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COLUMNISTAS


Costa Rica en un mundo que se parte

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 27 mayo, 2024


El mundo en que vivimos cambia profundamente y con velocidad desconcertante. Como parte de ese cambio, en la actualidad retrocede la globalización fundada en reglas y no en el poder y se deterioran las instituciones internacionales. Además, los conflictos geopolíticos, las guerras actuales y las amenazas de conflictos aún mayores nos dividen en bloques que se enfrentan, a pesar de comerciar entre sí.

Ya desde el 15 de agosto de 2022 The Economist dedicó su edición al tema de un mundo que se divide.

Dada la confrontación geopolítica y comercial entre China y los EEUU estos países, a partir de la Administración del Presidente Trump, cada día aumentan las restricciones al comercio con aranceles y -ante el peligro de una confrontación- también establecen privilegios para la producción en sus respectivas naciones.

Ciertamente muchas de las medidas iniciales de EEUU se originaron en subsidios de China. Pero no fueron justificadas para compensar esos subsidios, ni buscó ese país la vía de la OMC de solución de controversias. Simplemente la Administración Trump argumentó en forma general que en China había subsidios, e impuso aranceles a una cantidad de artículos. El Presidente Biden ha aumentado los impuestos a las importaciones de China y ha establecido restricciones y subsidios.

La separación en bloques se aceleró con la invasión de Putin a Ucrania y el acercamiento entre Rusia y China cuyos líderes Vladimir Putin y Xi Jinping, el 4 de febrero de 2022 poco antes de esa atrabiliaria violación de la territorialidad de una nación independiente, se habían reunido en Beijing. En esa reunión emiten una declaración que rompe con la universalidad de los derechos humanos establecida por las NNUU desde su carta fundacional y declaran “la amistad sin límites” de sus naciones.

Lo que previamente era una reacción proteccionista para fortalecer la industria local y generar empleo en poblaciones que estaban siendo afectadas por la competencia internacional, se ha ido convirtiendo en restricciones a la importación de bienes extranjeros y en subsidios a la producción local con miras a la defensa militar, y también a la protección al ambiente. El comercio pasa de ser guiado por la búsqueda de eficiencia a ser regido por razones de seguridad nacional.

Como parte de ese enfrentamiento se promueve la producción de microprocesadores, de equipos para generar energías renovables, de vehículos eléctricos. Los EEUU en agosto de 2022 aprueba la Ley de Chips y Ciencia (Ley Chips), que promueve la producción de microprocesadores en EEUU y en países cercanos y amigos de esa nación.

Por un tiempo parecía que no se daba la repetición del ojo por ojo en retaliación de aranceles sino más bien que esas reacciones se daban en el otorgamiento de subsidios. Una investigación del FMI concluye que dentro del año posterior a que una nación grande establezca un subsidio a la producción de un artículo, en un 74% de los casos otra nación poderosa responde con un subsidio propio.

Pero ahora incluso en aranceles parece que se inicia una reacción de ojo por ojo. El Presidente Biden multiplica por 4 los aranceles sobre vehículos eléctricos chinos elevándolos a 100%, y también impone impuestos a la importación de china de acero y aluminio de 25%, de 50% a semiconductores y a paneles solares.

El Expresidente Trump anuncia que elevaría a 200% el arancel de vehículos eléctricos, y la Unión Europea estudia imponerlos.

Se ha multiplicado entre los países industrializados y también en algunas economías en desarrollo el uso de Regímenes de Inversión Extranjera (FDI por sus siglas en inglés) que limitan el acceso a sus mercados de algunas industrias, y no solo por motivos de seguridad.

EEUU y países europeos señalando motivos de espionaje han limitado el acceso a sus mercados de equipos de Huawei y el Congreso de los EEUU ha dado un plazo a la empresa china dueña de Tik Tok para vender sus operaciones en ese país.

Todas esas medidas van dividiendo el comercio internacional en dos bloques, uno liderado por EEUU y otro por China. La Unión Europea juega un difícil equilibrio tratando de defender su alianza militar, cultural, estratégica, comercial con EEUU y sus grandes intereses por las relaciones comerciales y de inversión con China.

Costa Rica no puede jugar ese papel igual que Europa.

Somos demasiado pequeños y débiles, y dependemos muchísimo más de los mercados, las inversiones, el turismo, las tecnologías, los servicios y las relaciones de seguridad con EEUU … y con Europa. Gracias a Dios y a nuestros inteligentes antepasados apreciamos la cultura occidental judeocristiana y grecorromana y hemos desarrollado nuestra democracia liberal. Gracias a ellos no tenemos ejército, pero nuestro vecino al norte se asocia con Rusia y fortalece sus fuerzas armadas y sus servicios de inteligencia.

Debemos escoger bando.

Por eso Costa Rica ha cerrado puertas a Huawei. Por eso tenemos la alternativa del comercio amistoso (friendshoring) y cercano (nearshoring) como una ruta que sigue progresando y es muy esperanzadora para la fabricación de chips.

Pero la división en bloques, la desglobalización y el comercio regido por las acciones unilaterales de los poderosos no es el mejor camino para la paz en el mundo, ni para la eficiencia de la producción, ni para enfrentar el calentamiento global y la pérdida de vida animal y vegetal.

Nos toca ser leales con el mundo occidental.

Pero también nos toca seguir levantando nuestra voz en favor del comercio reglado, de la vigencia plena de la OMC, de la democracia liberal, el estado de derecho y los derechos humanos y de las acciones de NNUU para promover y preservar la paz.

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