De adentro hacia afuera
Luis Mastroeni luis@luismastroeni.com | Viernes 14 febrero, 2025
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Los Objetivos de Desarrollo Interior (IDG en inglés) se establecieron en el 2020 como un paso individual para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Estos últimos son más conocidos pues fueron lanzados por la ONU en el 2015 y pretenden generar un enfoque mundial de tal manera que podamos abordar los retos más relevantes del desarrollo sostenible. Se han convertido en una hoja de ruta para que la academia, los gobiernos, las empresas y las ONG trabajen de la mano y puedan priorizar sus recursos en 17 temas que permitirán mejorar la vida en el planeta.
Sin embargo, el mayor acierto de los IDG es: si no trabajamos en nuestro propio desarrollo y equilibrio, nunca lograremos como planeta alcanzar las metas de los ODS. No es posible ponerse de acuerdo en temas en los que, individualmente, no creemos.
Es importante desarrollar algunas competencias básicas, para luego, alcanzar las metas que el mundo necesita para su desarrollo sostenible. Los IDG hablan de cinco dimensiones que se deben trabajar en cada ser humano y que solo desarrollándolas podremos cumplir con los ODS de una manera más acelerada y convencidos de que son la ruta correcta en pro del equilibrio social y ambiental.
La página web de los IDG (https://innerdevelopmentgoals.org/) explica que la primera dimensión es el ser. Es decir, tener plena conciencia de quiénes somos, de nuestro propósito, de estar presente en cada actividad que realizamos. En otras palabras, si no encontramos nuestro propósito personal, será difícil entender que una organización quiera tener un propósito y trabajar por el desarrollo y el bienestar de todas las personas.
Reconocernos como individuos que compartimos un planeta y somos parte de una sociedad suena básico, pero a veces lo olvidamos. El abuso de los recursos que compartimos por parte de algunos más privilegiados, nos deja ver esa falta de consciencia y esa falta de sentido del equilibrio y la solidaridad.
Pensar es la segunda dimensión de estos objetivos. Es decir, debemos utilizar todas nuestras capacidades para leer el entorno de la mejor forma y reflexionar sobre cómo podemos aportarle a la sociedad desde donde estamos para que esté mejor, para que no se deteriore más. Cómo utilizar todas nuestras capacidades mentales para que analizando el entorno busquemos soluciones acertadas y más justas.
El tercero es uno de los que más me gusta. Le llaman relacionarse. Pero creo que va más allá. Es tomar consciencia de que no estamos solos, de que solo la relación pacífica entre todos nos puede hacer mejorar y salir de nuestro egoísmo. Desarrollar un sentido de convivencia pacífica y recordar que somos parte de un sistema frágil y que no podemos abusar de los recursos que existen pues se pueden agotar y hacer la vida imposible en el planeta.
No se pueden alcanzar los 17 ODS sino colaboramos más entre todos. La cuarta dimensión habla sobre la capacidad que debemos desarrollar para colaborar, para confiar más y competir menos. Los grandes problemas que nos acechan solo se pueden enfrentar entre todos, generando redes de colaboración que solucionen las cosas. Hay que aprender a confiar más los unos en los otros, para generar acuerdos que nos lleven a superar retos que no podríamos alcanzar individualmente.
Y, por último, la quinta dimensión es actuar. Hay que salir del estado de confort, hay que ser proactivos y levantar la voz y movernos hacia formas distintas de hacer las cosas, hacia metas que nos permitan evolucionar para proponer empresas diferentes, grupos comunales que se arriesguen y hagan las cosas de manera distinta, líderes empresariales que asuman un papel transformador basado en el poder de las empresas para que las cosas sucedan. En fin, que salgamos de esa forma tradicional de hacer las cosas y pensemos en soluciones astutas que nos permitan mejorar nuestras vidas.
Si no hay un cambio interior, seguirá siendo imposible avanzar hacia las metas que como planeta urgen para hacer posible la vida en el futuro.
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