Carlos Meyer Baldó, el piloto venezolano que voló bajo las órdenes del “Barón Rojo” durante la Primera Guerra Mundial
Juan Francisco Alonso - BBC News Mundo | Sábado 21 septiembre, 2024
Hace 110 años el mundo entró en un conflicto como nunca antes.
La Gran Guerra o la Primera Guerra Mundial fue un enfrentamiento sin precedentes que abarcó a casi toda Europa y arrastró a países de varios continentes.
Sus efectos fueron devastadores: más de 10 millones de militares y 9 millones de civiles muertos. Asimismo, los bandos no solo lucharon por tierra y mar como en el pasado, sino que también lo hicieron en el aire.
Entre esos pioneros que combatieron en los cielos hay uno que, por su origen, no debía estar allí. Se trata de Carlos Otto Meyer Baldó, un venezolano que voló bajo las órdenes de Manfred von Richthofen, el As de la aviación germana que pasaría a la historia con el apodo del “Barón Rojo”.
¿Por qué Meyer terminó luchando en un conflicto en el que su país natal no era parte ni estaba involucrado? ¿Cómo se hizo piloto? Para responder estas preguntas BBC Mundo entrevistó a historiadores y consultó registros oficiales.
Una serie de casualidades
Meyer nació en Maracaibo, la capital del occidental estado Zulia (fronterizo con Colombia) el 21 de abril de 1895 en el seno de una familia acomodada y fue bautizado como Karl Otto (Carlos Otto).
Su padre, Johannes Ludwig Karl Meyer Groeve, era un comerciante alemán que se trasladó a finales del siglo XIX a Venezuela atraído por el entonces lucrativo negocio del café.
El empresario llegó como empleado de firmas dedicadas a la exportación de productos agrícolas, pero luego se convirtió él mismo en productor del preciado grano al adquirir grandes plantaciones cafeteras en la zona de Los Andes.
En Venezuela el emigrante conoció a María Amelia Baldó Jara, con quien se casó y tuvo a nueve hijos, de los cuales Carlos sería el quinto.
La participación de Meyer en el conflicto bélico la sellaría, sin intención, su propio padre, quien tras deshacerse del negocio cafetero se mudó con toda su familia de regreso a Alemania, más precisamente a Hamburgo.
“En 1914, cuando estalla la guerra, Carlos estaba en Alemania y como era ciudadano alemán fue llamado a tomar las armas, como ocurrió con todos los demás habitantes de ese país”, afirmó Clemente Balladares Castillo, quien ha escrito dos libros dedicados al personaje.
Con 18 años cumplidos se alistó en el III Escuadrón de Caballería Dragones Rey Karl I de Rumania y tras un breve entrenamiento fue enviado al frente ruso.
Sin embargo, en 1916 vuelve a Alemania, se lee en el libro "Historia de la Aviación Militar Venezolana".
En este momento otra coincidencia le abriría al joven las puertas al novedoso y peligroso mundo de la aviación castrense.
“Los soldados de clase media, como él, generalmente comenzaban en la caballería", explicó Balladares, quien pese a ser biólogo de formación, siempre le ha interesado la historia y dedicó más de una década a investigar en Venezuela, en Estados Unidos y en Alemania sobre el aviador.
"En la Primera Guerra Mundial la caballería empezó a perder relevancia debido a la aparición del tanque, de las ametralladoras y de otros avances tecnológicos. Y, por ello, muchas de las unidades de caballería fueron disueltas y sus miembros buscaron otros destinos: la Marina, por los submarinos; y sobre todo a la aviación”, agregó.
Con el “Circo Volante”
De vuelta en Alemania el ya teniente Meyer se enrola en la Escuela de la Aviación y sus andanzas por los cielos comenzaron como piloto de observación y de reconocimiento.
Su actuación en el frente francés le hizo merecedor de una condecoración y le permitió alistarse en el escuadrón de combate número 11 (Jasta 11), el cual buscaba nuevos pilotos.
A esta unidad se le conoce como el “Circo Volante”, por los colores llamativos con los cuales estaban pintados de los aviones que lo conformaban.
El aeroplano del líder del grupo, Manfred von Richthofen, era de color rojo intenso. Esto, junto al origen aristocrático del aviador explican porque ha pasado a la historia con el apodo del “Barón Rojo”.
El “Circo Volante” era la unidad élite de la naciente aviación militar germana, pues derribó 644 aviones con sólo 56 bajas. Y Meyer fue el único latinoamericano en formar parte de ella.
El propio Von Richthofen liquidó a 80 rivales en 58 enfrentamientos, antes de ser abatido sobre los cielos de Francia el 21 de abril de 1918, según datos del Museo de la Real Fuerza Aérea de Reino Unido.
Aunque en julio de 1917 fue herido por un piloto británico, Meyer se recuperó y probó ser un piloto de caza eficaz.
“Él tiene cuatro derribos totalmente confirmados (dos ingleses y dos franceses) y además se cree que logró destruir un avión estadounidense y un globo inglés, por lo que en algunos países se le puede considerar un as de la aviación”, afirmó Balladares.
La contribución del venezolano fue reconocida por las autoridades germanas, quienes le dieron dos cruces de hierro, máximas condecoraciones militares.
“Ser piloto de combate en ese momento no era como ahora, que los enfrentamientos se dan a kilómetros de distancia. En ese momento se luchaba a menos de 50 metros para poder dar en el blanco y los aviones eran de madera y de tela; y no había paracaídas. Los paracaídas apenas llegaron en 1917, en el último año de la guerra”, recordó Balladares.
De vuelta a casa
Pese a la perdida de Von Richthofen, el “Circo Volante” siguió, ahora bajo las órdenes de Hermann Göering, quien luego sería uno de los máximos líderes del régimen nazi. Y Meyer se mantuvo en la escuadra hasta el final de la guerra el 11 de noviembre de 1918.
Tras un breve período como instructor en la escuela germana de pilotos, el venezolano puso punto final a su carrera militar en tierras europeas y regresó a su casa a dedicarse a los negocios familiares.
Sin embargo, la inestabilidad política en la que se sumió Alemania luego de la conflagración lo obligaron a tomar las armas nuevamente para luchar contra grupos radicales que querrían derrocar a la República de Weimar, apuntó Balladares.
Pero a finales de la década de los 20 Meyer volvió a Venezuela.
“Por lo que he hablado con su familia, Meyer se carteaba con sus primos y uno de ellos, Lucio Baldó, lo convenció de que se regresara", explicó el biógrafo.
"Seguramente le habrá dicho que gracias al petróleo la economía venezolana estaba creciendo”, agregó.
En sus primeros años en Venezuela el aviador trabajó como profesor y administrador de una hacienda en Caracas.
En un evento social conoció a Florencio Gómez Núñez, uno de los hijos del general Juan Vicente Gómez, quien gobernaba el país con puño de hierro. El hijo del “Benemérito” fue uno de los impulsores de la fundación de la Fuerza Aérea Venezolana en 1920.
“Gómez Núñez era un apasionado de la aviación y, gracias a la amistad que entabló con él, Meyer ingresó a la Fuerza Aérea, con el rango de inspector e instructor, en 1931. Esto, a pesar de las objeciones que había en la época”, afirmó el coronel (r) César Sánchez.
¿Qué reparos había para que el veterano de la Gran Guerra ingresara a la novísima institución?
“La primera era precisamente su pasado: había servido a una potencia extranjera. Y la otra era que estaba un poco ido del vuelo (desentrenado). Meyer tenía más de una década sin volar y la tecnología había avanzado mucho”, agregó el expiloto militar y ahora profesor de derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Otro obstáculo era el Tratado de Paz de Versalles de 1919, el cual restringía la incorporación de los militares de las potencias derrotadas, entre ellos los alemanes, en cualquier otra Fuerza Armada (artículo 179).
No obstante, el respaldo de Gómez le abrió las puertas a Meyer y el gobierno venezolano lo envió a Estados Unidos para actualizarse y adquirir conocimientos que permitieran consolidar a la institución, que entonces era una dependencia del ejército.
Una demostración que terminó en tragedia
Pese a su probada experiencia y a su nueva formación, las autoridades militares no querían que Meyer volara y lo preferían en tierra sirviendo de ejemplo para los cadetes. No obstante, el oficial en más de una ocasión desobedeció y esto lo condujo a su muerte.
A primera hora de la mañana del 27 de noviembre de 1933 el aviador, junto al mecánico Héctor Arias, abordó en la ciudad de Maracay, a unos 100 kilómetros al oeste de Caracas, un Sterman C-3B, un avión biplano usado en la época para el entrenamiento de pilotos.
Y al realizar unas piruetas muy violentas el plano superior de la aeronave se desprendió y éste entró en barrena estrellándose contra el suelo. Los ocupantes murieron en el acto.
“El avión tenía una falla en su estructura y él no lo sabía”, afirmó Balladares.
La muerte de Meyer trascendió más allá de las fronteras venezolanas. Así el entonces jefe de la aviación nazi, Hermann Göering, envió una delegación a rendirle honores.
“Con emoción, por unirme al caído lazos estrechos de amistad y de sangre (…) os pido señores, que me acompañen inclinándose conmigo ante quien cumplió siempre su deber de soldado, acudiendo valerosamente entonces a defender su patria alemana y muriendo ahora al servicio de su patria venezolana”, fue el mensaje del entonces jefe de la Luftwaffe, reseñó la prensa local en la época.
“Él es un orgullo nacional (…) es el único as (de combate) que tiene Venezuela”, afirmó su biógrafo.
En similares términos se pronunció Sánchez, quien recordó que “la Aviación Militar tiene una condecoración al mérito llamada Carlos Mayer Baldó y varias dependencias de la institución han sido bautizadas en su honor”.
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