Alajuelense y el síndrome de la caja fuerte
Walter Herrera wherrera@larepublica.net | Lunes 22 julio, 2019
Alajuelense inició su camino en el Apertura 2019 visitando a un rival incómodo en una cancha incómoda, donde apenas alcanzó conseguir un empate a un gol.
Con las miradas de su afición y las de sus rivales, los leones querían demostrar su nuevo modelo de juego, con el nuevo técnico, Andrés Carevic y fichas adicionales al engranaje.
Sin embargo, un gol de Frank Zamora, a los 28 minutos, le complicó el manejo del juego a los rojinegros, que con un gol en contra, tenían que nadar contra marea para empatar rápido y buscar la victoria.
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Así lo hicieron durante la primera parte, rotando el balón de un lado al otro hasta que encontraron el espacio con Ariel Lássiter, quien abrió la cabaña guadalupana al 43’.
Para la segunda mitad, los erizos fueron víctimas de un síndrome que no solo los afecta a ellos, sino al resto de equipos “grandes” en el mundo cuando juegan contra un rival de menor poderío.
El síndrome de la caja fuerte.
Este es el que utilizan los rivales de menor peso para evitar a toda costa la derrota; y que con doble cerrojo y una combinación casi indescifrable, consiguen dormir un encuentro y cansar a su rival que tanto intentó abrir el compartimiento.
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En los siguientes 45 minutos, Alajuelense lo intentó por todos lados.
Allen Guevara y Ariel Lássiter buscando dañar con su velocidad, Alex López con sus remates de larga distancia y Jonathan McDonald y Róger Rojas dentro del área en busca de una oportunidad que al final no llegó.
La Liga de Carevic deberá romper cerrojos, e idear un plan para contrarrestar este síndrome que podría traerle fuertes dolores de cabeza a lo largo del torneo.