Control biológico de plagas en el país con oportunidades de crecimiento
Jeffry Garza jeffrygarza.asesor@larepublica.net | Lunes 13 noviembre, 2017 09:26 a. m.
La industria del control biológico del plagas en el país tiene amplias oportunidades de crecimiento, de acuerdo con un estudio de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
El control biológico o biocontroladores es un método que consiste en el uso de extractos de plantas, invertebrados, microorganismos y minerales, para el control de plagas en la agricultura.
Se estima que el mercado mundial de biocontroladores tenga, al 2025, un crecimiento anual promedio del 30%, alcanzando los $11 mil millones.
Los biocontroladores son comúnmente utilizados en el cultivo de hortalizas, frutas, plantas ornamentales y otros productos como café, caña de azúcar y tubérculos.
Norteamérica y la Unión Europea representan las dos terceras partes de dicho mercado, sin embargo, es Latinoamérica la región con mayor crecimiento proyectado: un 18% en el periodo 2015-2025.
“En Costa Rica la industria de los biocontroladores está aún en desarrollo, con el estudio se lograron identificar cuatro plaguicidas botánicos y dos microbiológicos, debidamente registrados”, explicó Enrique Ulloa, analista económico de Procomer y autor del estudio.
A escala global se comercializan alrededor de 1.400 tipos de bioplaguicidas, en presentaciones como concentrados, líquidos, polvos humectables, gránulos y polvos listos para usar, de acuerdo con la investigación.
En Costa Rica hay una plataforma de apoyo para productores de biocontroladores, integrada por instituciones públicas y centros de investigación y de enseñanza. Sus servicios abarcan desde capacitación hasta formulación y verificación de calidad.
En el 2016, la importación de biocontroladores alcanzó los $2,7 millones, mientras que las exportaciones fueron de de $109 mil, con un crecimiento promedio del 2% en el último quinquenio.
Los biocontroladores extranjeros y costarricenses deben estar registrados ante el Ministerio de Agricultura y Ganadería, pasar pruebas de toxicidad y tener una certificación orgánica.