Coaliciones o alianzas, ¿se deben hacer?
Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 27 febrero, 2019
Empiezan a calentar los ánimos electorales hacia las elecciones municipales de 2020. El Partido Acción Ciudadana y el Frente Amplio ya han empezado a sacar sus cartas. Podrían ser, igualmente, un antecedente hacia las elecciones nacionales de 2022. Un común denominador se filtra en ambas organizaciones, la posibilidad de establecer coaliciones electorales. También se habla de alianzas que no son lo mismo. Las coaliciones no solo son posibles en el ordenamiento legal, electoral y constitucional costarricense, sino que pueden ser una necesidad para mejorar la representación política y la gobernabilidad nacional, especialmente para la mejor toma de decisiones políticas que resulten de estos pactos políticos que se expresarían en las coaliciones.
Las coaliciones son la posibilidad que establece nuestra legislación electoral de que dos partidos o más se puedan unir, en una nueva, que surge de ese pacto, sin que desaparezcan las organizaciones o partidos que le dan origen. Por ejemplo, la vieja coalición Pueblo Unido, en 1978, reunía a los partidos Vanguardia Popular, Socialista Costarricense y Movimiento Revolucionario del Pueblo. Como Pueblo Unido participaron en varios procesos electorales y eligieron diputados de las tres organizaciones partidarias que lo constituían. Al desintegrarse la izquierda, en el segundo lustro de la década del 80, Pueblo Unido como coalición terminó. Otra coalición, más vieja en la historia, fue el Bloque de la Victoria, que reunió al Partido Vanguardia Popular, recién constituido en 1943 y al Partido Republicano Nacional, que postularon para las elecciones de 1944 a Teodoro Picado Michalski a la Presidencia. Solo para ese proceso político existió y fue suficiente para darles continuidad a las reformas sociales que se habían aprobado en 1943. Para las elecciones de 1948 estos partidos ya iban desunidos. Así son las coaliciones. Pueden ser meramente coyunturales, para una, dos o tres elecciones, o pueden ser para proyectos de más largo plazo. En mucho son ad hoc, es decir para la ocasión, para la inmediatez que hay que afrontar cuando se carece de un proyecto estratégico y de un Programa Político de mediano o largo plazo que se comparta. En este sentido, lo que más pesa es la posibilidad de que, conjuntamente, se pueda reunir más fuerza electoral para tener mayor capacidad de elegir más representantes populares, que podría ser el interés inmediato político que se debe afrontar, y en el caso de las elecciones municipales, desplazar de la dirección de la mayoría de las alcaldías al Partido Liberación Nacional que es el que más tiene hoy, casi 50 de las 82, que hay que elegir nuevamente en febrero de 2020, y derrotando a Liberación Nacional, en este escenario municipal anticipar, casi como presagio, que es una fuerza electoral superada en la historia nacional y en el inmediato electoral de 2022.
Lo ideal sería que para el escenario de 2022 se formaran tres grandes coaliciones, una de izquierda o centro izquierda, otra de derecha o centro derecha, y la de los grupos cristianos y pentecostalistas.
La coalición permite a dos o más partidos actuar de manera única, integral, con un solo propósito. Además de ganar electoralmente, elegir más representantes populares, e impulsar, esto sería lo ideal, un programa común en la municipalidad donde se coaligan estos partidos. Sin este programa común, no hay candidatos comunes en un solo proyecto político. Sin programa común puede haber coaliciones electoralistas, oportunistas, donde cada miembro que esté postulado en la lista común, que se ofrece en la coalición, va por la libre en su accionar político en caso de quedar electos como representantes populares.
Lamentablemente en las elecciones municipales no se agitan programas de gobierno municipales importantes para las localidades, por parte de los partidos que participan en ellas. Se produce incluso una gran contradicción real en estas elecciones. La que surge del programa que agita y mueve el candidato a alcalde de cada municipalidad y la que impulsan los miembros de los consejos municipales, con sus partidos, por aparte, lo cual conduce en términos generales a dos proyectos separados en cada municipalidad, lo que impulsa el alcalde por su iniciativa, y probablemente respondiendo a su ofrecimiento programático y lo que se impulsa, por la inmediatez de los hechos, que enfrentan los propios concejales.
En el campo meramente electoral el escenario que se vislumbra posible es que, para las elecciones municipales de febrero próximo, puedan llegar a inscribirse hasta 150 partidos entre nacionales, provinciales y cantonales. En el campo nacional son pocos los partidos que en este sentido se inscribirán, y no llegarán a cinco los que tengan posibilidad de inscribirse en todas las provincias y en todos los cantones.
Hay partidos nacionales que tienen esa inscripción pero su alcance real territorial no les da para inscribir en todos los cantones. Lo hemos visto en las elecciones municipales anteriores. De allí la importancia, en el caso del Partido Acción Ciudadana y el Frente Amplio, que no tienen ese alcance nacional absoluto, y más el Frente Amplio después del descalabro electoral de 2018, donde redujo su presencia legislativa de nueve a un diputado, lo que evidencia su débil estructura organizativa nacional.
En el caso de los partidos nacionales bien pueden trazar una plataforma común programática, para todos los cantones y lo específico de cada uno, agregada a cada situación particular, de manera que en esa dimensión se visualice una idea nacional política de estos partidos con sus particularidades de lucha cantonal, que generalmente son propias de cada cantón.
Los partidos provinciales operan igual, solo que al interior de cada provincia. Los hay con el alcance total de los cantones de cada provincia y los hay con presencia en algunos cantones. Su retos programáticos son iguales que los nacionales solo que a nivel provincial, un planteamiento estratégico programático de la provincia y lo particular de cada cantón.
Los partidos cantonales son específicos a cada cantón. Van por lo propio, con las reivindicaciones propias, particulares, muchas veces respondiendo a grupos determinados de esos cantones.
De ahí que las coaliciones puedan ser muy importantes. Las coaliciones son procesos que deben atenderse con tiempo. Están reguladas sus inscripciones y pasan no solo por constituirlas, como acuerdos partidarios, de los partidos que quieren unirse de esa forma, ya sea a nivel nacional, provincial o cantonal, sino que pasan obligadamente a ser avaladas por las asambleas nacionales, provinciales o cantonales de los propios partidos, y esto requiere organización y hacer todo esto a tiempo, a la vez que tiene la legislación electoral para que puedan constituirse estas coaliciones. No son situaciones que pueden dejarse para el final porque pueden trastocar todo el engranaje electoral de los partidos, que en caso de que no se avance en las coaliciones, les cueste afinar lo propio para ese final de tiempo para inscribir partidos o coaliciones. En mi opinión quienes aspiren a coaligarse deberían tener esto resuelto a más tardar a junio próximo.
Las coaliciones son alianzas formales entre los partidos que establecen esa forma de participación, en las cuales se unen para enfrentar el proceso electoral, diluyéndose con un nuevo nombre y con candidatos y programa de alcaldes y cantonal comunes.
Cuando se habla de alianzas, que no de coaliciones, se engaña a los ciudadanos y a los electores. Las coaliciones se presentan en las papeletas electorales como un partido propio que reúne a los que se coaligan.
En pasadas elecciones municipales se ha hablado de alianzas cuando un partido político, por un acuerdo propio, al no tener una representación propia en el cantón, o no tener la fuerza suficiente para ir con su propio partido, llama a votar por otro que le es afín en ese cantón, o que considera que, en su ausencia partidaria, ese otro partido sería mejor que el resto que está participando. Así se llama a votar por el partido X por parte del partido Z a sus afiliados, pero votan en la papeleta por el partido X y no por el partido Z que no aparece en la papeleta. Para hacer esos llamados no se necesita tener alianzas electorales. Tan solo se necesita llamar a votar por tal o cual partido.
En las elecciones de 1965-1966 el Partido Vanguardia Popular llamó a votar por Liberación Nacional contra la Unificación Nacional, llamó a votar por Daniel Oduber frente a José Joaquín Trejos Fernández, considerando justamente eso, que Liberación Nacional y Oduber eran una mejor opción político programática para el país que lo que representaban Trejos y su coalición política. El Partido Vanguardia Popular en esos años estaba proscrito legalmente y se le impedía participar en las elecciones.
Cuando se dice, en titulares de periódico, que el Frente Amplio se aliaría al Partido Acción Ciudadana se está diciendo que Frente Amplio llamaría a votar por Acción Ciudadana, aunque tienen abierto el expediente de las coaliciones lo que se verá en sus asambleas cantonales. En lo particular me gustaría que se avanzara hacia la política de las coaliciones para bien del país. De igual manera, en titulares de periódico, se dice que el Partido Acción Ciudadana define pautas para esas posibles coaliciones y alianzas, esas llamadas a votar por otros partidos, cuando no puedan presentar su propia organización en un cantón. En el caso de Acción Ciudadana esta situación refleja debilidad organizativa que las tiene, a pesar de llevar dos gobiernos consecutivos y de que en las elecciones de 2020 tendrá seis años de gobierno, lo que debería ser un buen tiempo para que partidariamente ya hubiera alcanzado un nivel organizativo en todo el país. A contrario sensu, el Partido Liberación Nacional es el que tiene el reto mayor, no siendo gobierno desde 2014, tiene el más alto control de las municipalidades, manteniendo el control en las elecciones de 2016 cuando no era gobierno, tarea titánica que en ese momento logró hacer. Pero, ¿lo podrá hacer de nuevo?
En estas elecciones municipales el factor sorpresa, para todos, lo tendrán y lo darán los partidos religiosos pentecostales, que ya tienen funcionando sus casi 4 mil clubes político religiosos funcionando en esa dirección, con ese objetivo.
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