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Acecho a la democracia

Ennio Rodríguez ennio.rodriguez@gmail.com | Martes 26 junio, 2018


Acecho a la democracia

The Economist Intelligence Unit reporta que, en 2017, 89 países sufrieron un deterioro democrático, mientras que solo 27 mejoraron su situación. En general, una economía que sufre deterioros generalizados o para proporciones importantes de la población, va a tener consecuencias políticas. La Gran Recesión 2008-9 fue profunda y las políticas económicas para contrarrestarla, contradictorias, lo cual prolongó sus efectos. Estados Unidos tuvo una vigorosa reacción keynesiana en sus políticas fiscales y monetarias, regresó a la austeridad fiscal antes de tiempo, pero Bernanke (presidente de la Reserva Federal) mantuvo la política monetaria expansionista más vigorosa de los tiempos modernos. La Unión Europea mantuvo su compromiso con la austeridad fiscal, dado el peso de Alemania y el temor a la inflación que sufrió producto de los años treinta. El Banco Central fue cauto inicialmente, luego su presidente, Mario Draghi, siguió el ejemplo estadounidense, pero varios países habían caído en profundas crisis. Con ello la recesión fue, en general, más profunda y ha tomado más tiempo a las economías superarla. Sabemos que la fe en la democracia se debilita si la economía no genera empleos o si entra en procesos hiperinflacionarios. Así, no es de extrañar que, como reporta The Economist, la democracia viene en retroceso desde la Gran Recesión de 2008-9, incluso en países ricos.

El otro fenómeno económico que ha generado temor es el proceso de automatización creciente en todos los sectores de la economía, lo cual ha acarreado que el crecimiento genere menos empleos que antes y una brecha creciente en los ingresos de quienes pueden tomar los puestos calificados de la nueva economía y los que se quedan rezagados en puestos de baja calificación o, incluso, abandonan la fuerza laboral desanimados. Mucho se les ha atribuido al comercio internacional y a los tratados internacionales de libre comercio, pero, la verdad, su efecto es menor comparado con el cambio tecnológico. El discurso antiglobalización tuvo más asideros ideológicos que cuantitativos. Lo cierto es que el impacto en el empleo de la Gran Recesión y de las políticas económicas que la sucedieron, así como de la generalización de innovaciones (un proceso que continuará por décadas) producto de la IV Revolución Tecnológica, han generado temor e incertidumbre.

El otro fenómeno que ha contribuido a generar temor han sido las migraciones, cuyas magnitudes y consecuencias negativas han sido fuertemente exageradas por líderes políticos con tendencias autocráticas. Así, ha sido una de las causas de la erosión de la democracia en Polonia, aunque las migraciones sirias solo cruzaron Polonia en su ruta hacia Alemania. A su vez, los polacos que aparecieron hasta en los más remotos poblados del norte de Inglaterra fueron una de las armas a favor del Brexit. En fin, factores económicos reales o imaginarios, o sociales también reales o imaginarios, han sido el combustible para la otra parte de la ecuación de la erosión de la democracia. Esta es la manipulación por parte de líderes de realidades y mentiras construidas a partir de alguna evidencia real o aparente para justificar sus fines autoritarios. Otro ejemplo es la Turquía de Erdogan; quien guio a su país hacia la integración con la Unión Europea, pero, ante el rechazo europeo, tuvo un viraje autoritario acelerado a partir del intento de golpe de Estado, supuestamente dirigido por una secta musulmana Gulen y los conflictos históricos con la minoría kurda y definió así a los enemigos internos a reprimir. Erdogan se transformó de aspirante a liberal europeo a autócrata de nuevo cuño. Ejemplos más tropicales incluyen la explicación del desastre en la gestión económica en Venezuela, supuestamente causado por el imperio y sus cómplices internos, explicación propia del realismo mágico para justificar la transición a la dictadura por parte de la camarilla gobernante. Supuestas izquierdas y derechas no se diferencian en sus procesos hacia el autoritarismo.

Una de las consecuencias de la globalización de la información ha sido el aprendizaje de los líderes con tendencias autocráticas sobre los procesos y secuencias a seguir para minar las bases de un estado democrático con base en las experiencias de otros países. En general, este será más fácil cuanto mayor sea la debilidad institucional. Así, The Economist ha detectado fases que parecen repetirse en muchos casos, aunque alerta contra el peligro de sobresimplificación: primero, ocurre una crisis y aparece un líder carismático que promete la salvación; segundo, el líder define a los enemigos; tercero, debilita a las instituciones independientes; para, finalmente, cambiar las leyes electorales para que sea más difícil sacarlo del poder. Es en esta última fase cuando el sistema político del país deja de ser democrático.

No podemos sino recordar a Erich Fromm y su explicación del surgimiento del nazismo: crisis económica, desempleo e hiperinflación, temor y la frustración del resultado de la Primera Guerra y del Tratado de Versalles, aparece el líder carismático que definió el enemigo (los judíos y otras minorías), para debilitar la democracia y conducir a Alemania al Holocausto y la Segunda Guerra. Pero en el fondo, dice Fromm, el nazismo se explica por el temor a la libertad de quienes están dispuestos a escuchar al falso mesías y a seguirlo en su proyecto autocrático.

Hubo un proceso generalizado de fortalecimiento de la democracia, aunque no sin altibajos y a pesar de la expansión soviética, desde el final de la Segunda Guerra. Pero a partir de la Gran Recesión, este proceso parece haber encontrado un movimiento pendular en dirección opuesta. Sin temor a la libertad, los demócratas debemos reconocer los métodos y estrategias de los líderes autocráticos para salir en defensa de los fundamentos de la democracia con el vigor que la historia demanda.

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