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Administración Solís: ni gallina ni tortuga

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 17 septiembre, 2015


La Administración Solís no logra asemejarse a la gallina, cacareando logros

Administración Solís: ni gallina ni tortuga

Con frecuencia hago referencia a un símil: los gobernantes deben ser un híbrido entre una gallina y una tortuga. La gallina pone un huevo —uno solo— pero lo cacarea tanto que motiva a buscarlo, quien lo encuentra grita eufórico al verlo y todos lo reconocen. La tortuga actúa diferente, llega de noche a desovar, a oscuras hace un hueco, pone cientos de huevos y los cubre con arena para que no sean vistos, luego se marcha en silencio y la marea borra su huella de la playa.
El 14 de setiembre, en Cartago, el presidente Solís pidió reconocimiento —cacareo— para sus “aciertos”, los cuales podrían tener dos diferentes orígenes. Primero, ser logros de una continuación de políticas incrementales de la Administración Pública costarricense, tan pisoteada por algunos en estos días, siendo una de las mejores de América Latina, pero ha cargado con el desprestigio y la apatía de redefinición de algunos sindicados, cuando debe mejorar y actualizarse para fortalecerse.
Las políticas incrementales son propias de la rutina de una institucionalidad establecida y sólida, con personal de experiencia en objetivos y temáticas de su gestión. Las que inclusive podrían dar resultados aun sin dirección superior: presidente, ministros, presidentes ejecutivos y más, por ser políticas públicas de larga data, establecidas, presupuestadas y promovidas por gobiernos anteriores.
El segundo posible origen de los “éxitos” de la Administración Solís estaría en el impulso de nuevas iniciativas, que vengan a engrosar las políticas públicas nacionales con originalidad y con acierto en la solución de los diversos problemas nacionales. Para este segundo caso, el éxito del reconocimiento estaría en una comunicación política asertiva con el ciudadano.
La comunicación política asertiva de un gobierno debe tener como mayor comunicador al Presidente de la República, que, con claridad, sencillez y conocimiento de las necesidades, debe expresar con constancia lo que siente, piensa y sueña para la nación. Paralelamente debe ser el director de orquesta que afina y dirige a su gabinete por el camino correcto de las metas trazadas.
Solís ha adolecido de comunicación política asertiva, tanto con su primer Ministro de la Presidencia como con el segundo, tanto sin o con Ministro de Comunicación; ellos no han logrado articular al resto de gabinete en lo que piensa y quiere el Presidente, partiendo de la premisa que este se los ha transmitido.
Ahora bien, ¿es culpa de los “músicos” o del “director de la orquesta”? Pienso que del segundo, pues no se puede dirigir sin proyecto, sin sueños y sin horizontes, sin estos ingredientes no existirá la inspiración propia que motive al éxito. Quien no inspira, no gobierna, si acaso administra.
El buen político está obligado a poner muchos “huevos” como la tortuga, pero debe cacarearlos tanto como la gallina, puesto que en política las obras no hablan por sí solas, ni pueden ser imaginación. La Administración Solís no logra asemejarse a la gallina, cacareando logros, más cuando en su mayoría son resultado de políticas incrementales propias de nuestra administración pública, su “marca” no es percibida, tal y como lo muestran todas las encuestas públicas o privadas. Además, el tiempo corre inexorablemente y difícilmente logrará, como la tortuga, poner muchos “huevos”.
 

Claudio Alpízar Otoya

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