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¿Autopista? a Caldera

Nuria Marín nmarin@alvarezymarin.com | Lunes 22 junio, 2009



Creciendo junt@s
¿Autopista? a Caldera

Por meses, quienes transitamos por el trayecto Escazú-Ciudad Colón sentíamos que cualquier inconveniente se justificaba por el resultado final. El movimiento de la maquinaria, los trabajos incluso en horas de la noche, la ampliación de puentes, nos estimulaban a pensar que al fin tendríamos nuestra primera carretera de calidad mundial.
Nos enorgullecía poder presenciar la superación de más de 25 años de obstáculos a la tan ansiada carretera hacia Caldera. En la psique colectiva se trataba ni más ni menos del inicio de una nueva era de infraestructura vial.
En el arte de soñar, cada uno interpretó lo que sería esta maravilla ingenieril. La simple inauguración (si debió haberla) fue un triste regreso a nuestra limitada realidad que de cara a tanta expectativa resultó en un verdadero balde de agua fría.
Confieso haber soñado con una autopista de tres carriles por sentido al menos de la Sabana a Ciudad Colón. Ingenuamente pensé también que daríamos un salto cualitativo a mayores niveles de seguridad vial con salidas y entradas de primer orden, la eliminación o al menos construcción de islas para paradas de autobuses (que además se respeten) y la instalación de los necesarios pasos peatonales. Ahora se da el absurdo de puentes donde casi no hay peatones omitiéndose lugares como Forum.
Atrás quedaron los sueños permaneciendo ante nuestras narices las anquilosadas y estructurales ineficiencias de nuestro país. Mientras que en otras naciones se construye anticipando necesidades en diez o 20 años, una de nuestras mejores obras tiene un diseño insuficiente y por ende predispuesto a colapsar.
Sin ser especialista en la materia, pero sí con experiencia de usuaria, detecto áreas de peligro como el ángulo de entrada a Escazú o bien la sorpresiva y monumental curva que se abre a los peajes en ruta San José-Santa Ana. Ojalá se estudie el caso y con ello se prevengan accidentes.
Agreguemos el sistema de fijación de tarifas y sistemas de pago. En un país en que las monedas son escasas y diversas y la rápida matemática aún más, una tarifa de ¢310 es un verdadero atentado al sentido común, al que se agrega la ineficiencia del banco HSBC único proveedor de pases electrónicos.
El monto parece excesivo y se ha cuestionado si fue hecho con base en un cálculo inactual e injusto de tráfico. Como país resulta un fracaso el que personas prefieran presas, gastar combustible, frenos etc. en carreteras alternativas al uso de la autopista.
Las debilidades de la carretera Escazú-Caldera junto a las terribles presas post levantamiento de la restricción vehicular por parte de la Sala Constitucional operan como punta de iceberg de un serio y urgente problema nacional como es la infraestructura vial.
Requerimos un profundo proceso de reingeniería que incluya procesos de planeamiento a largo plazo, implementación eficiente, sistemas de contratación oportunos y una aspiración de servicios de primer mundo. En juego están nuestra competitividad, nuestra salud y capacidad de prosperar.

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