Abundancia, desperdicio y hambre
Candilejas candilejas.cultura@gmail.com | Jueves 25 junio, 2020
¿Cambiaremos después de esta pandemia? ¿La grave crisis nos enseñará a ser mejores seres humanos? ¿Habremos aprendido?
En la tierra, en los mares, en el cielo, el impacto de los humanos en la naturaleza es devastador, dijo la ONU hace un año. (bbc.com 6- 6-2019).
La población mundial se ha duplicado desde 1970, la economía mundial se ha cuadruplicado y el comercio internacional se ha multiplicado por 10.
Sin embargo, cada año se tiran 1.600 millones de toneladas de alimentos globalmente. Es un tercio del total de la producción.
Para alimentar, vestir y dar energía a este mundo en expansión, los bosques se han talado a velocidad asombrosa, especialmente en áreas tropicales.
La comida que se desperdicia causa el 8% de las emisiones de gases del efecto invernadero. En el mundo, mientras tanto, 870 millones de personas sufren hambre o desnutrición.
Aunque la información ha sido compilada por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas y expuesta en un documento de 1.800 páginas, sin un profundo cambio en la cultura de los humanos, todo seguirá igual o peor.
La buena noticia es que podemos cambiar esto sin dejar de tener una alta calidad de vida y hasta sintiéndonos más felices.
Se pueden encontrar soluciones a los distintos inconvenientes en la cadena que va desde el productor al plato, y por la cual se multiplican los alimentos que se echan a perder.
Nos alimentamos en muchos casos con productos que provienen de lugares alejados del mundo, mientras que un organizado y eficiente apoyo al productor local nos puede proveer lo necesario y lograr un aprovechamiento total, sin desperdicio.
En los países desarrollados, la comida se echa a perder en los comercios y los hogares de los consumidores, que la tiran porque compran de más o porque no les gusta.
Un necesario cambio en la cultura del consumo, podría abrir la ventana a un horizonte esperanzador y viable. No viviremos peor ni mejor por ello. Solo seremos mejores humanos.
Hoy se le exige al productor que frutas y verduras deban tener determinado tamaño y color, y esto hace que el resto. que no califica, vaya a parar a veces a la basura.
En realidad todas, independientemente del tamaño, tienen cualidades nutritivas y podrían ser ofrecidas al consumidor que desee adquirirlas por un menor precio.
Ni hablar, por conocido, del enorme beneficio de consumir productos cultivados localmente de manera orgánica.
Entra aquí el grado de conciencia y buena voluntad de los negocios donde se venden estos productos.
Es decir, pequeños grandes cambios que a gran escala cambiarían la situación del planeta y sus habitantes.
Un comercio justo que podría identificarse y ser rápidamente apoyado por consumidores conscientes.
Como ejemplo de innovación, el sitio https://sindesperdicio.net/es/ llama la atención acerca de que “En América Latina y el Caribe se pierden y desperdician cada año 127 millones de toneladas de alimentos. El 34% de todo lo producido.”
Este fenómeno acontece en un contexto donde 42 millones de personas sufren de sub-alimentación aguda.
“Una menor pérdida y desperdicio de alimentos conduciría a un uso más eficiente de la tierra y una mejor gestión de los recursos hídricos, lo que tendría un efecto positivo en los medios de vida y en la lucha contra el cambio climático”, dice la FAO.
Corresponde a cada país la responsabilidad de encontrar el mejor camino para el necesario cambio. Y cada persona, con sus hábitos de consumo, es responsable también de ello.
#QuedateEnCasa
Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz
Editores jefes y Directores de proyectos
candilejas.cultura@gmail.com
carmenj.candilejas@gmail.com
Fuentes:
recogido de
https://www.infobae.com/america/mundo/2018/08/23/cada-vez-se-desperdician-mas-alimentos-en-2030-se-tiraran-6-toneladas-por-segundo/,
https://www.bbc.com/mundo/noticias-48176068
y elaboración propia