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Claves del liderazgo

| Jueves 06 febrero, 2014


El liderazgo más efectivo en nuestros tiempos no es el que se impone, sino el que se gesta naturalmente


Claves del liderazgo

Cuando pensamos en un líder generalmente imaginamos los atributos que lo caracterizan. Es alguien visionario, justo, inspirador, competente, entre otras cualidades. Pero el líder, más que destacar por ciertos atributos, está en ese lugar de liderazgo gracias a la relación que crea con aquellos a quienes impacta. Recientes estudios de las neurociencias han demostrado que nuestros cerebros están interconectados en una especie de WiFi neuronal. Nuestros cerebros reaccionan y responden recreando las emociones que observamos y percibimos en otros.
Además, principalmente aprendemos y nos desarrollamos a partir de otras personas. Pero nuestro cerebro no está en red con cualquier otro cerebro, sino con el de aquellos que nos importan y que tienen la capacidad de influir en nosotros, aquellos a quienes colocamos en un lugar de especial influencia en nuestras vidas.
Esto significa que líder puede ser cualquier persona, por un periodo largo de tiempo o por lapsos momentáneos. No se necesita una credencial particular, sino que alguien nos confiera ese lugar. Claro que el liderazgo puede imponerse por el miedo, la fuerza o la coacción. Pero sabemos que el más efectivo en nuestros tiempos no es el que se impone, sino el que se gesta naturalmente.
Siendo así, ¿qué puede hacer cualquier persona para ser un buen líder? Lo primero es conocerse a sí mismo. Sus fortalezas y debilidades. Mantener constantemente una autopercepción activa para saber cuál es su estado mental y emocional, entendiendo que esto incide en el estado mental y emocional de las personas en su ámbito de influencia.
Lo segundo es preguntarse, “¿cuál es el impacto que quiero tener en quienes me rodean?” Esa es la pregunta éticamente más importante, sea una madre, padre, profesor, empresario o político. El impacto va a ser real e inevitable. Su calidad depende de la intención del líder.
En sociedades democráticas como la nuestra, el diálogo es crucial para poder avanzar en la dirección correcta. Lo que define a un gran líder es su capacidad para conocer, entender y escuchar a los demás, y actuar de acuerdo a sus expectativas y necesidades.
Necesitamos líderes que tengan más capacidad de escuchar y crear diálogo. En este contexto, probablemente es más importante que el líder promueva un diálogo productivo e implemente los acuerdos de dicho proceso, que el que pueda plantear una estrategia predefinida y tratar de ejecutarla.
Los líderes son los que hacen cultura y son quienes pueden cambiarla cuando sea necesario. Es decir, son quienes crean y perpetúan los valores de una sociedad. Y los valores pueden apuntar a la solidaridad, la sostenibilidad y el amor, o pueden apuntar a la discriminación, la segregación y el odio. Los líderes deciden.
Los líderes de nuestros gobiernos, de los partidos políticos y de las principales instituciones del país deben comprender la responsabilidad tan grande que tienen de moldear nuestra sociedad a partir de su ejemplo, sus acciones y sus palabras.
La responsabilidad que tienen de escuchar a todos y tratar de entender todos los puntos de vista, para después actuar de manera consecuente. De esto depende el cambio que tanto necesitamos para poder vivir en sociedades que se desarrollen de manera más inclusiva y justa, donde todos tengan oportunidad de ser un líder positivo cuando llegue su momento.

Sol Echeverría






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