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Miércoles, 18 de septiembre de 2024



FORO DE LECTORES


¿Cómo funciona la evaluación de emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO 2e ) en las Finanzas por el Clima?

Juan De Oliva Maya jdeoliva@greencloud.io | Viernes 20 enero, 2023


JDC


MBIT. e Ing. Juan De Oliva Maya

CEO & Founder

GreenCloud®

¿Acelerar la transición hacia un modelo productivo, resiliente y de bajas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), implica una transformación completa del sector financiero. Dicha transformación deberá abordarse con ciencia, visión a largo plazo, de manera inclusiva y con innovación tecnológica para que sea sostenible a través del tiempo. Durante el año 2022, GreenCloud® de Costa Rica con el apoyo de la Banca Multilateral para el desarrollo sostenible, impulsaron Neutralbank®, un software en línea basado en la herramienta del Grupo Bilan Carbone de la Agencia Francesa del Medio Ambiente y la Energía (ADEME), el cual permite evaluar el potencial de mitigación de emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO2e) que se generan durante las fases de construcción y operaciones de un proyecto de Inversión por el Clima a lo largo de su Ciclo de Vida.

El mundo entero se enfrenta a las causas y efectos del Cambio Climático, y durante el 2022 los daños ocasionados en el mundo entero por los acontecimientos climáticos como: tormentas, huracanes e inundaciones, han sido más que notables y llegaron con una imprevista y costosa factura. Para muchos países y familias del mundo, con pérdidas irreparables.

Es importante tomar consciencia sobre la situación actual, de la Crisis Climática que nos asecha cada año con mayor agresividad, vulnerabilidad económica y valorar poner en segundo plano el poder de los discursos, la precisión de las metodologías y lo inspirador de las conferencias por el Clima sin excluir la profesionalidad que amerita la atención del tema, a fin de tomar acciones conjuntas y articuladas para enfrentar los desafíos climáticos y medioambientales que atravesamos en tiempos post COVID y en visión al año 2050.

Nuestro objetivo como civilización humana debe ser intentar prevenir a toda costa un escenario “catastrófico” según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), evitando que la temperatura media del planeta aumente en 1.5ºC en relación a tiempos pre-industriales, y durante los próximos 30 años.

Para favorecer el desarrollo sostenible de un modelo económico de bajas emisiones, se necesitan articular múltiples esfuerzos, consolidar mayores alianzas y sinergias entre los sectores involucrados y tomar acciones multidimensionales si esperamos ver y evaluar resultados al corto, mediano y largo plazo.

Sin embargo, un aspecto que será de vital importancia y el cual deberá considerarse entre quienes promueven el desarrollo sostenible en búsqueda de la sustentabilidad, la producción limpia y la transición hacia un modelo económico resiliente, biodiverso y de menor impacto ambiental, es que, si seguimos en la “mentalidad” de seguir esperando “cambios positivos” en el entorno económico, social y ambiental, invirtiendo en todo aquello que asfixia a nuestro planeta pero pintándolo de “Verde”, los cambios no sucederán, no llegarán y no será posible evitar una catástrofe climática mundial en las próximas décadas y año tras año más agresiva.

La “Voluntad de Cambio” y de “Acelerar la Transición”, es y sigue siendo el desafío más importante en la misión colectiva de asentar las bases para desarrollar un modelo económico sostenible que nos permita contrarrestar las amenazas del Cambio Climático.

Tal cual lo dijo la presidenta de la Comisión Europea durante la Conferencia de las Partes número 27 (COP 27) llevada a cabo en Egipto durante el 2022 bajo la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, “La crisis mundial de los combustibles fósiles debe cambiar el juego. Así que no tomemos la 'autopista al infierno', sino que ganemos el billete limpio al cielo”.

Por este motivo, y haciendo énfasis en la importancia de desarrollar modelos financieros viables para potenciar el uso y mayor adopción de tecnologías de bajas emisiones, se va a requerir de profundos cambios y compromisos entre quienes financian el desarrollo y quienes lo pueden hacer posible en un tiempo prudencial.

Las decisiones financieras de las organizaciones que invierten y apuestan por la sostenibilidad por parte del sector público o privado, o bien por parte de la Banca Multilateral, serán estratégicas y claves al corto plazo para definir una ruta clara hacia un modelo económico de bajas emisiones, donde según McKinsey & Company, los siete (7) sectores de la economía que en su conjunto generan el 85% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero se vean afectados e involucrados en la mitigación de la Crisis Climática, logrando también, que esta sea un proceso factible, escalable, inclusivo, replicable y sostenible en el tiempo si la “innovación” lograra tomar un rol importante y fundamental durante la transición hacia un modelo productivo de mínima “huella de carbono” y con energías renovables que favorezcan la circularidad de la economía mundial.

Los siete (7) sectores principales que deben transformarse y dirigir esfuerzos hacia la mitigación de la Crisis Climática según el gas de efecto invernadero que más emiten (CO2; CH4; N2O), son los de: energía, industria, movilidad, construcción, agricultura y ganadería, forestal y manejo de desechos.

¿Cómo se gestionan las emisiones de CO2e de proyectos de inversión para el Clima?

Para explicar de manera simple la metodología del Grupo Bilan Carbone, la cual evalúa el potencial de mitigación de dióxido de carbono equivalente (CO2e) de un proyecto de inversión gestionado por la Banca Multilateral, tal cual se realiza con la herramienta especializada y elaborada por la Agencia Francesa de Desarrollo (Agence Française de Développement – AFD) para su uso por parte de las instituciones financieras multilaterales, o bien con el software Neutralbank basado en la herramienta anteriormente mencionada, el proceso de evaluación se puede resumir en la realización de tres evaluaciones fundamentales sobre los proyectos de inversión, a fin de determinar si los mismos calzan en el perfil de una inversión con potencial de mitigación del Cambio Climático.

Antes de explicar cada una de estas tres evaluaciones, es importante tomar en cuenta que dicha metodología del Grupo Bilan Carbone y de otras instituciones mundialmente reconocidas, entre ellas el IPCC, permite determinar el potencial de mitigación de hasta 30 tipos de proyectos identificados que están implícitamente categorizados dentro de los sectores que ejercen mayor presión sobre los sistemas de energía y de uso de la tierra, y que son responsables del 85% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Estos proyectos incluyen: centrales térmicas; producción y transporte de petróleo y gas natural; producción de agua potable; abastecimiento de agua y redes de alcantarillado; aeropuertos; puertos; metros; industrias de alimentos; manufactureras; plantas de cemento; industrias pesadas; producción de biocombustibles; minería; plantas de cogeneración; generación hidroeléctrica; generación solar fotovoltaica; energía eólica; otras energías renovables; proyectos de eficiencia energética; electrificación rural con o sin conexión a la red; telecomunicaciones; buses rápidos; trenes ligeros; carreteras; ferrocarriles; tratamiento de aguas residuales; tratamiento de desechos sólidos; silvicultura; plantaciones agrícolas; agroecología.

La primera evaluación consiste en generar una ficha técnica del proyecto de inversión, donde se registra el monto de la inversión, que emisiones por etapa (construcción y operaciones) se evaluarán durante el ciclo de vida del préstamo, la ubicación del proyecto y su categorización como tipo de proyecto.

Por ejemplo, un proyecto de inversión de energías renovables que busca sustituir la producción térmica (basada en combustibles fósiles) de electricidad, por una combinación de energía eólica y solar a fin de brindar una potencia instalada similar y superior a la anterior sobre una escala de tiempo a nivel de implementación en beneficio de zonas rurales en crecimiento y desarrollo.

Bajo la metodología de referencia, es importante mencionar que cuando se van a evaluar las emisiones de un proyecto de inversión de capital, no solo se deben tomar en cuenta en el análisis las emisiones relacionadas con las operaciones del monto solicitado de inversión, sino contra el desempeño general de las operaciones del proyecto durante el ciclo del financiamiento, a fin de determinar si este será capaz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del entorno económico en el que se desenvuelve el proyecto, y comparándolo contra una Situación de Referencia en ausencia de las operaciones del proyecto o bajo el comportamiento anterior, y sobre la tendencia actual de funcionamiento del proyecto sin el financiamiento solicitado.

Citando el ejemplo anterior, se compararían las emisiones actuales de gases de efecto invernadero relacionadas a la producción de energía eléctrica utilizando combustibles fósiles versus un escenario utilizando energías renovables, y proyectando las diferencias a una escala de tiempo de 10, 20 y/o 30 años (largo plazo), basados en realidad en el ciclo de vida del financiamiento.

La segunda evaluación implica precisar la estimación del inventario de emisiones de la Situación de Referencia o de la tendencia actual en ausencia del proyecto de inversión, y otra midiendo el nivel de emisiones del proyecto si este llegara a financiarse y desarrollarse durante el periodo acordado de tiempo entre los administradores del proyecto, los ejecutores del mismo y los respectivos inversores.

De esta manera ambos inventarios se comparan, y si se observa en los resultados del análisis que las emisiones de la Situación del proyecto (escenario con inversión) son inferiores a las emisiones de la Situación de Referencia analizada, entonces el proyecto podría catalogarse como potencial proyecto de inversión por el Clima; pero antes, el proyecto deberá demostrar en un tercer análisis si puede considerarse como un Proyecto de Mitigación o bien como un Proyecto de Eficiencia Energética.

En la tercera o última evaluación, es donde el proyecto demuestra si tiene la capacidad de reducir emisiones netas en su entorno económico, o bien si el mismo aumentará las emisiones, pero en menor intensidad si se las compara contra las emisiones de la Situación de Referencia desde esta misma óptica.

Si el proyecto demuestra tener la capacidad de generar menos emisiones por unidad de producción o cociente de productividad / eficiencia determinado por del sector para evaluar el desempeño ambiental del proyecto desde una perspectiva de eficiencia, pero sus emisiones netas generales siguen aumentando en relación a otros periodos por el crecimiento de las actividades económicas del proyecto, siempre y cuando, estas emisiones sean inferiores a las evaluadas para la Situación de Referencia, este proyecto podría clasificarse como “Proyecto de Eficiencia Energética”.

Citando otro ejemplo, si las emisiones de un proyecto de Agroindustrial en términos de emisiones de CO2e por unidad de producto comercializado fueran inferiores a las de una Situación de Referencia utilizando y comparando con el mismo indicador, y las emisiones netas generales año tras año fueran aumentando, este se consideraría como Proyecto de Eficiencia Energética.

Si el proyecto demostrara al contrario tener la capacidad de generar menos emisiones por unidad de producción dentro de su sector, y a la vez de reducir sus emisiones netas generales, evidenciando que estas además disminuyen año tras año de manera considerable y a pesar del crecimiento de las actividades económicas, este proyecto sería clasificado como “Proyecto de Mitigación”.

El escenario ideal ante la amenaza actual de la Crisis Climática sería que la mayoría de proyectos de inversión por el Clima pudieran clasificarse como proyectos con potencial de mitigación, sin embargo, la realidad es que la mayoría de actores de la economías en desarrollo y desarrolladas del mundo, constantemente experimentan y buscan el crecimiento de sus actividades económicas, y negar esta realidad puede ser contraproducente para los distintos países que transversalmente buscan mitigar las causas del Cambio Climático sin comprometer su capacidad productiva ni potencial de crecimiento.

En simples palabras, es y será fundamental que quienes financian el desarrollo conozcan, reflexionen y profundicen con los actores de las diversas economías y de los diferentes sectores que representan, si lo que se busca con el “Financiamiento Verde” es lograr cambios sistémicos consistentes, medibles, verificables y capaces de reflejar la realidad de los desafíos que implica la Acción por el Clima para cada sector económico, intentando afectar lo menos posible a las capacidades productivas de los países y de todos sus sectores representados.

Sin lugar a duda, invertir por el bienestar de nuestro planeta y explorar la Sostenibilidad será el factor de mayor competitividad durante el siglo XXI, y lo que permitirá edificar en sinergia las bases de una economía mundial sustentable, biodiversa y en beneficio de las futuras generaciones humanas.














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