Covid-19, vacunación y amistad social
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 05 abril, 2021
La encíclica Fratelli Tutti que hace pocos meses emitió el Papa Francisco nos llama a convertir la fraternidad humana, que nos imprime el ser hijos de Dios, en amistad social que permita una cultura de encuentro y solidaridad.
Esta segunda semana santa que vivimos bajo el ataque de esta pandemia nos debe mover a todos creyentes y no creyentes, habitantes del mundo más desarrollado y de los países más pobres, a ricos y a pobres, a ser hermanos de las personas que sufren los dolores físicos y económicos causados por la pandemia y la pobreza.
Ya en la última navidad el Papa Francisco clamó: ¡Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta! ¡Poner en primer lugar a los más vulnerables y necesitados!
Respondiendo a su angustioso llamado, la Academia de Líderes Católicos Latinoamericana después de escuchar una presentación del Ministro de Estado de Chile don Jaime Bellolio sobre el éxito de ese país en el programa de vacunación, nos encargó a algunos de sus miembros preparar un “MANIFIESTO POR LA VACUNACIÓN UNIVERSAL SOLIDARIA” que fue publicado con el respaldo de muy respetables dirigentes de nuestra región. El texto completo y los firmantes puede consultarse en https://liderescatolicos.net/manifiesto4/ y allí mismo puede expresar su apoyo quien desea adherir su firma.
En ese manifiesto recordamos que “La vacunación universal no solo salva la vida de las personas y lleva a la reducción de la presión de la demanda por servicios hospitalarios, sino también es la acción más efectiva para la recuperación económica. La dimensión del desafío es enorme, expertos en salud pública estiman que, considerando la edad y las condiciones de salud prevalentes, se requerirá vacunar de 3200 a 4100 millones de personas para llegar a la inmunidad de rebaño a nivel global” …
“La vacunación universal no es una caridad, sino la consecuencia de un derecho humano fundamental como lo es el derecho a la salud, mediante una acción preventiva por excelencia; y es también un deber de justicia que se justifica por todos los criterios (sanitarios, económicos, financieros, sociales y políticos). Las vacunas son un bien público internacional, que deben ser asequibles a todos, especialmente a los más pobres. Por tanto, más que una función pública, la vacunación universal es una exigencia evangélica, humanitaria y solidaria” …Pero, “Los países ricos con un 15% de la población mundial han contratado el 60% de la producción mundial de la vacuna ... Son 13 los países productores de las vacunas y de sus componentes, quienes han establecido límites explícitos y ocultos a las transacciones internacionales de las vacunas”
Repetimos la afirmación de las más autorizadas entidades sanitarias: “No hay seguridad para nadie si no hay seguridad para todos. Mientras el virus continúe en las áreas más pobres del planeta periódicamente encontrará caminos para regresar también a las más ricas. Por eso nos atrevemos a pedir medidas eficaces para la vacunación de todos.”
1.- Aumentar los recursos y el acceso a vacunas del programa COVAX. Este programa busca facilitar la adquisición de vacunas a los países en desarrollo y pobres, pero va muy atrasado en cumplir sus objetivos. Aún si los fabricantes cumplieran con sus entregas y se alcanzaran las metas, apenas se lograría vacunar 500 de los 1700 millones de habitantes de los países pobres y al 20% de los habitantes de países de ingresos bajos y medios
2.- Suspender las patentes. “Los acuerdos para la gestión y protección de los derechos de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio permiten en un período de excepcionalidad y por ende de pandemia, la suspensión de la patente, con la posibilidad de que los Estados produzcan directamente medicamentos, además del acceso a tecnologías complejas.”
3.- Lograr acuerdos entre empresas farmacéuticas y fabricantes en países de ingresos medios y bajos. “Es muy importante facilitar el conocimiento (explícito y no articulable) entre las farmacéuticas propietarias de vacunas y los potenciales fabricantes en países pobres y en desarrollo”.
4.- Promover la investigación científica y la innovación tecnológica. Se debe obtener el apoyo financiero de organismos multilaterales y otras fuentes de cooperación internacional para asegurar la oportuna disponibilidad de vacunas para todos, especialmente las personas marginadas y aisladas.
5.- Instaurar un reinicio de solidaridad fraterna. Las familias más pobres y vulnerables no pueden esperar. Además de la enfermedad y la muerte las ataca cruelmente la pobreza, el desempleo y la pérdida de esperanza.
Poco después de la publicación de nuestro manifiesto, el Institute por New Economic Thinking emitió su reporte “The Pandemic and the Economic Crisis: A Global Agenda for Urgent Action” de los economistas laureados con Premio Nobel Michael Spence y Joseph Stiglitz quienes expresan criterios y recomendaciones similares. (https://www.ineteconomics.org/research/research-papers/the-pandemic-and-the-economic-crisis-a-global-agenda-for-urgent-action)
Es de señalar que en este reporte -respecto al tema de patentes y facilitación de la producción y acceso a vacunas y otros artículos para enfrentar el COVID-19- se afirma: “Merece una adecuada consideración la propuesta de Costa Rica apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMC) para unir voluntariamente los derechos de propiedad intelectual.” Se refiere a la presentación realizada por el Presidente Alvarado y el Ministro de Salud Salas a la OMC el 23 de marzo de 2020, muy al inicio de esta pandemia, para crear un mecanismo global que permita el acceso y uso de los derechos de propiedad intelectual que faciliten la detección, la prevención, el control y el tratamiento de esta pandemia.
Spence y Stiglitz en su reporte afirman que la OMS creó un “Fondo Tecnológico de Acceso Común COVIT-19 (CTAP) para dar acceso – libre o con costos razonables pagables por todos los países- a derechos de propiedad respecto a pruebas, medicinas y vacunas, pero solo 40 países principalmente en desarrollo lo han suscrito, y no es efectivo por falta de apoyo político y recursos y por la no participación de los detentores de derechos intelectuales de propiedad”.
En estos tiempos de sufrimiento hace aún mucha falta la cultura del encuentro, la vocación fraternal de servicio, la solidaridad entre naciones y entre personas.
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