Cuando la vocación manda
Candilejas candilejas.cultura@gmail.com | Viernes 13 abril, 2018
Trabaja en la acera frente a su casa y los que pasan se detienen a verlo.
Formarse le costó muchísimo. Su familia era de bajos recursos y él tenía que obtener un salario que no le alcanzaba para entrar a la universidad.
Sin embargo, ni el tiempo ni las circunstancias lo hicieron apartarse de su objetivo: dedicarse a crear piezas de arte. Un deseo que se manifestaba ya en él desde que estaba en la escuela.
Y lo logró. Alvaro Brenes tuvo que trabajar muchísimo en Costa Rica, donde nació y hasta en Venezuela, hace muchos años, donde vivía su hermano.
Pero regresó a su país y logró entrar a Bellas Artes de la UCR donde obtuvo una beca, para ir a formarse y tallar sus obras en la Academia Pietro Tacca, en Carrara, Italia.
Justo al sitio de donde obtenía el mármol, su materia prima para esculpir, el artista Michelangelo Buonarroti, arquitecto, escultor y pintor renacentista conocido como Miguel Ángel.
De regreso a Costa Rica, Brenes logró entrar a Bellas Artes de la UCR pero al llegar a quinto año “tuve que comenzar a trabajar de nuevo”, dice.
Sin embargo en Alvaro Brenes se refleja totalmente el dicho “querer es poder”, ya que nunca dejó de esculpir y aprendió también las técnicas para hacer vitrales.
Esto último le permitió trabajar dando clases en el Instituto Nacional de Aprendizaje, INA, y en Técnico Don Bosco.
En 2010 Brenes se pensionó y eso le permite ahora dedicar todo su tiempo a la pasión que siente desde su infancia y que conservó a lo largo de su vida.
Si usted quiere ver algunas de sus obras, puede hacerlo ahora en la Sala de Exposiciones del INA, en donde también encontrará las pinturas de Nury Morales, otra enamorada del arte.
Morales rinde homenaje a la naturaleza de modo tal que si algo de las maravillas que hoy nos rodean se perdieran mañana, en sus obras quedarán para ser conocidas por las futuras generaciones.
Es por eso que, mediante su pincel, la naturaleza cobra vida hasta en sus más mínimos detalles y para ello no necesita cruzar fronteras, le basta con mirar a su alrededor, en cualquier lugar de Costa Rica en que se encuentre.
En una pequeña hoja, en su colorido, en la perfección de un pétalo reproducido en las pinturas de Morales, recuperamos nuestra capacidad de asombro.
La artista utiliza todas las técnicas y especialmente aquellas que le permiten crear no solo hiperrealismo – cercano a la fotografía- sino ir hacia un estilo pictórico de finales del siglo XIX y principios del XX, llamado posimpresionismo.
Morales se introdujo al mundo del arte desde hace 25 años estudiando en academias privadas, en la UCR y en el Instituto Tecnológico en barrio Amón.
“Se puede reflejar mucho de lo que es un país por medio del arte”, dice la pintora.
Ella siempre estuvo relacionada con la idiosincrasia del pueblo costarricense y en los últimos tiempos se apasiona pintando flores y hojas cotidianas, haciendo acercamientos que evidencian la perfección de la naturaleza.
Así, la artista contribuye a difundir las bellezas naturales de Costa Rica, dentro y fuera del país, mediante obras que son impresionantes ventanas a ese mundo.
Una vez más, como es ya tradición en su Sala de Exposiciones, el INA acerca a sus estudiantes y colaboradores al arte.
Nada mejor para despertar su sensibilidad, su creatividad y su entrada a un mundo al que tal vez de otro modo no llegarían a conocer.
Ese mundo que nos cambia la vida, nos permite tomar conciencia de la belleza y dialogar con los artistas a través de sus obras.
Carmen Juncos
Editora Jefa y Directora de proyectos
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