Audaz o arriesgado...
Fred Blaser - | Miércoles 29 febrero, 2012
Las zonas francas pagarían impuestos, o no
Audaz o arriesgado…
Tienen que contribuir, es la apuesta de Fernando Herrero y Ottón Solís
Las empresas de zona franca costarricenses estarían dispuestas a pagar el impuesto sobre la renta, creen Fernando Herrero y Ottón Solís.
El plan de gravar esas empresas, propuesto por el Ministro de Hacienda y el exlíder del Partido Acción Ciudadana, representa una apuesta audaz.
Puede además ser arriesgada.
Por un lado, el hecho de que esas empresas paguen el impuesto sobre la renta podría producir una cantidad significativa de dinero para Costa Rica.
Por otro lado, el plan causaría una pérdida de cientos de millones de dólares en inversiones, junto con decenas de miles de puestos de trabajo, si las empresas de zona franca decidieran no operar en el país.
Actualmente, estas empresas pagan los beneficios laborales de los empleados.
Pero no pagan el impuesto sobre la renta, ni los tributos territoriales a las municipalidades locales.
El as con que juegan Herrero y Solís, es que para estas empresas Costa Rica es más atractiva, que cualquiera de varios países, que compiten por las inversiones tipo zona franca.
El activo más importante de Costa Rica para atraer a esas compañías consiste en la gente educada, que trabaja por un salario razonable.
La estabilidad política es otra ventaja, además de que nuestra ubicación geográfica también ayuda.
Costa Rica se encuentra a tan solo una corta distancia de Estados Unidos, donde está la mayoría de las sedes de las empresas, que tienen operaciones de zona franca.
Si Herrero y Solís están en lo cierto, las operaciones de zona franca pagarían un impuesto sobre la renta modesto se trata del 15% con el fin de beneficiarse de las cualidades especiales de Costa Rica.
En lo que respecta a los ingresos, un tributo de esta clase puede producir una cantidad significativa de dinero.
Muchas de las operaciones locales de zona franca que consisten principalmente en la importación de piezas, su ensamblaje, y la exportación del producto terminado generan utilidades sustanciales.
Las principales empresas de las zonas francas costarricenses en 2010 exportaron los productos, por un valor conjunto de alrededor de $4.838 millones.
Mientras tanto, el valor de las piezas, que las mismas empresas importaron, era de $3.400 millones.
Si las compañías tuvieran que pagar el impuesto sobre la renta costarricense, podrían además deducir los gastos locales, sobre todo mano de obra, alquileres, y energía.
Sin embargo, el valor de estos gastos por lo general no excede un 20% del costo del material importado, o sea $680 millones.
En este caso, la utilidad colectiva de estas empresas en 2010 habría sido de unos $758 millones.
Con una tasa del 15%, el impuesto sobre la renta de esta utilidad es de $113 millones.
La recaudación anual de más o menos esta cantidad de dinero, ayudaría a un sector público, que durante los últimos dos años registró un déficit promedio de $1.680 millones, mientras es probable que pierda un monto similar en 2012.
Al mismo tiempo, Herrero y Solís están haciendo una apuesta arriesgada.
Un impuesto sobre la renta del 15% quizás no afectaría mucho las finanzas de las empresas de zona franca.
Pero ese monto es un 15% más que las compañías pagan, en comparación con las zonas francas de otros países, con los cuales Costa Rica compite.
Mientras tanto, ninguno de esos países obliga a las empresas a presentar información confidencial a las autoridades locales de tributación, lo cual sería un dolor de cabeza para ellas, si tuvieran que reportar sus ingresos locales.
Es cierto que Costa Rica tiene muchas cualidades atractivas.
Pero los uruguayos, al igual que los costarricenses, son bien educados y laboran por un precio razonable.
Los trabajadores colombianos tienden a ganar más que sus homólogos costarricenses.
Pero igual cuentan con una buena educación.
Mientras tanto, los costos de energía son generalmente más bajos en Colombia, que —al igual que Costa Rica— está bien ubicado geográficamente, para efectos del transporte entre aquel país y Estados Unidos.
Tenemos que tomar en cuenta también a Panamá, que es menos competitivo que Costa Rica en varios aspectos, sobre todo educación.
Por otro lado, Panamá tiene bajos costos de mano de obra, y cuenta con excelente infraestructura vial, aérea y marítima.
En todos esos países, es más fácil iniciar y manejar un negocio que en Costa Rica, donde casi todos los pasos que una empresa tiene que hacer, implican navegar por un laberinto burocrático.
Si la apuesta de Herrero y Solís es acertada, Costa Rica aumentaría sus ingresos, gravando a las zonas francas.
Si se equivocan, el costo de la pérdida de inversión y de los puestos de trabajo, podría ser mayor que el valor de los impuestos recaudados, ya que las empresas deciden invertir en otros países.
¿Nos sentimos con suerte?
Bernal Rodríguez
brodriguez@larepublica.net
Fred Blaser
Co Presidente
República Media Group
Audaz o arriesgado…
Tienen que contribuir, es la apuesta de Fernando Herrero y Ottón Solís
El plan de gravar esas empresas, propuesto por el Ministro de Hacienda y el exlíder del Partido Acción Ciudadana, representa una apuesta audaz.
Puede además ser arriesgada.
Por un lado, el hecho de que esas empresas paguen el impuesto sobre la renta podría producir una cantidad significativa de dinero para Costa Rica.
Por otro lado, el plan causaría una pérdida de cientos de millones de dólares en inversiones, junto con decenas de miles de puestos de trabajo, si las empresas de zona franca decidieran no operar en el país.
Actualmente, estas empresas pagan los beneficios laborales de los empleados.
Pero no pagan el impuesto sobre la renta, ni los tributos territoriales a las municipalidades locales.
El as con que juegan Herrero y Solís, es que para estas empresas Costa Rica es más atractiva, que cualquiera de varios países, que compiten por las inversiones tipo zona franca.
El activo más importante de Costa Rica para atraer a esas compañías consiste en la gente educada, que trabaja por un salario razonable.
La estabilidad política es otra ventaja, además de que nuestra ubicación geográfica también ayuda.
Costa Rica se encuentra a tan solo una corta distancia de Estados Unidos, donde está la mayoría de las sedes de las empresas, que tienen operaciones de zona franca.
Si Herrero y Solís están en lo cierto, las operaciones de zona franca pagarían un impuesto sobre la renta modesto se trata del 15% con el fin de beneficiarse de las cualidades especiales de Costa Rica.
En lo que respecta a los ingresos, un tributo de esta clase puede producir una cantidad significativa de dinero.
Muchas de las operaciones locales de zona franca que consisten principalmente en la importación de piezas, su ensamblaje, y la exportación del producto terminado generan utilidades sustanciales.
Las principales empresas de las zonas francas costarricenses en 2010 exportaron los productos, por un valor conjunto de alrededor de $4.838 millones.
Mientras tanto, el valor de las piezas, que las mismas empresas importaron, era de $3.400 millones.
Si las compañías tuvieran que pagar el impuesto sobre la renta costarricense, podrían además deducir los gastos locales, sobre todo mano de obra, alquileres, y energía.
Sin embargo, el valor de estos gastos por lo general no excede un 20% del costo del material importado, o sea $680 millones.
En este caso, la utilidad colectiva de estas empresas en 2010 habría sido de unos $758 millones.
Con una tasa del 15%, el impuesto sobre la renta de esta utilidad es de $113 millones.
La recaudación anual de más o menos esta cantidad de dinero, ayudaría a un sector público, que durante los últimos dos años registró un déficit promedio de $1.680 millones, mientras es probable que pierda un monto similar en 2012.
Al mismo tiempo, Herrero y Solís están haciendo una apuesta arriesgada.
Un impuesto sobre la renta del 15% quizás no afectaría mucho las finanzas de las empresas de zona franca.
Pero ese monto es un 15% más que las compañías pagan, en comparación con las zonas francas de otros países, con los cuales Costa Rica compite.
Mientras tanto, ninguno de esos países obliga a las empresas a presentar información confidencial a las autoridades locales de tributación, lo cual sería un dolor de cabeza para ellas, si tuvieran que reportar sus ingresos locales.
Es cierto que Costa Rica tiene muchas cualidades atractivas.
Pero los uruguayos, al igual que los costarricenses, son bien educados y laboran por un precio razonable.
Los trabajadores colombianos tienden a ganar más que sus homólogos costarricenses.
Pero igual cuentan con una buena educación.
Mientras tanto, los costos de energía son generalmente más bajos en Colombia, que —al igual que Costa Rica— está bien ubicado geográficamente, para efectos del transporte entre aquel país y Estados Unidos.
Tenemos que tomar en cuenta también a Panamá, que es menos competitivo que Costa Rica en varios aspectos, sobre todo educación.
Por otro lado, Panamá tiene bajos costos de mano de obra, y cuenta con excelente infraestructura vial, aérea y marítima.
En todos esos países, es más fácil iniciar y manejar un negocio que en Costa Rica, donde casi todos los pasos que una empresa tiene que hacer, implican navegar por un laberinto burocrático.
Si la apuesta de Herrero y Solís es acertada, Costa Rica aumentaría sus ingresos, gravando a las zonas francas.
Si se equivocan, el costo de la pérdida de inversión y de los puestos de trabajo, podría ser mayor que el valor de los impuestos recaudados, ya que las empresas deciden invertir en otros países.
¿Nos sentimos con suerte?
Bernal Rodríguez
brodriguez@larepublica.net
Fred Blaser
Co Presidente
República Media Group