Con Sumo
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Lunes 28 enero, 2008
Con Sumo
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
Productos descontinuados
La globalización nos trajo la posibilidad de tener en las góndolas de los supermercados muchos productos provenientes de diversos lugares del mundo.
Esto cambió nuestra cultura de consumo al acostumbrarnos a disponer no solo de aquello que el país produce y unos pocos artículos importados, como era antes, sino de una amplísima gama de innumerables bienes que mejoraron nuestra calidad de vida en algunos casos.
Pero esta nueva realidad trajo consigo situaciones a las que no estábamos acostumbrados y la necesidad de incorporar nuevos hábitos, como exigir y reclamar, para evolucionar como consumidores.
Uno o dos ejemplos será la mejor forma de explicar lo que quiero decir. Una reconocida marca de productos para la higiene bucal incorporó al mercado los diminutos cepillitos de repuesto de los útiles cepillos interdentales, que muchas personas utilizan, al igual que un hilo dental especial, diseñado para hacer la higiene debajo de las prótesis llamadas coronas.
Pero resulta que un buen día, cuando la gente se había ya acostumbrado a los beneficios del uso de dichos productos, fueron sacados del mercado por parte de los importadores.
Lo mismo ocurrió con un útil producto para mantener libre de suciedad y hongos la zona de la ducha o las bañeras, en los baños, con solo rociarlo ya que no requiere enjuague posterior. Indagué las causas con el importador y la razón fue que “eran productos con poca demanda”.
Podría seguir mencionando ejemplos porque la lista es larga, pero con esto es suficiente. Quizás usted coincida conmigo en que podemos terminar desconfiando y dejando de usar productos de marcas que nos den este tipo de tratamiento, muy alejado de lo que se llama un buen servicio.
En los dos casos que he mencionado se trata de marcas que mueven grandes volúmenes de producto en diversas líneas y, si es que realmente buscan mantener una imagen de buen servicio, no deberían descontinuar un producto al que se han habituado los consumidores solo porque en algún caso “tenga poco movimiento”. De todos modos el resto de las líneas compensa.
Por otra parte, los consumidores debemos acostumbrarnos a hacer el reclamo por este tipo de trato ya que, eventualmente, la competencia advierte la falla y sale en nuestro auxilio lo que nos hace, desde luego, cambiar de marca.
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
Productos descontinuados
La globalización nos trajo la posibilidad de tener en las góndolas de los supermercados muchos productos provenientes de diversos lugares del mundo.
Esto cambió nuestra cultura de consumo al acostumbrarnos a disponer no solo de aquello que el país produce y unos pocos artículos importados, como era antes, sino de una amplísima gama de innumerables bienes que mejoraron nuestra calidad de vida en algunos casos.
Pero esta nueva realidad trajo consigo situaciones a las que no estábamos acostumbrados y la necesidad de incorporar nuevos hábitos, como exigir y reclamar, para evolucionar como consumidores.
Uno o dos ejemplos será la mejor forma de explicar lo que quiero decir. Una reconocida marca de productos para la higiene bucal incorporó al mercado los diminutos cepillitos de repuesto de los útiles cepillos interdentales, que muchas personas utilizan, al igual que un hilo dental especial, diseñado para hacer la higiene debajo de las prótesis llamadas coronas.
Pero resulta que un buen día, cuando la gente se había ya acostumbrado a los beneficios del uso de dichos productos, fueron sacados del mercado por parte de los importadores.
Lo mismo ocurrió con un útil producto para mantener libre de suciedad y hongos la zona de la ducha o las bañeras, en los baños, con solo rociarlo ya que no requiere enjuague posterior. Indagué las causas con el importador y la razón fue que “eran productos con poca demanda”.
Podría seguir mencionando ejemplos porque la lista es larga, pero con esto es suficiente. Quizás usted coincida conmigo en que podemos terminar desconfiando y dejando de usar productos de marcas que nos den este tipo de tratamiento, muy alejado de lo que se llama un buen servicio.
En los dos casos que he mencionado se trata de marcas que mueven grandes volúmenes de producto en diversas líneas y, si es que realmente buscan mantener una imagen de buen servicio, no deberían descontinuar un producto al que se han habituado los consumidores solo porque en algún caso “tenga poco movimiento”. De todos modos el resto de las líneas compensa.
Por otra parte, los consumidores debemos acostumbrarnos a hacer el reclamo por este tipo de trato ya que, eventualmente, la competencia advierte la falla y sale en nuestro auxilio lo que nos hace, desde luego, cambiar de marca.