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NACIONALES


Baja inflación, la meta

Oscar Rodriguez orodriguez@larepublica.net | Jueves 29 diciembre, 2011




Más flexibilidad cambiaria en 2012, anuncia Banco Central
Baja inflación, la meta
Déficit fiscal y endeudamiento estatal son las amenazas

Conseguir que la inflación del país sea de un 4% será la meta de política monetaria el próximo año.
Para lograr este objetivo habrá un control riguroso sobre el dinero que ingresa al país y una mayor flexibilidad cambiaria.
El crecimiento del déficit fiscal, el endeudamiento estatal y un efecto internacional adverso son las principales amenazas para conseguir el objetivo de la reducción del costo de la vida.
Las medidas del Banco Central para apegarse a su meta de inflación son limitar el ingreso de capitales especulativos y dejar que el mercado imponga el costo del dólar.
Para defenderse del dinero golondrina, fue establecida la retención de un 15% para los créditos a corto plazo hechos en el exterior.
En 2012 será cuando esta medida tenga su verdadero impacto, pues el ritmo de divisas desde el extranjero no ha disminuido.
Sobre el tipo de cambio, la expectativa del Central es mantener una posición como la de 2011, en la que la intervención sobre las bandas cambiarias fue mínima.
“El mercado se ha habituado al sistema y la presión que hubo durante los primeros seis meses del año bajó”, dijo Rodrigo Bolaños, presidente del Banco Central.
El jerarca confía en alcanzar la meta. Sin embargo, es consciente de que hay factores, principalmente internos, que amenazan su objetivo.
Las principales son el crecimiento del endeudamiento público y el déficit fiscal.
En 2012, el presupuesto del Gobierno central ascenderá a $11.500 millones, de los cuales el 45% será financiado con deuda.
Eso significa que casi $6 mil millones deberá obtenerlos en el mercado local, pues no cuenta con permiso para emitir bonos en el extranjero.
El resultado será que el Gobierno competirá con el sector privado para obtener dichos recursos.
El Estado será el ganador en esa carrera por el dinero, dado que promete mayores ganancias a los inversionistas por el uso de sus ahorros.
También el alto endeudamiento estatal presionaría al alza los bienes de consumo. El resultado sería volver a la inflación de más de un 10%, a 2016.
Al crecer más los gastos, frente a los ingresos, el déficit fiscal se dispararía hasta un 6% de la producción nacional.
Para contener el descontrol económico, el Banco Central subiría las tasas de interés encareciendo los préstamos.
El resultado final sería un crecimiento más lento de la producción nacional porque las empresas dejan de generar al no obtener financiamiento.
“Sin el ajuste fiscal, la tasa de aumento de los precios sería más alta y sostenida y podría ser hasta explosiva, o sea la inflación y sus costos sociales serían mayores y crecientes”, sostuvo Bolaños.
Esto, porque el déficit fiscal y la deuda pública aumentarían la inestabilidad económica y financiera.
Las tasas de interés subirían y bajaría la producción creando presiones inflacionarias.
Además, una situación fiscal altamente deficitaria provocaría un alza en las expectativas de inflación de los agentes económicos, que terminaría influyendo negativamente en la estabilidad de precios en el futuro, enfatiza el Central.
Otra de las amenazas es el efecto del aumento en el costo de los alimentos y los combustibles a nivel internacional.
“La baja inflación de los últimos años fue una situación especial a raíz de la situación mundial. No existen fundamentos para pensar que el costo de la vida siga igual”, explicó el economista Leiner Vargas.
La ralentización de la economía y la disminución del consumo explican la baja del costo de la vida.
“Esperar que la inflación sea baja es muy optimista porque además de los precios de la canasta básica, también suben los servicios, la educación, alquileres o los libros”, recalca Alfredo Puertas, analista de Estrategia Financiera.

Oscar Rodríguez
orodriguez@larepublica.net






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