ANALISIS-Más multas, menos muertos
Fred Blaser - | Miércoles 07 marzo, 2012
ANALISIS
Fuertes castigos compensan poco control vial
Más multas,menos muertos
Sin embargo, no deberían exagerar las penas
Las grandes multas son el camino correcto para hacer frente a los serios problemas en las carreteras.
Al mismo tiempo, son exagerados los castigos propuestos por la Ley de Tránsito, como proporción del ingreso de los costarricenses.
Además, hay varios aspectos de la propuesta ley, que le otorgan demasiado poder al Estado, mientras no le exigen suficiente responsabilidad.
El propósito de la ley, actualmente empantanada en el Congreso, es proteger a las personas en las carreteras.
En un país, que tiene poco presupuesto para contratar más inspectores de tránsito, es sabio aplicar castigos fuertes.
De este modo, el chofer sabe que, aunque la probabilidad de ser sorprendido cometiendo una infracción es baja, las consecuencias serían duras.
De hecho, la experiencia enseña que las multas fuertes funcionan.
Muestra de ello es que las muertes en el sitio del accidente se redujeron un 15% de 2007 al año pasado, mientras los accidentes de tránsito en general pasaron de 69 mil a 53 mil al año.
En este mismo periodo, la máxima sanción pasó de ¢20 mil a ¢460 mil.
El monto perfecto para una multa es el mínimo que cause que el chofer maneje de forma responsable, para no tener que pagarla.
No hay forma de saber exactamente cuál es ese monto.
Por otro lado, la intención de la ley en ningún momento debería ser la de arruinar económicamente a la persona que cometa una infracción.
En este contexto, los montos cobrados en los últimos años, así como los propuestos en el proyecto de ley, son altos.
Un chofer que gira un U, o que dobla a la izquierda en un lugar donde la señal lo prohíbe, pagaría una multa de ¢280 mil.
Pero esto es más de la mitad del poder adquisitivo promedio mensual de un costarricense.
Otra categoría de infracciones, como irrespetar una señal, llevan sanciones de ¢189 mil, el cual también es un monto alto, en relación con el ingreso típico.
En el caso de otro tipo de infracción, como no utilizar el cinturón, o hablar por celular mientras uno conduce, la multa propuesta es de ¢94 mil.
Desde luego, no hay ninguna razón por la cual una persona viaje en un carro, sin abrocharse el cinturón, o que maneje y a la vez utilice un celular.
No obstante, la multa propuesta representa la quinta parte del sueldo promedio costarricense.
En comparación, casi ningún país aplica multas tan fuertes, calculadas como porcentaje del ingreso del habitante.
En el estado de California, la multa por doblar ilegalmente a la izquierda es de $318, lo cual equivale solamente al 8% del poder adquisitivo mensual promedio de un norteamericano.
En Canadá, la multa por esta infracción es de $85, o sea tan solo el 3% del valor del sueldo mensual del canadiense promedio.
La ley también debería moderarse, cuando se trata de condiciones que son difíciles de cumplir para los conductores, que son arbitrarias, o tengan que ver con áreas en las cuales el propio Estado es deficiente.
En un país donde los conductores en una carretera con dos carriles en cada sentido, suelen andar por el lado izquierdo, no debería imponerse ninguna multa a quien adelante por el costado derecho, tal como se propone.
De lo contrario, la ley debería sancionar a quienes les gusta invadir el carril de ascenso, y así entorpecer la fluidez de las autopistas.
En lo que a la arbitrariedad se refiere, la ley impondría una multa fuerte, a quien irrespete una señal.
Sin embargo, no es loable darle a un oficial de tránsito el mismo poder de sancionar, en el caso de alguien que pare completamente, antes de proceder con cautela, así como el de otro, que irrespete un semáforo en rojo, sin ni siquiera desacelerar.
Tampoco es correcto que el Estado sancione con multas elevadas el exceso de velocidad, mientras no construya carreteras decentes.
En la mayoría de las vías nacionales, la velocidad máxima a menudo varía cada varios cientos de metros, sin ni siquiera la señalización adecuada, que permita al chofer estar atento al cambio.
Hay otras deficiencias en el proyecto de Ley de Tránsito.
Sin embargo, el hecho de que se impongan multas fuertes por actuaciones peligrosas, no es una de esas.
La única pregunta es, ¿cuán fuertes deben ser?
Luis Alberto Muñoz
lmunoz@larepublica.net
Fred Blaser
Co Presidente República Media Group
Fuertes castigos compensan poco control vial
Más multas,menos muertos
Sin embargo, no deberían exagerar las penas
Las grandes multas son el camino correcto para hacer frente a los serios problemas en las carreteras.
Al mismo tiempo, son exagerados los castigos propuestos por la Ley de Tránsito, como proporción del ingreso de los costarricenses.
Además, hay varios aspectos de la propuesta ley, que le otorgan demasiado poder al Estado, mientras no le exigen suficiente responsabilidad.
El propósito de la ley, actualmente empantanada en el Congreso, es proteger a las personas en las carreteras.
En un país, que tiene poco presupuesto para contratar más inspectores de tránsito, es sabio aplicar castigos fuertes.
De este modo, el chofer sabe que, aunque la probabilidad de ser sorprendido cometiendo una infracción es baja, las consecuencias serían duras.
De hecho, la experiencia enseña que las multas fuertes funcionan.
Muestra de ello es que las muertes en el sitio del accidente se redujeron un 15% de 2007 al año pasado, mientras los accidentes de tránsito en general pasaron de 69 mil a 53 mil al año.
En este mismo periodo, la máxima sanción pasó de ¢20 mil a ¢460 mil.
El monto perfecto para una multa es el mínimo que cause que el chofer maneje de forma responsable, para no tener que pagarla.
No hay forma de saber exactamente cuál es ese monto.
Por otro lado, la intención de la ley en ningún momento debería ser la de arruinar económicamente a la persona que cometa una infracción.
En este contexto, los montos cobrados en los últimos años, así como los propuestos en el proyecto de ley, son altos.
Un chofer que gira un U, o que dobla a la izquierda en un lugar donde la señal lo prohíbe, pagaría una multa de ¢280 mil.
Pero esto es más de la mitad del poder adquisitivo promedio mensual de un costarricense.
Otra categoría de infracciones, como irrespetar una señal, llevan sanciones de ¢189 mil, el cual también es un monto alto, en relación con el ingreso típico.
En el caso de otro tipo de infracción, como no utilizar el cinturón, o hablar por celular mientras uno conduce, la multa propuesta es de ¢94 mil.
Desde luego, no hay ninguna razón por la cual una persona viaje en un carro, sin abrocharse el cinturón, o que maneje y a la vez utilice un celular.
No obstante, la multa propuesta representa la quinta parte del sueldo promedio costarricense.
En comparación, casi ningún país aplica multas tan fuertes, calculadas como porcentaje del ingreso del habitante.
En el estado de California, la multa por doblar ilegalmente a la izquierda es de $318, lo cual equivale solamente al 8% del poder adquisitivo mensual promedio de un norteamericano.
En Canadá, la multa por esta infracción es de $85, o sea tan solo el 3% del valor del sueldo mensual del canadiense promedio.
La ley también debería moderarse, cuando se trata de condiciones que son difíciles de cumplir para los conductores, que son arbitrarias, o tengan que ver con áreas en las cuales el propio Estado es deficiente.
En un país donde los conductores en una carretera con dos carriles en cada sentido, suelen andar por el lado izquierdo, no debería imponerse ninguna multa a quien adelante por el costado derecho, tal como se propone.
De lo contrario, la ley debería sancionar a quienes les gusta invadir el carril de ascenso, y así entorpecer la fluidez de las autopistas.
En lo que a la arbitrariedad se refiere, la ley impondría una multa fuerte, a quien irrespete una señal.
Sin embargo, no es loable darle a un oficial de tránsito el mismo poder de sancionar, en el caso de alguien que pare completamente, antes de proceder con cautela, así como el de otro, que irrespete un semáforo en rojo, sin ni siquiera desacelerar.
Tampoco es correcto que el Estado sancione con multas elevadas el exceso de velocidad, mientras no construya carreteras decentes.
En la mayoría de las vías nacionales, la velocidad máxima a menudo varía cada varios cientos de metros, sin ni siquiera la señalización adecuada, que permita al chofer estar atento al cambio.
Hay otras deficiencias en el proyecto de Ley de Tránsito.
Sin embargo, el hecho de que se impongan multas fuertes por actuaciones peligrosas, no es una de esas.
La única pregunta es, ¿cuán fuertes deben ser?
Luis Alberto Muñoz
lmunoz@larepublica.net
Fred Blaser
Co Presidente República Media Group