Caminos de Bolaños hacia flotación cambiaria
Oscar Rodriguez orodriguez@larepublica.net | Viernes 30 diciembre, 2011
Seguirá el país ejemplo de Chile, Colombia, México y Brasil
Caminos de Bolaños hacia flotación cambiaria
Transformar el tipo de cambio permitirá lograr menor inflación
El proceso de transformación del sistema cambiario, hacia el cual va Costa Rica, es una ruta que otros países latinoamericanos comenzaron hace más de una década.
El país llega tarde. Pero tiene la ventaja de conocer los yerros y aciertos de las economías en esas naciones una vez hecho el cambio.
La flotación administrada (o sucia) es un sistema en el cual el valor del colón frente al dólar es ajustado por el sector privado mediante la oferta y la demanda.
Para evitar las fluctuaciones o ataques especulativos hacia la moneda nacional, hay intervenciones selectivas de compra o venta de divisas.
Los ejemplos a seguir es algo que Rodrigo Bolaños, presidente del Banco Central, tiene claro: México, Chile, Colombia y Brasil.
El objetivo primordial en estos países es tener una inflación baja, de un dígito, tarea que han logrado cumplir desde el inicio de la flotación.
¿Por qué baja la inflación con la flexibilización cambiaria? La razón es que cuando los países pasan a un régimen de flotación, los bancos centrales intervienen menos en la economía para inyectar liquidez en moneda local, lo que hace disminuir el costo de la vida.
Sin embargo, esta medida tuvo repercusiones. La moneda nacional se devaluó. Esto encareció las importaciones y los bienes comerciales.
A su vez, los bienes comprados en el exterior elevaron su precio. Pero favorece al sector exportador.
Al bajar el valor de la moneda local, el poder adquisitivo de las familias es reducido. Aunque esto es compensado con una inflación baja.
El sistema de flotación genera un aumento del riesgo cambiario que dificulta las decisiones de las familias y las empresas.
Sin embargo, esa vulnerabilidad ha sido corregida a través del desarrollo de mecanismos de protección con el uso de los seguros cambiarios.
Para que el sistema funcione, primero hay que sanear las finanzas públicas para que el Estado tenga “músculo” al momento de intervenir.
Así los bancos centrales podrán evitar los episodios de excesiva volatilidad o ataques especulativos.
A su vez, el país debe tener suficiente liquidez para responder a las exigencias del mercado.
Para ello, cuenta con herramientas de intervención como la compra y venta de divisas, la prohibición de ingreso de capitales (como en Chile) o establecer un encaje al dinero que entra a los países por un periodo corto.
La dificultad del Banco Central es que la economía costarricense es pequeña y muy abierta. Esto facilita el ingreso de capital golondrina y las herramientas para combatir esto son cada vez menos.
Para que las metas de inflación funcionen, es necesario que haya claridad y transparencia sobre los mecanismos de intervención. La credibilidad es básica.
“La herramienta más usada es la de la compra y venta de divisas. También hay reglas, divulgadas o no, con que el Banco Central puede tratar por algún tiempo determinado la tendencia en la divisa”, enfatiza Bolaños.
En el caso costarricense, las autoridades defienden que la economía aún no está preparada para dar el paso de las bandas cambiarias a la flotación.
La prioridad será entonces normalizar el mercado, porque la apreciación del colón ha sido nociva para la economía.
De los países modelo, solo México no contó con el tiempo para preparar el camino. Tuvo que hacer el cambio por un repentino ataque a su moneda con el ingreso masivo de flujos de capital. Al no poder defender el peso, lo dejó flotar. El resultado fue la crisis conocida como Efecto Tequila.
Oscar Rodríguez
orodriguez@larepublica.net
Caminos de Bolaños hacia flotación cambiaria
Transformar el tipo de cambio permitirá lograr menor inflación
El proceso de transformación del sistema cambiario, hacia el cual va Costa Rica, es una ruta que otros países latinoamericanos comenzaron hace más de una década.
El país llega tarde. Pero tiene la ventaja de conocer los yerros y aciertos de las economías en esas naciones una vez hecho el cambio.
La flotación administrada (o sucia) es un sistema en el cual el valor del colón frente al dólar es ajustado por el sector privado mediante la oferta y la demanda.
Para evitar las fluctuaciones o ataques especulativos hacia la moneda nacional, hay intervenciones selectivas de compra o venta de divisas.
Los ejemplos a seguir es algo que Rodrigo Bolaños, presidente del Banco Central, tiene claro: México, Chile, Colombia y Brasil.
El objetivo primordial en estos países es tener una inflación baja, de un dígito, tarea que han logrado cumplir desde el inicio de la flotación.
¿Por qué baja la inflación con la flexibilización cambiaria? La razón es que cuando los países pasan a un régimen de flotación, los bancos centrales intervienen menos en la economía para inyectar liquidez en moneda local, lo que hace disminuir el costo de la vida.
Sin embargo, esta medida tuvo repercusiones. La moneda nacional se devaluó. Esto encareció las importaciones y los bienes comerciales.
A su vez, los bienes comprados en el exterior elevaron su precio. Pero favorece al sector exportador.
Al bajar el valor de la moneda local, el poder adquisitivo de las familias es reducido. Aunque esto es compensado con una inflación baja.
El sistema de flotación genera un aumento del riesgo cambiario que dificulta las decisiones de las familias y las empresas.
Sin embargo, esa vulnerabilidad ha sido corregida a través del desarrollo de mecanismos de protección con el uso de los seguros cambiarios.
Para que el sistema funcione, primero hay que sanear las finanzas públicas para que el Estado tenga “músculo” al momento de intervenir.
Así los bancos centrales podrán evitar los episodios de excesiva volatilidad o ataques especulativos.
A su vez, el país debe tener suficiente liquidez para responder a las exigencias del mercado.
Para ello, cuenta con herramientas de intervención como la compra y venta de divisas, la prohibición de ingreso de capitales (como en Chile) o establecer un encaje al dinero que entra a los países por un periodo corto.
La dificultad del Banco Central es que la economía costarricense es pequeña y muy abierta. Esto facilita el ingreso de capital golondrina y las herramientas para combatir esto son cada vez menos.
Para que las metas de inflación funcionen, es necesario que haya claridad y transparencia sobre los mecanismos de intervención. La credibilidad es básica.
“La herramienta más usada es la de la compra y venta de divisas. También hay reglas, divulgadas o no, con que el Banco Central puede tratar por algún tiempo determinado la tendencia en la divisa”, enfatiza Bolaños.
En el caso costarricense, las autoridades defienden que la economía aún no está preparada para dar el paso de las bandas cambiarias a la flotación.
La prioridad será entonces normalizar el mercado, porque la apreciación del colón ha sido nociva para la economía.
De los países modelo, solo México no contó con el tiempo para preparar el camino. Tuvo que hacer el cambio por un repentino ataque a su moneda con el ingreso masivo de flujos de capital. Al no poder defender el peso, lo dejó flotar. El resultado fue la crisis conocida como Efecto Tequila.
Esperemos que Costa Rica haya aprendido al menos esta lección mexicana.
Oscar Rodríguez
orodriguez@larepublica.net