Lo que mata a los padres de forma definitiva, es el hecho de dejar de admirarlos como un niño y verlos como lo que realmente son
AD ASTRA, Una carta para un padre
Ad Astra cuenta la historia de Roy Mcbride, un astronauta que vive debajo de la imagen de su padre
Contribuidor - Kevin Fernández redaccion@larepublica.net | Lunes 23 septiembre, 2019
"El que no mata al padre, muere", metáfora que utilizó Freud para expresar el momento en el que las personas maduramos y le encontramos un nuevo significado a la figura de los padres.
No se trata solo de salirse de la casa o que te dejen de ayudar económicamente para completar los gastos personales del mes, el acto de valentía, y lo que mata a los padres de forma definitiva, es el hecho de dejar de admirarlos como un niño y verlos como lo que realmente son: una persona con sus defectos y sus virtudes; un proceso que puede ser complejo y doloroso si no estamos preparados para aceptar y asumir una nueva verdad.
En Ad Astra (hacia las estrellas), James Gray retrata este proceso a través de ciencia ficción, el silencio introspectivo y las imágenes que buscan lo esencial.
Ad Astra cuenta la historia de Roy Mcbride (interpretado por Brad Pitt), un astronauta que vive debajo de la imagen de su padre (interpretado por Tommy Lee Jones), quien también es astronauta y es considerado por la mayoría como una leyenda navegando en el sistema solar.
Después de un incidente en una estación en el espacio, Roy debe de viajar hasta Neptuno para encontrar a su padre perdido y descubrir un misterio que amenaza la existencia humana; sin embargo, la misión en las profundidades del espacio se va transformando en un viaje sobre el descubrimiento de uno mismo.
John Truby recuerda en su libro, Anatomía del guion, que en las historias hay dos tipos de fantasmas; el primero y más común es un acontecimiento del pasado que todavía le ronda al protagonista en el presente.
El fantasma es una herida abierta que funciona a menudo como la fuente de debilidad psicológica y moral del protagonista.
También, podemos pensar en ese fantasma como el adversario interno del personaje principal, pues es un miedo muy profundo que obstaculiza sus acciones.
A nivel estructural, el fantasma actúa como contra deseo; el deseo del protagonista le empuja hacia delante, su fantasma le lleva hacia atrás.
El dramaturgo, Henrik Ibsen, describió este paso estructural como navegar con un cadáver en la bodega.
En Ad Astra, el fantasma no solo se encuentra en la figura del padre, sino también en el peso de la masculinidad; el astronauta no solo lucha entre el deber y su padre, sino también entre permanecer en su burbuja emocional o acercarse al mundo.
Sin embargo, esa burbuja es herencia de su padre, una persona ensimismada quien, de manera simbólica, se muestra como una nave dañada e imposible de acoplar.
Durante el viaje, Roy constantemente se ve obligado a realizar los mismos errores de su papá; poco a poco, va comprendiendo que, para encontrar el fin de su soledad, tiene que perderse y adentrarse en la oscuridad entre dos puntos: el hogar y su padre.
En Solaris, Andrei Tarkovsky utilizó la ciencia ficción para interpretar los conflictos internos de una trama sobre la desilusión; James Gray la utiliza para explorar los conflictos sobre una masculinidad tóxica.
La película es honesta, sin presumir en lo visual ni siquiera en las escenas de acción como la persecución de los piratas lunares.
El director prefiere irse por el camino de la intimidad de su trama y el silencio introspectivo de su personaje.
Ad Astra es una carta de amor para un padre en un espacio donde existe la misma importancia en una mirada como en las estrellas, quizá porque en el espacio no podemos vivir o sentir una sin la otra.