¡Comida barata para el pueblo!
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 12 junio, 2015
Sinceramente
¡Comida barata para el pueblo!
Han comenzado a escucharse voces de proteccionismo en el país. Lejos de escucharse una estrategia nacional de competitividad muchos argumentan subir aranceles o invocar subterfugios fitosanitarios para proteger la “producción nacional”. “Seguridad alimentaria” han pedido algunos. No he escuchado las medidas que el país debe adoptar para ser competitivo en aquellos bienes y servicios que son significativos para la producción nacional. No se vale venderle al pueblo su comida cara.
El desempleo en el campo genera un problema social importante como es la emigración hacia la ciudad. La educación pertinente para adaptar a estas personas a nuevas formas productivas no parece formulada aún, y la gran mayoría de los desempleos actuales obedece a que esas personas no tienen destrezas para trabajar.
Desalentar la importación de productos extranjeros de buena calidad y de mejor precio no va a hacer que la productividad costarricense aumente. Imponer medidas que impidan la importación de bienes extranjeros no va a hacer que los precios bajen en el mercado, por el contrario subirán.
Buscar subterfugios para impedir el acceso de productos agrícolas al país no le va a llevar a encontrar los productos en los que puede ser competitivo internacionalmente, ni a concentrarse en la producción agrícola que más le beneficie.
Hacer que los cinco millones de costarricenses compren productos nacionales más caros solo por ser productos costarricenses pareciera una revolución social inversa. Pareciera socialmente grave e injusto hacer que los más pobres compren productos alimenticios más caros por ser costarricenses cuando este grupo humano gasta una enorme proporción de su ingreso en alimentos.
Esto significaría que si los precios de la comida suben deberán comer menos. No es posible soslayar el hecho de que un millón doscientos cincuenta mil costarricenses comen una vez al día solamente y de ellos trescientos cincuenta mil una vez día de por medio. Subir el precio de la comida sería catastrófico para ellos en esta precaria situación económica.
El país debe abocarse al estudio de los diagnósticos de la producción nacional para determinar y construir, con una fuerte participación ciudadana, una estrategia nacional de aumento de la productividad y de la competitividad. Tipo de cambio, intereses, infraestructura, precio del combustible, impuestos a la tierra agrícola, tramitología, educación pertinente, insumos agrícolas, repuestos, tecnología y maquinaria, deben considerarse para proveer al productor la mejor base competitiva.
No parece lógico que la carne de cerdo importada de Chile, a miles de kilómetros de distancia, con el costo agregado de flete, seguro, aduanas, desalmacenaje, y trasiego, termine por salir más barata que la costarricense. Algo serio pasa con nuestra productividad.
Costa Rica debe empujar su competitividad, debe fortalecer sus ventajas comparativas, descartar los productos en los que no puede competir y no insistir en ellos. Costa Rica tiene que pensar que sus hijos deben trabajar y producir aquellos en los que su trabajo sea muy bien remunerado, donde la educación y la capacidad de adiestramiento del costarricense sean factores que adicionen. El país no progresará impidiendo la competencia extranjera sino alcanzando la mayor productividad nacional.
Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net
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