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Buena dieta, comerse las palabras

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 19 diciembre, 2008


Buena dieta, comerse las palabras

Luis Alberto Muñoz
lmunoz@larepublica.net

Sin dudas el 2008, a punto de morir, ha sido un año de sorpresas, de acontecimientos económicos inesperados.
Pocos pudieron prevenir al mundo de la debacle financiera que se avecinaba, mucho menos de los cambios tan fuertes de ideologías.
A quienes pregonaban a los cuatro vientos que el mercado podía resolver casi cualquier vicisitud, que tanta regulación no era necesaria y que el Estado debía intervenir menos en la producción de la economía, el 2008 los mandó callar.
Nunca antes fue mejor aplicada la frase de Winston Churchill, muchas veces me he tenido que comer mis propias palabras y me he dado cuenta de que es una dieta balanceada.
En la primera potencia mundial, Estados Unidos, en cuestión de semanas, se enterraron más de 50 años de políticas económicas, recetas prescritas también para el tercer mundo.
Sin embargo, esto no significa que todo esté mal.
Como todo año viejo, es bueno sepultar lo que no sirve y tomar las buenas lecciones de esta crisis.
La mayoría de las economías responsables en el mundo han tomado la medida de aprobar paquetes de ayuda al sector bancario, con el fin de protegerse de un desastre financiero que podría generar un efecto dominó.
En Costa Rica la capitalización de los bancos estatales con recursos del fisco, es decir de los costarricenses, ya fue aceptada por el Congreso.
Pero, en un caso hipotético (como sí sucedió en EE.UU.), ¿estarían los contribuyentes nacionales dispuestos a dedicar parte de sus impuestos a capitalizar bancos privados?
Aquí es donde las ideologías se convierten en realidad, algunos dirán, qué bueno tener bancos estatales.
En todo caso, las lecciones de esta crisis no parecen llevar a pensar que debemos retroceder y volver a los tiempos de un Estado productor como en los 70.
Esto ya fue superado; sin embargo, el hecho de que Costa Rica mantenga una economía mixta y no del todo “neoliberalizada” parece haberla protegido contra efectos colaterales más severos.
Ahora el Estado tendrá que gastar (algo que puede sonar contradictorio), principalmente en infraestructura, con el fin de generar empleo, compensar la caída en la producción de los sectores más golpeados y tratar de sostener el derrumbe en las cifras sociales.
Pero estos remedios no podrán curar por sí solos la enfermedad, son nada más medidas paliativas. Se espera que el golpe en Norteamérica sea prolongado.
La vida es un poco más compleja que un simple panorama en blanco y negro.
Es posible que el 2009 esté lleno de más contradicciones ideológicas, de cambios de rumbo, de buscar soluciones en lugares descartados.
A final de cuentas lo más importante es la calidad de vida de los ciudadanos, aunque haya que seguir comiéndose las palabras por un buen rato más.
Feliz Navidad y Año Nuevo a todos.

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