Cultura política
Macarena Barahona lmacarena62@hotmail.com | Sábado 30 enero, 2010
No hay mucha costumbre en nuestra cultura política de enfrentar ideas diversas, de polemizar francamente, y esto lamentablemente se observa en todos los candidatos a la presidencia de la República
Cultura política
Estamos a pocos días de terminar el festín del despilfarro comercial de la propaganda política de candidata y candidatos, para ser los elegidos en los comicios nacionales. Los medios de comunicación se han empeñado en esta ocasión, sobre todo la televisión nacional, y nos ha ofrecido la oportunidad de ver varios debates con los principales candidatos. No hay mucha costumbre en nuestra cultura política de enfrentar ideas diversas, de polemizar francamente, y esto lamentablemente se observa en todos los candidatos.
Por ejemplo, sin dejar la imagen elaborada de su publicidad, Laura Chinchilla no sale de sus eslóganes y frases repetidas, su falta de espontaneidad y naturalidad la pone en desventaja, pues a todos nos gusta conocer, en la oportunidad que da la televisión, el pensamiento y el carácter de cada uno. Sobresale su actitud guerrerista y dura, y su negatividad para con los otros candidatos. No alcanza a acercarse a su público. Su falta de naturalidad produce desconfianza.
Realmente, Otto Guevara se luce en la televisión, es más natural y fresco, parece realmente gozarlo y pasarlo bien, en sus participaciones no es franco, claramente se entiende, como Laura Chinchilla, que no nos dicen verdades, que esconden y evaden las respuestas, refugiados en frases hechas de propaganda, hacen que el público se sienta que lo consideran idiota, por supuesto, solo fanáticos y fanáticas aplauden.
A diferencia de los anteriores, Ottón Solís, se presenta como el más franco y argumentativo, polemiza, pero se enfada demasiado rápido, y su actitud confrontativa con los demás es positiva, pero parece eternamente enojado. Sus pocas sonrisas causan alivio, pero su tensión es permanente. No parece escuchar aunque es el único que da respuestas claras y no evade ni usa eslóganes como respuestas.
Esta posibilidad de los debates televisivos ha permitido a muchos ciudadanos y ciudadanas, conocer un poco mejor a cada uno de los que participan en las elecciones nacionales. A través de ellos nos vemos reflejados en nuestra escasa y amada cultura política, donde lo que más prevalece es la mentira, el juego perverso de la publicidad, la manipulación de las desventajas sociales y la escasa ética de los políticos.
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