2009 al carajo
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 18 diciembre, 2009
2009 al carajo
Algunos no querrán ni siquiera recordar los duros momentos que nos dejó 2009, la simple palabra crisis le pone los pelos de punta a más de uno.
Pero aparte de los malos tragos, hay importantes moralejas para descifrar que contienen un sinfín de mensajes positivos.
Para empezar, este año vimos cómo más de medio siglo de políticas económicas, que nos hablaban del mercado como una instancia infalible y capaz de resolverlo todo, se fue al carajo.
Este sinsabor dejó una profunda cicatriz que ha ayudado a repensar más sobre la necesidad de regular el mercado y buscar que este sea más distributivo y equitativo, en especial entre quienes tienen mucho y quienes tienen poco.
Por supuesto que valió la pena vivir todo el drama de 2009, si ayudó a entender que no hay mejor negocio para un país que resolver el tema de la pobreza.
El potencial desperdiciado en más de un millón de costarricenses esperando oportunidades no debiera ser un tema político electoral para barnizar campañas vacías de contenido.
Atender la pobreza es un asunto de voluntad, y de procurar que la función pública vuelva a tener mística, espíritu de servicio y no de egocentrismo.
La codicia que infló peligrosas burbujas económicas debe tener un límite. Las desmesuradas ansias por lucrar y dominar tuvieron nefastos resultados, que dejaron hasta a la más grande potencia mundial postrada.
Hoy los países del autoproclamado G20 o primer mundo miran por encima del hombro a las pequeñas naciones subdesarrolladas como la nuestra.
Simplemente nos consideran inferiores, involucionados, incapaces de subsistir por cuenta propia. Señalan sin escrúpulos nuestras heridas abiertas, millones de seres humanos viviendo en miseria y abandonados a las más crueles circunstancias de la naturaleza, pero principalmente de la explotación de los propios hombres.
En sus miramientos intentan evadir su responsabilidad directa en la destrucción industrializada del planeta, su megalomanía nuclear y su modelo insostenible de desarrollo.
Sin embargo, si hubo algo positivo de esta crisis fue detectar una tendencia que con éxito están exportando al resto del orbe.
Me refiero a la pobreza inmaterial, a esos millones de seres humanos “desarrollados”, que a pesar de tener resuelta por demasía sus necesidades materiales, deambulan por las grandes metrópolis, deprimidos y llenos de un profundo vacío existencial, que el dinero no puede llenar.
Feliz Navidad y Año Nuevo a todos.
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