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¿Airbus A350 o avión planeador?: De momento, en escala de reactivación

Alejandra Esquivel alejandra.esquivel.guzman@gmail.com | Jueves 24 enero, 2019


En Costa Rica las pymes representan “la puntada gruesa” del tejido empresarial de la economía, y el sector privado el motor de empleo costarricense. La importancia demostrada de las pymes no supone un caso aislado como eslabón clave en las economías, al tiempo que las deficiencias en la infraestructura para el impulso de su competitividad tampoco es un asunto aislado en países subdesarrollados.

La estrategia oficializada en esta administración, de reactivación económica del país, parece tener sentido desde un punto de vista técnico y con ella, la observación de resultados dependerá de la ruta de implementación que se lleve a la práctica, en la que la dinamización visible e inclusiva a todo el sector privado debe gestionarse desde un esfuerzo diario, constante, sostenible en su planteamiento (el qué), su forma (el cómo), su tiempo (el cuándo)… si se tiene la convicción de causar desarrollo económico o al menos reactivación de la economía a través de competitividad del sector privado (el porqué).

La realidad nacional en materia de impulso al sector privado no es inútil, aunque sigue siendo insuficiente. Investigaciones, foros, discursos políticos y/o técnicos, proyectos y esfuerzos en ejecución, han procurado canalizar soluciones estructurales, materializar cambios y construir sobre retos que se tienen claramente identificados y que respecto al reto que plantea su impulso, siguen siendo abordados proporcionalmente “bien” desde el porqué y el qué, y con notorias carencias desde el cómo y el cuándo… El sector privado costarricense, máxime las mipymes del país siguen resistiendo a esta realidad.

Sin limitarse a ellos, es claro que el principal actor con capacidades para mitigar los factores internos que limitan la competitividad de cada unidad productiva es el o los tomadores de decisión de más alto nivel de la misma empresa. Ejemplo de dichos factores son recurso humano poco calificado, incipiente gestión gerencial, cadena de valor débil, limitada capacidad tecnológica, técnicas tradicionales de promoción comercial… Por su parte, el Gobierno sigue siendo el actor principal con capacidad para incidir sobre los factores externos que afectan la competitividad de la empresa privada, que van desde el acceso a la financiación en condiciones competitivas, pasando por el ambiente de negocios que ofrece el país, hasta el marco vigente de políticas públicas (que afectan la competitividad empresarial) y macroeconómicas… La conjugación del esfuerzo de ambos actores principales dentro del sistema, es lo que permite hablar de reactivación económica a través del sector privado.

Para dar sostenibilidad a la reactivación económica desde una visión micro y macro, en función del cómo y el cuándo, el sistema debe priorizar el desarrollo tecnológico como pilar transversal a la competitividad en el contexto actual y, ante la capacidad económica limitada (recursos para reinversión y acceso a financiamiento) de las pymes para adaptarse a los retos digitales, en este particular, si realmente el sector privado es un factor de quiebre para el desarrollo económico costarricense y por su parte la inversión en infraestructura tecnológica hacia las pymes, emprendida desde el Gobierno, se ve limitada por la salud actual de las finanzas públicas del país, la “salida” de peso más viable que encuentro para atender este reto, es desde la promoción con mayor seriedad de una economía colaborativa sectorial que promueva beneficios como economías de escala a partir del desarrollo de procesos productivos eficientes conseguidos a través de esfuerzos conjuntos que al igual que cualquier otro modelo podría tener sus adeptos y sus adversarios, pero que es la ruta de acción que sugiero no desestimar por algunas de las razones mencionadas anteriormente.

La evidencia internacional muestra que la estrategia de competitividad centrada en costos sigue vigente mas no es suficiente para que como país, se consiga reactivación económica sin estrategias competitivas que afecten elementos diferenciadores sobre el diseño de productos, medios de difusión de servicios e innovación en cuanto a comercialización de productos, recopilación de información masiva que permita conocer a gran escala la evolución del negocio del que se participa, automatización de procesos repetitivos a base de innovación tecnológica trascendental, economía circular… La estrategia de competitividad basada en costos ha opacado la estrategia de diferenciación de productos a pesar de que la segunda lleva también muchísimos años sobre la mesa, probablemente por un asunto de menor complejidad de la primera respecto a la segunda. En esta materia, son las empresas que han apostado a una combinación de estrategias, las que han logrado no solo sostenibilidad sino evolución/adaptación en el tiempo y hacer de dicha evolución una constante en sus negocios, lo que de nuevo, para la siguiente década no me resulta sostenible sin una estrategia significativamente digital.

La dinámica económica del futuro se construye en el presente. El destino está claro, la diferencia entre el vuelo de cinco o 60 horas tiene una diferencia innegable en costo y calidad. Si nos inclinamos por una opción poco eficiente, el viaje será tan abrumador que aunque consigamos llegar al destino, para entonces nos daremos cuenta no solo que estamos muy agotados para disfrutar el resto del viaje, sino que otros llegaron mucho antes a esa escala y para entonces el siguiente vuelo ya habrá salido… De nuevo tocará subirnos en vuelos que a la larga terminan siendo mucho más costosos: Costa Rica tiene experiencia previa… ¿Queremos motores de reactivación económica con tecnología de punta u obsoleta? La reactivación económica no es el fin, sino un medio, una escala en la que debemos decidir cómo llegaremos al destino siendo competitivos y diferenciándonos del 80% que con el 80% de los esfuerzos, seguirá consiguiendo solo el 20% de los resultados. 






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