Cuatro desafíos de la educación superior en Latinoamérica
Incae info@incae.edu | Miércoles 13 diciembre, 2017
Quizás los nombres Eloisa Díaz, Gabriela Peláez o Lita Chaverri no resulten muy familiares. Eloisa fue la primera mujer en cursar estudios superiores en Chile en el año 1880, Gabriela ingresó a estudiar derecho en 1936 y se convirtió en la primera abogada colombiana. Y Lita fue la primera mujer en obtener un título profesional en Costa Rica, cuando se graduó como farmacéutica en 1917.
En su momento, ellas hicieron lo que ninguna había logrado y, desde entonces, se ha recorrido un camino largo. Pero, a pesar de que se han dado avances, la región aún presenta muchos problemas.
Así lo demuestra el nuevo estudio del Progreso Social de las Mujeres en América Latina, desarrollado por la Dra. Camelia Ilie, Decana de INCAE y Chair del Centro de Liderazgo Colaborativo y de la Mujer; Jaime García, Investigador Senior del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) de INCAE; y el Dr. Guillermo Cardoza, Profesor Pleno de INCAE.
Principales problemas
1. Mala calificación: en acceso a Educación Superior la región obtiene 48 puntos de 100 posibles. Esta calificación se obtuvo al medir la calidad de las instituciones universitarias, el porcentaje de población con educación superior y los años promedio de educación de las mujeres.
En América Latina, solo el 13% de las mujeres tiene educación superior; mientras que en Europa y Estados Unidos la cifra sube a 23%. En ese punto es necesario cuestionarse: ¿cuánto se está dejando de producir porque las habilidades de las mujeres no se están sumando a la fuerza laboral?
Al tener menos mujeres no se está aprovechando todo el talento disponible ni las habilidades blandas que ellas aportan. Al mejorar los porcentajes, ellas pueden acceder a mejores sueldos y puestos de trabajo, mejorando su economía personal y familiar.
2. Retos tecnológicos: no solo se deben saturar las aulas con carreras como Psicología y Derecho, también hay que enfocarse en carreras como Ingeniería y Negocios. De la totalidad de mujeres que se encuentran estudiando en la universidad, solo el 5% estudia Ingeniería; mientras que, de la totalidad de los hombres, casi un 20% cursan esa carrera.
3. Desigualdad de oportunidades: además, una tercera parte de las mujeres encuestadas declara no tener las mismas oportunidades que los hombres para acceder a ese tipo de carreras.
Para Alberto Trejos, Decano de INCAE, una de las mayores dificultades es el aspecto cultural. Considera que la sociedad está empujando a las mujeres que sí tienen acceso a la educación, a no estudiar carreras en Ciencia y Tecnología, pues en estas áreas son susceptibles a experimentar mayor discriminación y se les ha hecho creer que no tienen la capacidad de desenvolverse en ellas.
4. Desconocimiento de la ley: existen leyes y apoyos para que las mujeres incursionen en otras profesiones; sin embargo, prevalece el desconocimiento. Sin esa información las mujeres no pueden aprovechar los recursos disponibles para alcanzar su máximo potencial.
Reducir la brecha
Temas como la discriminación, la maternidad y la poca flexibilidad laboral hacen que las mujeres decidan no continuar con estudios de maestrías y doctorado luego de su graduación. Definitivamente se necesitan tratar los problemas, no solo desde el ámbito educativo, sino también laboral, social y cultural.
Las universidades tienen la responsabilidad de generar oportunidades para que más mujeres se integren a las aulas y de educar a los estudiantes sobre la importancia de generar mayor participación femenina.
Parte de esta responsabilidad también recae en las mujeres; en la percepción sobre sus propios límites y su audacia para combatir el status quo. Estas generaciones necesitan más “Eloisas”, “Gabrielas” y “Litas”, dispuestas a cambiar la mentalidad, reducir la brecha de género y a construir una sociedad más inclusiva.