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COLUMNISTAS


¿Cómo empieza a encuadrar el próximo proceso electoral?

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 03 junio, 2020


Pizarrón

Con frecuencia me preguntan cómo veo el escenario electoral hoy. No es fácil pintarlo adecuadamente, pero se pueden hacer algunas reflexiones.

He insistido en algunos artículos en la necesidad de avanzar, en el plano político, hacia coaliciones político electorales en el país.

Concentrar en cuatro o cinco grupos bien definidos políticamente le haría muy bien al país, al electorado, a la cultura ciudadana, a la conciencia cívica y al gran debate político nacional, siempre y cuando estas coaliciones se organicen sobre propuestas de Plan País, de Programas Políticos Nacionales para la mejor convivencia nacional, para un mejor desarrollo del sistema económico y político nacional, pero sobre todo para la mejor vida democrática.

Tradicionalmente, en Costa Rica, tuvimos en el Siglo XIX movimientos liberales, que culminaron en partidos políticos que se identificaban con el Liberalismo político y el liberalismo económico.

Antes de 1890 quienes se decían pertenecientes al Partido Liberal lo eran porque abrazaban los postulados teóricos del liberalismo clásico de entonces o se identificaban con ellos. Orden, Progreso, Libertad eran los postulados básicos y clásicos de los liberales de finales del siglo XIX costarricense.

En Costa Rica, a diferencia de otros países, no se desarrollaron movimientos conservadores ni partidos conservadores, de modo organizado. Aún cuando se organizó el Partido Unión Católica, a finales del Siglo XIX, al impedírsele funcionar por el uso de ideas y sentimientos religiosos, no facilitó que se impulsaran partidos políticos, motivados religiosamente, cuando la religión católica era fundamental, de hecho monopólica en el escenario de las ideas religiosas en el país, cuando empezaban a penetrar las ideas religiosas no católicas, pero cristianas, que llegaron con la construcción del ferrocarril al Atlántico, principalmente.

Al no desarrollarse partidos ni movimientos políticos conservadores, dentro de los partidos liberales y de los movimientos liberales, arropados con sus banderas, sí se expresaron líderes políticos conservadores. Eso hizo que algunas personas que se autodenominaban liberales fueran en sus planteamientos prácticos conservadores, y a la inversa, algunas personas que se reconocían como conservadoras actuaran como liberales.

Frente a esos inicios del movimiento liberal organizado en partidos políticos, se dio en el Siglo XIX, el surgimiento de movimientos populares y partidos populares, como lo fueron el intento de un Partido de Obreros en 1886 y el Partido Independiente Demócrata en la década de 1890, ambos impulsados por Félix Arcadio Montero, el último Rector de la Universidad de Santo Tomás, quien también se opuso a su cierre.

Desde 1874 la sociedad costarricense había empezado a distinguirse en clases sociales, y empezaba a tomar conciencia social y política de ello. Igualmente, la sociedad costarricense se percibía a finales del Siglo XIX como una sociedad divida en clases. Así, por ejemplo, Félix Arcadio Montero, llamaba a los trabajadores, a los artesanos y a los obreros a organizarse, como “chaquetas”, “descamisados” y “descalzos” contra los “levitas” y el “Olimpo”. El Partido Independiente Demócrata llegó a elegir un Diputado, Faustino Montes de Oca, y obligó a que los partidos liberales de la época, impulsaran dentro de sus filas “Clubes” de Obreros, de Artesanos. Uno de esos partidos llegó a elegir, de esa manera, a otro trabajador, a Víctor Gólcher.

Los partidos movimientos políticos liberales, y los partidos liberales, marcaron el rumbo político y económico del país, desde 1870 en adelante. Los movimientos populares que fueron surgiendo a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX no hicieron mella en su dominio político institucional. En las elecciones de 1914 regionalmente se impulsaron partidos obreros en Limón, en Grecia y San José sin éxito electoral.

A finales de la década de 1910 el Dr. Aniceto Montero impulsó el Centro Socialista de Costa Rica y un Partido Socialista, sin participación electoral alguna. Divulgador y defensor de la Revolución Rusa y de Lenin, su principal líder, llegó a organizar desfiles de duelo a la muerte del gran dirigente político comunista.

Frente al movimiento político del Dr. Aniceto Montero se levantó como partido político, y con el apoyo sindical de la Confederación General de Trabajadores, Jorge Volio Jiménez, fundando su Partido Reformista, que eligió diputados obreros, defendió la Revolución Rusa, en una etapa de su desarrollo, exigió al Gobierno de Cleto González Víquez que restableciera relaciones con la Rusia Comunista, las que se habían suspendido, o roto, con el triunfo de la Revolución Bolchevique, relaciones que existían, con el Gobierno Zarista, desde el Gobierno del General Tomás Guardia Gutiérrez.

El Centro Socialista o Partido Socialista del Dr. Aniceto Montero y el Partido Reformista empezaron a cuestionar la existencia y presencia de los liberales en el Gobierno, y en la estructura del Estado, y a levantar banderas de defensa de los intereses populares, y de reformas sociales, que no fueron banderas ni luchas de los liberales. Así se fue marcando el nuevo escenario político electoral, y de cuestionamiento del movimiento liberal costarricense.

En 1931 al fundarse el Partido Comunista de Costa Rica fue más categórico el enfrentamiento con los liberales, y con el Partido Reformista que todavía existía. El Partido Comunista se enfrenta al Partido Reformista para ganarse a los sectores obreros y campesinos, y a la gran masa de desempleados que había provocado la crisis de 1928-1934, cuando el Partido Reformista estaba totalmente aliado a los gobiernos de entonces desde 1928 hasta 1934, cuando prácticamente desaparece.

La década del 30 la domina en ese escenario el Partido Comunista, y dirige al movimiento sindical organizado, que venía desde la crisis económica internacional. Del movimiento liberal el Partido político dominante fue el Republicano, que en su seno tenía dos sectores, uno liberal clásico y otro conservador, con características anticomunistas, en esa década, que se manifestaron con impedir que electoralmente el Partido Comunista participara en elecciones con el nombre de “comunista”, por lo que impulsaron el Bloque de Obreros y Campesinos, para efectos electorales, les reprimieron expulsando los maestros del magisterio nacional, impidieron la elección del diputado electo en 1938, el poeta e intelectual Carlos Luis Sáenz.

Antes de 1917 la Iglesia Católica, y desde la Encíclica Rerum Novarum, de 1891, había tomado partido por las luchas y reformas sociales y laborales, para disputar espacios a los anarquistas, socialistas y comunistas en las masas de trabajadores y obreras. Frente a las organizaciones sindicales de izquierda la Iglesia organizó las suyas, en toda la línea, nacional, regional e internacionalmente. Con el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, la Iglesia arreció contra la Revolución Rusa, contra los partidos comunistas, en todas partes del mundo, e impulsó nuevas organizaciones sociales para ganar espacios y restarle influencia a los comunistas, socialistas y anarquistas. La Encíclica Quadragesimo Anno, de 1931, marcó esta nueva situación, precedida del Código Social de Malinas, de la década del 20. Estos documentos dieron origen a la llamada doctrina socialcristiana, y al surgimiento de movimientos y partidos políticos socialcristianos.

A finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, en la socialdemocracia clásica europea, donde se agrupaban distintas vertientes políticas, se produce una discusión política que divide a estos socialdemócratas en las corrientes socialdemócratas y en las corrientes socialistas y comunistas.

Así se fueron configurando esas tendencias políticas típicas desde la primera mitad del siglo XX, las socialdemócratas, las socialcristianas y las comunistas y socialistas, con sus variantes de izquierdas.

En las elecciones de 1939, en Costa Rica, terminaron enfrentándose el Partido Republicano, con Rafael Angel Calderón Guardia, que sacó un 88% de votación, el Bloque de Obreros y Campesinos, con Manuel Mora Valverde, que logró un 11% de votación, convirtiéndose en la segunda fuerza electoral y el Partido Confraternidad Guanacasteca, con 1%.

Así se entró a la década de 1940-1949, en medio de una II Guerra Mundial, 1939-1945, que produjo las condiciones para que entre 1942 y 1943 se dieran las condiciones para forjar la alianza del Partido Comunista con el Gobierno de Rafael Angel Calderón Guardia, que avaló la Iglesia Católica, con el nuevo Arzobispo Víctor Manuel Sanabria Martínez, que llegó a su arzobispado igual en tiempo que como llegó a la Presidencia Calderón Guardia.

El Arzobispo Sanabria había logrado, con el pacto de la Iglesia con el Gobierno para apoyar la candidatura de Calderón Guardia, amarrar la desarticulación de las leyes liberales aprobadas en el país entre 1882 y 1884 principalmente, sin que los liberales en la elección de 1939 lo impidieran, a pesar de que Ricardo Jiménez lo intentó, incluso procurando una coalición política con los comunistas para enfrentarse a Calderón Guardia. En 1940 el Gobierno de Calderón Guardia desarticuló las reformas liberales bajo la dirección de su Ministro de Educación, Luis Demetrio Tinoco.

El ambiente de la II Guerra Mundial, el ataque a las bases norteamericanas en Hawai, en diciembre de 1941, hicieron que Costa Rica entrara al escenario internacional declarando la guerra a Japón, Italia y Alemania, colocándose al lado de la Union Soviética y los países que luchaban contra el avance fascista y su guerra en Europa, situación que favoreció el clima para la alianza que se lograría con el Partido Comunista, ya formalmente en 1943, y para las elecciones de 1944 cuando el Partido Republicano y el Partido Comunista, denominado Vanguardia Popular, desde junio de 1943, hacen la coalición electoral llamada Bloque de la Victoria, para asegurar las reformas sociales y el Código de Trabajo, recién aprobadas e impulsar la candidatura presidencial y el Gobierno de Teodoro Picado,1944-1948.

Los sectores opositores a los gobiernos de Calderón y de Picado, se habían organizado con movimientos intelectuales y políticos, el Centro de Estudios para los Problemas Nacionales, su Revista Surco, el Partido Social Demócrata y su periódico, de igual nombre, con el ex Presidente León Cortés como su principal líder hasta 1946 cuando fallece, y asume el liderato político de la oposición Otilio Ulate. A ellos se había sumado José Figueres Ferrer, de manera accidental, convertido en figura política por la expulsión que le hace el gobierno de Calderón Guardia, y quien sostenía la tesis militarista de salir del gobierno de Teodoro Picado considerando que en las elecciones de 1944, Teodoro Picado se había elegido con fraude.

Los sucesos de la elección de 1948 y la anulación de la Presidencia de Otilio Ulate, triunfador de esa elección, conducen a la Guerra Civil, de marzo y abril, con una derrota militar contundente en contra del Gobierno y de los comunistas que le defendieron, con las armas en la mano.

Figueres se impone sobre Otilio Ulate, se niega a entregarle el poder inmediatamente, se queda gobernando el país casi dos años, donde impulsa reformas muy importantes y en el plano político crea y hace surgir un escenario nuevo, sin comunistas en la vida pública, porque los pone fuera de la ley y sin posibilidad electoral de participar, prácticamente hasta 1970.

En esos 20 años crearon las condiciones para desarrollar la nueva Costa Rica, de la segunda mitad del Siglo XX, sin comunistas como una fuerza política electoral importante, se crearon las condiciones para desarrollar una estructura bipartidista nacional en el ejercicio del gobierno y del dominio legislativo.

Desde los años 1953 hasta 1982, en el ejercicio del gobierno, estuvieron el Partido Liberación Nacional, fundado en 1951, en los gobiernos de 1953, 1962, 1970 y 1974. Frente a Liberación Nacional para las elecciones de 1958, de 1966 y de 1978 se organizaron coaliciones políticas que lograron derrotarlo en esos procesos electorales. La coalición opositora de 1978, ya en el Gobierno de Rodrigo Carazo, evolucionó para convertirse en el partido político Unidad Social Cristiana en 1983.

Así, entre 1982 y el 2010, gobernaron el país los partidos políticos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana. A nivel legislativo hasta 1998 estos dos partidos ejercían el dominio mayoritario de la Asamblea Legislativa, y desde entonces perdieron dicha hegemonía legislativa con la llegada de otras pequeñas fuerzas políticas al Poder Legislativo, entrando en crisis el llamado bipartidismo nacional, más cuando en los últimos dos procesos electorales, del 2014 y el 2018, fueron desplazados totalmente como opciones políticas gobernantes ante el Partido Acción Ciudadana que se había fundado para las elecciones del 2002.

La izquierda, de nuevo en el escenario electoral desde la década de 1970, con nuevos partidos a la par de Vanguardia Popular, participó en el elecciones y constituyó la coalición Pueblo Unido, que llegó a elegir 4 diputados. En el período de 1983-1990 la izquierda nacional, por una serie de razones, se divide y desaparecen sus partidos políticos, entra en una crisis terrible que afecta su presencia en organizaciones sociales, y se debilita su presencia parlamentaria.

En los procesos electorales, a partir de 1990, se hacen nuevos intentos de articular fuerzas de izquierda con poco éxito. Fuerza Democrática en las elecciones de 1994 eligió 2 diputados y en las elecciones de 1998 eligió 3. Una nueva organización electoral de izquierda, el Frente Amplio, logra en el 2014 elegir 9 diputados, sin ninguna capacidad organizativa ni política de mantenerlos.

En estos últimos años, la irrupción de diputados de orientación cristiana no católica, desde 1998, y por circunstancias muy particulares llegaron a convertirse en la segunda fuerza electoral en las elecciones de abril del 2018, y su amplia fracción parlamentaria se dividió rápidamente, en tanto el Partido que representaba también se dividió.

El Partido Unidad Social Cristiana tuvo un repunte electoral bajo las candidaturas presidenciales en el 2014 y el 2018 de Rodolfo Piza. En este momento este Partido Unidad Social Cristiana no tiene absolutamente nada de social, en sus planteamientos, más que su nombre, y el acudir simbólicamente de vez en cuando a la Historia de las reformas sociales de 1940 y a la lejana sombra del Dr. Calderón Guardia. Lo importante que se hizo bajo esa bandera socialcristiana en el Gobierno de Miguel Angel Rodríguez, los actuales diputados y dirigentes menores de ese partido lo ignoran, lo olvidan o intencionalmente no quieren reconocerlo y usarlo como bandera social en este momento en que se requieren planteamientos y reformas sociales y laborales progresistas, en defensa de los intereses populares, de los trabajadores y asalariados del país.

Por el contrario, la actual fracción legislativa de la Unidad Social Cristiana es sumamente conservadora, y francamente ha convocado a tratar de constituir una coalición de “centro derecha”, con los grupos cristianos no católicos parlamentarios. Es quizá su error más importante y fatal si se quiere. Si por cálculo político quieren unirse a esos grupos erran porque no pueden disputarles sus públicos electorales compitiendo con su conservadurismo espiritual y político. El Partido Unidad Social Cristiana, de la mano de los diputados que tiene, quiere colocarse a la derecha política del país de la manera más acentuada posible, sin entender, ni asimilar, el mensaje pastoral que hace el Papa Francisco I, que por sus planteamientos políticos bien podría ubicársele dentro de las fuerzas progresistas y no derechistas, en una serie de temas.

Los socialcristianos podrían enarbolar su propia bandera social como partido político, más de centro, o de centro izquierda, si pudiera ser posible, desde las posturas del pensamiento católico del vaticano actual, y de los documentos clásicos, incluidas algunas Encíclicas de Juan Pablo II, y dejar que los cristianos no católicos se coaliguen por su parte con su conservadurismo, y su pensamiento de derecha en todas sus manifestaciones.

El Partido Liberación Nacional debe permanecer como lo que es, la representación socialdemócrata. Lamentablemente, esta socialdemocracia es solo de nombre. Liberación Nacional hace rato bajó sus banderas sociales y representativas de las clases medias y sectores laborales que decía defender. Abandonó sus importantes reformas institucionales, deshizo instituciones sociales y económicas impulsadas por los grandes caudillos históricos gobernantes, y obras de gobierno, de ese Partido, y se ha plegado igualmente a las tesis conservadoras de la política nacional.

La crisis más importante es la de los dirigentes actuales de Liberación Nacional que se están matando entre ellos, por ver quien domina las estructuras del Partido, a los diputados liberacionistas en sus diversos grupos existentes, y por el control de los liderazgos regionales, algunos de esos líderes actuando mezquinamente sin darse cuenta que al eliminar a algunos se eliminan ellos como Partido.

La izquierda nacional desarticulada y muy débil, necesita un escenario de coalición del archipiélago de grupos que existen bajo las banderas de la izquierda, del socialismo, del ecologismo y de las diversas manifestaciones del progresismo social, sobre todo con un planteamiento nacional, con sello costarricenses, que la distinga de los fallidos proyectos que se han intentado en el continente, de los cuales parece a veces una mala calcamonia y pésima caricatura. Sin ello no hay posibilidad de su fortalecimiento futuro.

Los liberales, me parece, tienen su mejor opción en el grupo que impulsa Eli Feinzag, y que él puede dirigir. No necesitan unirse a la derecha encabezada y convocada por Pedro Muñoz, ni del anterior Partido Libertario.

El Partido Acción Ciudadana puede ir solo a las próximas elecciones. Tiene su propia oportunidad. El Gobierno de Unidad Nacional, que mantiene en su lenguaje del Poder Ejecutivo, le ha servido para sobrevivir bien en las aguas llenas de remolinos que hay a la vista, bajo la superficie de sus buenas acciones públicas, que se llevan a cabo en infraestructura y bajo el manto de la lucha contra la expansión de la pandemia. En los otros campos se lo van a cobrar.

De todas estas alternativas, como veo las cosas hoy, Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, y el Partido Acción Ciudadana tienen la mayor opción electoral, en los tres casos, dependiendo en mucho de sus candidatos, de ser las principales fuerzas políticas disputando el Gobierno del 2022. Todavía faltan bastantes meses para llegar allí, tan solo se está empezando a jugar el segundo tiempo de este Gobierno.

En la Política el arte de la suma es la clave, no es la resta ni la división política la que gana. Y esto vale para todos los partidos políticos.

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