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¡Ladrones, sinvergüenzas!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 27 diciembre, 2013


Las gentes están votando con enojo y por enojo. O sea es un voto pasional e irreflexivo motivado por el estereotipo que antes describí


Sinceramente

¡Ladrones, sinvergüenzas!

El electorado está revuelto. La indecisión de cerca de un 26% es en estos momentos el segundo partido de preferencia electoral. Las gentes, a pesar de los 11 candidatos inscritos, sienten que no hay por quién votar. El lema de “siempre los mismos” ha calado hondo. El lema de “políticos tradicionales” ha calado aún más profundo. La acusación producto de los juicios mediáticos que señalaron la “corrupción de los políticos” es el estribillo de la campaña para la gente llana.
Son los mismos de siempre, son los partidos y políticos tradicionales y son una “manada de corruptos”, es la frase que más he escuchado referida a los candidatos a la presidencia y a la Asamblea Legislativa. ¿Quién va a querer votar por ese estereotipo? Las gentes están votando con enojo y por enojo. O sea es un voto pasional e irreflexivo motivado por el estereotipo que antes describí. No se miden consecuencias.
¿Quién va a querer votar por los corruptos de siempre?
Todo lo cual nos lleva a un conflicto político muy serio con consecuencias mayores en el modelo de país, en el de desarrollo, en el del estado de la legalidad. ¡Por enojo no elegiremos a los tradicionales! ¡Por enojo no vamos a votar por los mismos de siempre! ¡Por enojo no vamos a votar por los que son ladrones! Vamos a votar en consecuencia por quienes “no tenemos rabo que nos majen” independientemente de lo que piensen o quieran hacer.
Esta decisión electoral tiene que ver con modelo país, con desarrollo, con pobreza, pero tiene mucho más que ver con los negociados que han sido denunciados, no necesariamente probados, pero que han encabritado a las gentes contra “los de siempre” y su modelo de legalidad, apertura, y desarrollo.
Es curioso como el mensaje popular de renovación de caras, personas, estilo y moralidad, no logró permear a los líderes políticos de Costa Rica, ni tampoco a los partidos. Con la derrota de “los corruptos” y “los de siempre” se podría producir la derrota del modelo que ellos sostienen, del modelo de legalidad, apertura, propiedad, y desarrollo actuales. Los partidos y el liderazgo nacional están íntimamente ligados en la mente del pueblo con el sistema actual, como para que sobreviva a los que ya han sido condenados.
Creo que en febrero vamos a una confrontación por honestidad, a una por modelo, por justicia social, por pobreza, por hambre de muchos, pero sobre todo por rechazo visceral a los actos presuntos de deshonestidad, que sin haber sido probados, han generado una hemorragia mortal en la clase política nacional. Los juicios mediáticos y el magnicidio de algunos, que otros creyeron poder aprovechar a su favor dentro de los mismos partidos, terminaron por descabezar a la clase política nacional. ¡Y se pueden llevar entre las patas al sistema!
La renovación si no se da ahora podría darse en el 2018. ¡Estamos votando furiosos! ¡Furiosos elegiremos! Alto costarricenses, pensemos mejor. En cólera no se toman las mejores decisiones.

Emilio Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net

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