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2020: ¿Reactivación Económica?

Manuel Zúñiga García mazuga5@gmail.com | Viernes 28 febrero, 2020

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El año pasado, la economía se impregnó de incertidumbre, aún latente. En este contexto, cabe preguntarse ¿hay reactivación económica? Creemos que no, porque los datos dan cuenta de un repunte de la economía en general.

En el 2019, la producción creció 2,1% (en 2018 2,7%), merced a exportaciones, servicios de comunicación, empresariales y manufactura. La construcción y minas, aún contraídas; en cambio, el agro y comercio ya repuntan. Para este año se espera un crecimiento de 2,5%.

El Gobierno anunció un Plan de “Reactivación” Económica (septiembre 2018). El Indicador Mensual de Actividad Económica, su tasa interanual en enero del 2017 fue 4,1% y en mayo del 2019 fue 1,2%. En ese lapso la economía creció, pero a menores tasas, reflejando desaceleración económica (fatiga económica). Esa tasa viene levantando y en diciembre fue 2,8%.

No hay reactivación porque la economía, como un todo, no ha estado ni en recesión ni en depresión. Reactivar es poner a funcionar algo que estaba desactivado. La economía viene fatigada, pero no ha dejado de funcionar. La reactivación es para superar una recesión o depresión. Eso de reactivación no calza, más bien confunde. ¿Por qué? Porque en un proceso de reactivación el desempleo bajaría, las actividades irían boyantes y se respiraría más confianza. Por lo tanto, tenemos un repunte económico.

Mientras la autoridad monetaria dijo ver una recuperación más clara, la evidencia, según lo expresado por varios sectores, no es conteste. La encuesta de Actualidades (UCR) halló que en el 2019 los hogares contrajeron el gasto en ropa y zapatos en un 39%, comidas fuera del hogar, 33% y la recreación 29%. También, un 35% de los hogares tiene un miembro con intención de emprender; pero, el 38% desconoce las políticas públicas para pymes. Se destacó una deficiente comunicación de las autoridades competentes.

El crédito dirigido a los hogares se estancó en el 2019. La construcción decreció 12% y se perdieron 11 mil empleos. Los comerciantes desconfían de la recuperación anunciada por el Gobierno. Los agricultores reclaman al Gobierno el cumplimiento de acuerdos previos.

El sistema financiero debería bajar tasas y ¢600 mil millones yacen parqueados en inversiones, debiendo convertirse en créditos. Vean estas dos perlas: el 40% de las microempresas dice que su principal necesidad es el crédito; y, de los que desean emprender, el 62% no lo hace por falta de recursos.

Entonces, ¿cuál reactivación? A otro prójimo con esa trama. El plan pudo llamarse de promoción o de fomento económico, en fin. Debió tener al menos dos partes: una, que aliviane el fardo de trámites que tiene secuestrada la actividad económica; y, otra, de medidas económicas complementarias.

La autoridad monetaria redujo encajes y la tasa de política monetaria para estimular el crédito, conllevando más endeudamiento. A la par, los reguladores, reclasificaron unos 63 mil deudores, posibilitándoles más crédito. Curiosamente, Zapote emitió la Directriz Nº 59 (en octubre), instruyendo a los bancos públicos diseñar planes de salvamento crediticio para desinflamar el endeudamiento. En ese mes, la banca pública lanzó créditos para comprar vehículos eléctricos y recién para la feria de vivienda. Por un lado, hay medidas para estimular el endeudamiento y por otro, para desestimularlo. ¿Diay, entonces?

El mandatario compartió en su red social un escrito en donde puso que éramos sus “jefes (as)”. Siendo así, le instruimos presente perentoriamente: a) el avance del plan de “reactivación” económica; b) un plan para mejorar la calificación riesgo país; c) un plan contra evasión y elusión (dada la cacareada trazabilidad del IVA); d) ordenanza de bajar tasas a la banca pública; e) un plan de amnistía crediticia para aliviar el sobre endeudamiento familiar (así como hubo amnistía tributaria); y, f) un plan de entendimiento ejecutivo con sectores productivos para su mejor desempeño.

Manuel Zúñiga García

Economista






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