Crisis, conocimiento, experiencia y destrezas
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 09 octubre, 2020
Sinceramente
La juventud es maravillosa con su energía e idealismo. Las caras nuevas son fantásticas políticamente ya que sin trayectoria pocas críticas les pueden lanzar sus adversarios. Lo complejo es saber si la falta de conocimientos, experiencia y la carencia de destrezas no le harán falta al país, si llegaran a ponerse a prueba dichas personas.
Mandar un proyecto de préstamo al FMI elaborado por el Ministerio de Hacienda, de este calibre y trascendencia, sin haber sido sometido a conocimiento de los partidos políticos ni de otros grupos cívicos, empresariales, cooperativos, solidaristas y sindicales era claramente exponerse a reacciones de cualquier índole.
Tener al frente del diálogo social a personas que apenas están desarrollando sus primeras experiencias es positivo para ir capacitando a las nuevas generaciones, pero se requiere espuela en un conflicto de importante envergadura.
El tener un funcionario de probada trayectoria al frente de los asuntos y un joven que vaya desarrollando su aprendizaje político e institucional es lo correcto, pero se designaron nuevos, que cumplían con lo de ser otras caras, pero que no parecen ser los mejores, ni los más expertos en el manejo de crisis en época de grandes exigencias.
Las grandes crisis son difíciles de anticipar a menos que uno mismo las provoque. No recuerdo cuantas veces he escrito que deberíamos defender las fuentes de empleo, generadoras de riqueza y de impuestos. Los cierres hicieron gran daño. Sin negocios no hubo empleo, sin empleo tampoco hubo consumo y la generación de impuestos se hundió. El gasto aumentó entre tanto. ¿Hay lógica en ello?
Las mejores intenciones muchas veces pavimentan el camino que conduce a las tragedias de los países. Las mejores intenciones de quienes en su inexperiencia tomaron medidas sin contemplar consecuencias económicas y sociales nos tienen de rodillas.
La economía venía teniendo una recuperación muy lenta, con crecimientos muy limitados luego del paquetazo de impuestos. Luego de la pandemia, que fue complicada por la ausencia de sentido común, las cosas empeoraron.
Salud y economía no están divorciadas. Economía y salud van de la mano. No lo percibieron. Jamás midieron que el estado vive de los impuestos y que estos están generados por una cadena de producción, consumo, creación de ganancias y de impuestos insoslayable.
Creo que quienes jamás han estado detrás de una registradora, o renegociando las deudas de una empresa con dificultades de flujo de caja o de una pyme en la que el pago de las planillas los viernes requiere de un esfuerzo y un ejercicio de angustia en serio, no perciben esa cadena generadora y virtuosa que mueve al país por falta de experiencia y además por un cierto prejuicio contra los emprendedores y empresarios.
El estado social de derecho del que tanto nos hemos enorgullecido no vive sin el sector privado que lo alimente. Ese estado social de derecho vive a base del trabajo arduo y diario de un robusto sector privado que cubre salarios y gastos de los trescientos mil empleados públicos, los combustibles de sus vehículos y la electricidad de su energía.
Cerrados, comiéndose las reservas de efectivo que familias y empresas tenían, sin vender y sin ganar, sin pagar sus deudas y sin atender a sus habituales clientes, este motor de los ingresos y de los impuestos soporte del estado social de derecho no pudo más.
Nadie en su sano juicio, en su economía personal, en su empresa o en su familia gasta dos veces el monto de sus ingresos de manera permanente. Nadie en su sano juicio hace tal cosa, pero los administradores del estado lo hicieron y conforme no alcanzaron los ingresos comenzaron a pedir préstamos para no dejar de gastar. No contrajeron el gasto, lo aumentaron. La deuda llega ya al 80% del PIB y los ingresos por tributos solo alcanzan para el 45% de los gastos del gobierno.
Estamos en crisis y enfrentamos pleitos, agresiones, cierres, y la situación económica y fiscal no recibe solución. Estoy convencido que la dureza del costo del ajuste será muy significativa y dolorosa. Estoy convencido que se buscará sacrificar a los motores de la economía para conservar el nivel de gasto de gobierno que es el problema de fondo.
Espero que el país aprenda la lección. No se eligen diputados, presidente y vicepresidentes alegremente sin conocer si ellos poseen destrezas para manejar los problemas del país.
No se nombran personas sin habilidades ni conocimientos probados ni experiencia para atender y manejar los complejos asuntos de gobierno.
No se emprenden grandes reformas tributarias de urgencia que toquen a todos los sectores simultáneamente sin saber que la oposición será enorme. No se tocan todos los intereses sindicales, cooperativos, empresariales, solidaristas y sociales al mismo tiempo porque todos estos grupos tendrán serias reacciones que en conjunto harán mucho muy difícil el gobierno del país.
No se gasta sistemáticamente más de los ingresos. No se pide prestado para seguir gastando y hacer humo millones de millones. La deuda es para desarrollar proyectos que sean pagaderos por los proyectos mismos.
El objetivo de un gobierno no es politiquear y dividir a la sociedad con asuntos importantes pero secundarios a la supervivencia. Una casa dividida y en pleito no sobrevive. A la sociedad hay que unirla alrededor de un proyecto, de una idea o de un ideal.
En fin, que para atender una crisis es menester preverla, evitarla y tomar las medias de corrección antes de que esta estalle. Para manejar un país es menester crear un equipo de talentos y elegir un presidentazo.
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