De Macondo al País de las Maravillas
Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Miércoles 20 mayo, 2020
“De modo que ella, sentada con los ojos cerrados, casi se creía en el país de las maravillas, aunque sabía que sólo tenía que abrirlos para que todo se transformara en obtusa realidad”. Alicia en el País de las Maravillas
Hace unos meses atrás escribí la columna “Banca para el Desarrollo, puro realismo mágico”, en donde afirmé, con base a un estudio realizado por la Defensoría de los Habitantes dado a conocer en noviembre del año pasado, lo difícil que es el acceso de las pymes a los créditos del Sistema para Banca de Desarrollo (SBD).
De inmediato la columna fue respondida por el Director Ejecutivo del SBD, quien sostuvo que esta banca “es una realidad comprobada”… y que hay datos que de manera fehaciente demuestran “el impacto que el SBD ha logrado en las MiPymes de todos los sectores productivos y las acciones que está emprendiendo para apoyarlas, aún más, para que enfrenten esta inesperada crisis económica”.
Soy muy respetuosa de la libertad de expresión y de las opiniones disidentes a mi criterio, porque cuando las leo o escucho, pienso en la frase de Voltaire “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Sin embargo, tras meses de continuar oyendo los relatos tenebrosos de intentos de acceso a los créditos del SBD, unido a la directriz N°083-H-MIDEPLAN, que pone a la disposición ¡₡900 mil millones de colones! para brindar apoyo económico a los que quieren empezar un emprendimiento, o necesiten capital de trabajo para reabrir sus negocios, a fin de mover la economía y generar empleo, no puedo detener mi imaginación y de Macondo –en un abrir y cerrar de ojos– llegué al País de las Maravillas.
“Alicia no tenía la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareció bien decir estas palabras tan bonitas e impresionantes”.
Me pregunto, cómo será posible que el sistema financiero disponga de esos ₡900 mil millones para avales y garantías de créditos productivos, cuando los dineros del SBD son poco accesibles en forma individual (importantes montos se colocan en banca de segundo piso, como cooperativas), porque los bancos se resisten a asumir un mayor riesgo y por consiguiente, a flexibilizar las políticas de crédito aplicadas a los empresarios de pymes
“Todo tiene una moraleja, sólo falta saber encontrarla”.
La realidad es que después de dos meses estériles de reuniones, conversaciones, envíos de correos y llamadas telefónicas a funcionarios públicos, banqueros y ejecutivos de cuentas en instituciones financieras, públicas y privadas, para apoyar a docenas de empresarios que han querido acceder a estos dineros, han sido escasos los resultados positivos. Les presentaré las vivencias ajenas y propias que sostienen las dificultades en el acceso a los fondos del SBD.
Primero, los números de teléfonos asignados para las consultas relacionadas a los créditos del SBD, la gran mayoría no son respondidos. Abiertamente se nos ha comunicado que los ejecutivos de cuentas “están de vacaciones” debido al COVID-19.
“Alicia: ¿Cuánto es para siempre? El conejo blanco: a veces, sólo un segundo”.
Segundo, al preguntar acerca de los créditos del SBD para afrontar la crisis del coronavirus, la respuesta es (lo escribo textualmente): “Nosotros tenemos banca de desarrollo pero no existe absolutamente ningún crédito para ayudar al COVID-19”.
“Si cada uno cuidara su propios asuntos, el mundo giraría mucho más rápidamente”.
Tercero, los pequeños y medianos empresarios unidos para trabajar en el tema, y que han podido recibir atención de algún banco, han tenido una experiencia decepcionante, porque los requisitos que solicitan son inalcanzables para la mayoría. Estos se resumen en: contar con garantía (avales), dos años de estar operando, tener capacidad de pago y clasificación 1 en la SUGEF. La pregunta de rigor es: ¿cómo un negocio que está cerrado o semi cerrado por las disposiciones del COVID-19 puede tener capacidad de pago?
“–Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
–¿Cómo sabes que yo estoy loca?
–Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí”.
Si se aplica las normas generales para la clasificación y calificación de los deudores de la cartera de crédito, es muy difícil el acceso para las pymes. Aunque el artículo 34, de la Ley 9274, reconoce que los créditos concedidos bajo el marco legal del SBD se tramitan, documentan, evalúan, aprueban, desembolsan y administran bajo metodologías que difieren de las tradicionales, la realidad es que éstas no son reflejadas en las políticas de crédito de las entidades financieras participantes, ya que siguen aplicando los estándares vigentes en materia de regulación, sin aparente distinción de las líneas de negocio de Banca para el Desarrollo y otras líneas.
“¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?”, se preguntaba Alicia.
Cuarto, aquellos pocos suertudos o privilegiados en haber recibido atención y llenar los documentos para el crédito, le han respondido que el dinero les será entregado entre sesenta o noventa días, periodo de tiempo en que si el negocio está cerrado, terminará quebrado y se mantiene operando en forma parcial, entonces tendrá que cerrar y por consiguiente, terminará quebrado.
“Si conocieras el tiempo tan bien como yo, no hablarías de perderlo”.
Finalmente, está más que demostrado por el clamor de cientos de pymes, estudios y sondeos realizados, que si los bancos no flexibilizan sus normativas, el SBD no podrá funcionar adecuadamente, y si el SBD no presiona para hacer un cambio en el Acuerdo de SUGEF 1-05, Reglamento para la calificación de Deudores y en el Acuerdo SUGEF 15-16, Reglamento sobre gestión y evaluación del riesgo de crédito para el Sistema de Banca para el Desarrollo, seguiremos estancados.
Solo con el compromiso del Gobierno en hacer cambios a los reglamentos, unido a la buena voluntad de los banqueros asumiendo un mayor riesgo, pueden hacer realidad la promoción del desarrollo económico, impulsando al 92% de los negocios en Costa Rica, que son pymes.
“Llamar a la puerta serviría de algo, si tuviéramos la puerta entre nosotros dos. Por ejemplo, si tú estuvieras dentro, podrías llamar, y yo podría abrir para que salieras, sabes”.
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