¿A mí con déjà vu? ¡Dejame ver a la Sele!
Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 24 junio, 2014
"El gol es el orgasmo del fútbol" (Galeano)
¿A mí con déjà vu? ¡Dejame ver a la Sele!
Dice el cliché tanguero que veinte años no es nada. La verdad es que desde el sábado en que debutó la Selección de Costa Rica con Uruguay, pasando por el viernes ante Italia y esperando el broche de oro de hoy confirmo que es así.
"La única religión que no tiene ateos, exhibe a sus divinidades".
Hace veinticuatro años, cuando debutamos en Italia 90 frente a Escocia escogí ver el partido con don Enrique. En el viejo almacén, el que daba a la calle que lleva al Pacífico y está cruzando la calle de donde hoy tengo mi oficina. Era lunes.
Nos juntamos con quienes entonces trabajaban en el negocio que llevaba el nombre de mi abuelo, en torno al escritorio de mi tío para verlo en un tele de aquellos que dejaban clara la distancia. Se sentía la emoción colectiva de sabernos finalmente en un Mundial, pero también la ansiedad por saber qué depararían los siguientes noventa minutos. Atrevimiento de Marchena, taco de Jara y Cayasso de atrás para gritar colectivamente GOL y abrazarnos todos.
"El gol es el orgasmo del fútbol."
Incredulidad que duró hasta que el árbitro decidió terminar aquello. Incredulidad cuando me despedí de papá y tomé el carro para ir por unos amigos a celebrar. Recuerdo bien ir en mi viejo Vocho camino a Tibás escuchando a Javier Rojas en el AM del radio (no tenía FM) y realizar lo que estaba pasando. Recuerdo también cómo me brotaron lágrimas cuando tuvo la ocurrencia de poner la Patriótica Costarricense para acompañar su ronca voz.
Tomar, ya con mis amigos, la Avenida Segunda y ver ese tumulto que se abalanzaba sobre el carro en la esquina de la Catedral. Sentir miedo, emoción y alegría todo junto y de frente a lo inesperado que nos regalaba la vida.
No sé cómo llegamos a Los Yoses. Creo que por aquellas instituciones que por entonces eran Río, Antojitos y Valerios. No había celulares, nos movíamos por intuiciones y por la emoción de encontrar más amigos. De abrazarnos y celebrar. Recuerdo dejar el Vocho a un costado de Río y sumarnos a ese mar de gente que se desbordó, por vez primera, en la Fuente de la Hispanidad. Recuerdo ser muy feliz.
"En el fútbol, ritual sublimación de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la ciudad o la nación".
El sábado con Uruguay decidimos ver el partido en casa. Solos. Mucha la emoción pero previendo un ambiente pesado para este cuarentón que carga con mujer y tres hijos. No me puedo sentar por la maldita ansiedad.
Perdemos pero salimos jugando, la tocamos bien. Bolaños abre con Gamboa y este centra. Campbell la baja de pecho y con determinación nos pone otra vez a soñar. GOL. Abrazo ahora a mi Quique que insiste en ver mi cara para confirmar que son lágrimas. De nuevo.
Contra Italia volví a la escena del crimen contra Escocia. Del otro lado de la calle pero igualmente acompañado de familia y colaboradores. Se corta la misma anticipación aunque esta vez percibo más convencimiento por el Sí Se Puede que ya nos hemos tatuado en el alma futbolística. Gigante se levanta Brayan y gritamos todos de nuevo. Una sola voz. Esta vez es Jime la que quiere constatar las lágrimas.
Seguimos soñando. Las citas son de Galeano que es un gran uruguayo.
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