Cuando el huracán azota
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 15 marzo, 2012
Cuando el huracán azota
¡Qué difícil es conservar la sensatez en un ambiente de aparente o real crisis! Cuando un equipo pierde el control o simplemente pareciera volar “con piloto automático”, se vuelve más difícil gestionar las emociones para no ser preso de ese ambiente. La sensación de estar en medio de un torbellino, tienta a algunos a fingir su motivación para permanecer allí.
Lo mismo puede ocurrir en la vida personal. ¿Cómo reaccionar y salir airosos? Permanecer en control es un buen primer paso; así se conservará la paciencia para evitar ser atrapados por energías improductivas o huracanes emocionales. No sentir la obligación de responder de inmediato permite ganar tiempo y elevar el nivel de análisis. Es mejor ser amo del silencio que prisionero de las palabras dichas. La sensatez y la paciencia facilitarán el discernimiento para tomar decisiones y emprender acciones. ¡Paciencia, bendita paciencia!
Un segundo paso es trascender a lo que está ocurriendo y mirar un poco más lejos. Es calcular el efecto de las diversas opciones de actitudes que se podrían emprender. Es analizar, por ejemplo: ¿qué se gana ganando una agria discusión? Es posible que esto incluya tolerar a los demás mientras no atenten contra nuestra dignidad. Hay seres humanos en guerra con otros y con ellos mismos por la pérdida de tolerancia. Su ausencia ocasionará estancamientos, agresión y descontrol. Los intransigentes son la fuente de los conflictos más complicados en cualquier grupo. Los tolerantes, en cambio, esperan sin desesperarse y luego cosechan los frutos sanos ¿Tolera usted a quienes no le toleran? ¡Trascender, pensar en grande!
Finalmente, cuando los vientos soplan fuerte hay que aferrarse a algo sólido, a los principios no negociables. Saberse inocente de un agravio, por ejemplo, crea una íntima sensación de libertad; los huracanes doblan, pero no quiebran a los equipos que tienen raíces profundas. El riesgo mayor no son los otros, sino sucumbir a las tensiones internas en tiempos de crisis. Si el equipo lo es, en verdad, saldrá adelante. La adversidad es solo una visita al gimnasio de los valores. Los principios protegen contra la mezquindad, el egoísmo y la prepotencia; por eso, tarde o temprano, el huracán seguirá, se extinguirá y los troncos asidos a sus raíces retoñarán. ¡El poder de los valores!
¿Ha pasado algún huracán por su equipo? ¿Se dio cuenta de que ya pasó? ¿Y qué aprendió el equipo, en caso de que regresen más huracanes…?
¡Qué difícil es conservar la sensatez en un ambiente de aparente o real crisis! Cuando un equipo pierde el control o simplemente pareciera volar “con piloto automático”, se vuelve más difícil gestionar las emociones para no ser preso de ese ambiente. La sensación de estar en medio de un torbellino, tienta a algunos a fingir su motivación para permanecer allí.
Lo mismo puede ocurrir en la vida personal. ¿Cómo reaccionar y salir airosos? Permanecer en control es un buen primer paso; así se conservará la paciencia para evitar ser atrapados por energías improductivas o huracanes emocionales. No sentir la obligación de responder de inmediato permite ganar tiempo y elevar el nivel de análisis. Es mejor ser amo del silencio que prisionero de las palabras dichas. La sensatez y la paciencia facilitarán el discernimiento para tomar decisiones y emprender acciones. ¡Paciencia, bendita paciencia!
Un segundo paso es trascender a lo que está ocurriendo y mirar un poco más lejos. Es calcular el efecto de las diversas opciones de actitudes que se podrían emprender. Es analizar, por ejemplo: ¿qué se gana ganando una agria discusión? Es posible que esto incluya tolerar a los demás mientras no atenten contra nuestra dignidad. Hay seres humanos en guerra con otros y con ellos mismos por la pérdida de tolerancia. Su ausencia ocasionará estancamientos, agresión y descontrol. Los intransigentes son la fuente de los conflictos más complicados en cualquier grupo. Los tolerantes, en cambio, esperan sin desesperarse y luego cosechan los frutos sanos ¿Tolera usted a quienes no le toleran? ¡Trascender, pensar en grande!
Finalmente, cuando los vientos soplan fuerte hay que aferrarse a algo sólido, a los principios no negociables. Saberse inocente de un agravio, por ejemplo, crea una íntima sensación de libertad; los huracanes doblan, pero no quiebran a los equipos que tienen raíces profundas. El riesgo mayor no son los otros, sino sucumbir a las tensiones internas en tiempos de crisis. Si el equipo lo es, en verdad, saldrá adelante. La adversidad es solo una visita al gimnasio de los valores. Los principios protegen contra la mezquindad, el egoísmo y la prepotencia; por eso, tarde o temprano, el huracán seguirá, se extinguirá y los troncos asidos a sus raíces retoñarán. ¡El poder de los valores!
¿Ha pasado algún huracán por su equipo? ¿Se dio cuenta de que ya pasó? ¿Y qué aprendió el equipo, en caso de que regresen más huracanes…?