Mejorar el transporte público es fundamental para resolver problemas de embotellamientos, según experto
Costa Rica debe evaluar una mayor restricción vehicular: David Gómez, experto en Movilidad Sostenible
Entre el 2000 y el 2024, el número de carros en Costa Rica pasó de 607 mil a 1,6 millones.
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Martes 21 mayo, 2024 10:32 a. m.
Para resolver los problemas de congestionamiento vial que sufre Costa Rica, el país debe apostar sin duda alguna a la mejora del transporte público, ya que solo de esta manera se logrará mejorar la calidad de vida de los ticos, según David Gómez, experto en movilidad sostenible.
Y es que entre el 2000 y el 2024, el número de vehículos en Costa Rica pasó de 607 mil a 1,6 millones, según datos del marchamo pagado del INS.
Sectorizar las rutas de buses, eliminar las líneas duplicadas, modernizar unidades, integrar tarifas, encadenar buses con trenes y con infraestructura peatonal y ciclista, son algunas acciones que podrían ayudar a que la gente se enamore del transporte público y deje el carro en casa, por así decirlo.
Sin embargo, eso no sería suficiente, ya que se deben tomar acciones para hacer más restrictivo el uso del vehículo privado, de acuerdo con el experto.
Una de esas medidas es ampliar la restricción vehicular en la capital, a la vez que se debe promover un proceso de “desincentivos a la conducción de carros”, incluyendo subir el costo del parqueo y disminuir su oferta (tanto en calle como en parqueos públicos).
Asimismo, hay que reducir la velocidad por medios físicos en centros urbanos para que la prioridad de cruce sea siempre peatonal y ciclista.
¿Se podría explicar el crecimiento del parque vehicular costarricense por culpa de la falta de opciones modernas y eficientes de transporte público?
Definitivamente.
La ausencia de un sistema de transporte público que supere al transporte motorizado particular en velocidad, seguridad y conveniencia hace crecer el parque vehicular y la cantidad de viajes hechos en carro.
Pero no solamente es la ausencia de un buen sistema de transporte público, sino también, la ausencia de infraestructura peatonal y ciclista que motive a las personas a caminar o pedalear hasta el transporte público, y a hacer sus viajes más cortos a pie o en bicicleta.
Muchísimas personas podrían ir a comprar el pan a pie o en bicicleta por la corta distancia que hay hasta su panadería local, pero muchas deciden ir en carro porque el contexto es hostil para caminar y pedalear. Esos pequeños viajes en carro también suman muchas presas.
¿Qué se podría hacer para reducir las presas?
Es necesario sistematizar el transporte público y sacarlo de las presas cuanto antes.
Sistematizar quiere decir sectorizar, eliminar duplicidad de rutas, modernizar unidades, integrar tarifas, encadenar buses con trenes y con infraestructura peatonal y ciclista, y complementar el sistema con infraestructura moderna y conveniente, como terminales multimodales con acceso a comercio de consumo y otros servicios que hagan atractivo y conveniente usar el transporte público.
Ese proceso, que incentiva la movilidad activa y el uso de transporte público, debe arrancar en paralelo con un proceso de desincentivos a la conducción de carros: subir el costo del parqueo y disminuir su oferta (tanto en calle como en parqueos públicos), sancionar el parqueo en zonas prohibidas, reducir la velocidad por medios físicos en centros urbanos para que la prioridad de cruce sea siempre peatonal y ciclista.
Asimismo, se debe ampliar y dinamizar la restricción vehicular para que cubra más vías por más tiempo (en Bogotá, por ejemplo, los domingos hay restricción de ingreso a la ciudad por horarios, para que no todos los carros ingresen a la misma hora).
¿De qué forma puede el sector autobusero ayudar a resolver el problema?
Siendo proactivos en la sistematización del servicio que prestan. También exigiendo al MOPT más y mejores carriles exclusivos y sumando más unidades al SINPE-TP (pago electrónico), buscando alinear sus horarios con los del Tren Metropolitano.
Asimismo, se debe modernizar la flotilla y diversificarla para ir avanzando hacia un modelo troncalizado con unidades de alta capacidad alimentadas en nodos por unidades de menor capacidad.
Considerando el poder que tiene el sector autobusero, ellos deberían estar liderando la sistematización del servicio.
A la postre esto les va a significar menores costos operativos y márgenes más amplios de ganancia. Pero hay que invertir tiempo y dinero.
¿Por qué ha costado tanto implementar soluciones?
Principalmente porque no nos convencemos de que un sistema multimodal es mejor que uno unimodal.
Nuestras autoridades siguen atoradas en el paradigma carrocentrista y sus inversiones están dirigidas casi exclusivamente a los conductores, con altísimos costos en tiempo y dinero.
Si no cambiamos de rumbo ya, las ampliaciones viales y los intercambios a desnivel que tantísimo dinero y presas nos cuestan, van a estar obsoletas y congestionadas en solo unos años.
En el fondo de esto se encuentra el simple mito de que todos deberíamos conducir un carro.
¿De quién es la culpa?
No se debe señalar a un único actor, porque hay responsabilidad compartida, pero el gobierno nacional es responsable de elegir y propiciar el modelo de movilidad que sigue el país, y nuestro modelo está profundamente errado y gravemente agotado.
Otros intereses particulares que se benefician a corto plazo de este modelo también tienen culpa, pero las autoridades son quienes llevan la batuta.
¿Ha fallado el gobierno?
Sin duda. Este y todos los gobiernos, porque nunca en Costa Rica hemos visto una movida contundente en la dirección de la movilidad sostenible.
Los pequeños atisbos de carriles exclusivos en lugar de una verdadera sistematización del servicio de autobús, la tímida implementación de SINPE-TP, la resistencia a invertir en la modernización del Tren Metropolitano, y el incesante incentivo para que la gente elija el carro como medio habitual de transporte, son yerros de este y todos los gobiernos anteriores. Nos han quedado debiendo.