Un equipo de fútbol es de hecho un equipo, pero eso no lo hace un buen equipo de por sí. Tampoco es infrecuente encontrar personas que conviven muchas horas al día, pero que se tratan como extraños y aún como enemigos.
Lo que lleva a un equipo a ser efectivo es mucho más que ponerlos juntos, darles una meta, o unas instrucciones. “Ser equipo” es la disposición de las personas que lo integran de reconocer el valor que aporta cada uno de los miembros al conjunto, su complementariedad, y su capacidad de compartir la información cara al resultado.
Los entornos colaborativos exigen el reconocimiento y la confianza. Esta confianza requiere empatía, reconocer los motivos de la otra persona, comprender sus posiciones e intereses, y dar valor a su aporte y a su diversidad.
No existe una receta para lograr que un equipo sea exitoso. Existen sí buenos hábitos que favorecen el crecimiento y la efectividad de un equipo. En primer lugar tener en cuenta que se trata de una relación dinámica e interdependiente, en la que los miembros del equipo reconocen su mutuo aporte. Este mutuo reconocimiento lleva a la colaboración. Me sé necesitado de otros, y necesitado por los otros.
En un entorno altamente competitivo y cada vez más digitalizado, se tienden a debilitar los canales de mutuo reconocimiento y colaboración. Me resisto a compartir información porque me resta poder o da herramientas a mis competidores, internos y externos. Interpreto un correo electrónico según mi estado de ánimo, extrapolando interpretaciones que no son objetivas. Esto genera un trabajo por silos que ralentiza la comunicación, a la vez que crea barreras para la confianza.
En una cultura electrónica es mucho más conveniente enviar un correo que subir a su oficina, organizar una conferencia telefónica que tener un almuerzo. Es cierto que los medios electrónicos facilitan la comunicación y bajan gastos, pero existe por otro lado un contacto humano que enriquece las relaciones, y que trasmite un “calor” difícil de percibir a la distancia.
La innovación procede igualmente de un intercambio de ideas, de un diálogo que va y viene de manera rápida, creativa, interpersonal, incluso lúdica. Esta dinámica es difícil de igualar en un correo electrónico o en la conferencia telefónica, donde no es extraño que los interlocutores “estén en otra cosa” a la vez.
Hay que aprovechar las nuevas tecnológicas, pero no hay que perder de vista que ser equipo es algo mucho más profundo que coincidir o hablar frecuentemente. Es un espíritu de complementariedad y mutua necesidad, donde uno más uno suman más de dos.
German Céspedes
ESDE School of Management