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De héroes y villanos

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 14 marzo, 2014


¿Qué amenaza apareció para hacer al candidato apresuradamente desistir?


Sinceramente

De héroes y villanos

Cuenta la historia que en el fragor de la Batalla de Rivas, y estando parapetados los filibusteros en el Mesón de Guerra, sucesivos muchachos corrieron a quemarlo antorcha en mano. Luis Pacheco Bertora, el héroe de Cartago, había caído herido en su espalda intentando quemar el Mesón y los filibusteros habían logrado apagar el fuego.
Otros habían corrido luego, con heroísmo, hasta el alero del edificio, cayendo antes de cumplir su objetivo. Juan María Gallegos a quien conocemos como Juan Santamaría, tamborcillo de la banda de guerra de su regimiento dio un paso al frente y se ofreció voluntario.
Murió en el intento según palabras de Luis Pacheco Bertora que lo había antecedido. Quemó el edificio y Costa Rica coronó la batalla de Rivas con victoria.
¿Qué habría sucedido si Juan María Gallegos hubiera dado por perdida una batalla antes del último esfuerzo supremo por la victoria? Posiblemente la Campaña Nacional habría sufrido un grave revés. Este es un héroe nacional.
Siempre se ha dicho que cuando un vapor se hunde, el último que abandona el navío es su capitán. Quizás por eso causó tanto impacto el hundimiento del crucero de turismo Costa Concordia, cuando dentro de los primeros en huir del escenario del accidente se encontraba el capitán de aquel barco.
Si la posición que la persona desempeña es la de ser líder, es menester que enfrente todos los rigores y no dé la espalda a quienes lo acompañaron y apoyaron.
Si a las primeras grandes dificultades se hace “mutis por la puerta del foro” quien así procede no es conductor de hombres. Huir no es recomendación alguna, ni virtud a ser exhibida.
Hay batallas que se saben perdidas pero se lucha con ardor y se guarda la posición y la línea hasta el final. En la batalla de Isandlwana entre los gloriosos zulúes y el Ejército Británico, unos cargaron con sus lanzas y escudos de piel de vaca contra los Fusileros Reales y la artillería de campo moderna, y vencieron. Todos los británicos fueron exterminados. Ni la muerte cercana, ni la inferioridad técnica ni de armamento, hicieron que los zulúes retrocedieran y renunciaran a luchar. Unos héroes todos.
No renuncia antes de la batalla ningún dirigente, ni jefe alguno, abandonando a su suerte a sus hombres y mujeres. Si se emprende una campaña, se termina.
Si no se tienen los recursos y el barco se hunde el capitán debe de acompañar a los suyos en su suerte. A la desgracia se le da el pecho, no la espalda. ¿Qué amenaza apareció para hacer al candidato apresuradamente desistir?
Cuando asumimos responsabilidades, debemos medir la consecuencia de nuestras acciones. No se daña a un partido, ni a unos leales y fieles partidarios de manera tan definitiva sin que consecuencias también caigan sobre el líder.
Pedir ahora que se vote por quien renunció es impensable. No es digno de los votos. La suerte la echó el mismo candidato. El PLN habrá de reconstruirse y reinventarse con esfuerzo, luego de esta amarga derrota. Pasa el país la página de la elección de 2014. “Winners never quit. Quitters never win”, decía Winston Churchill.

Emilio Bruce

ebruce@larepublica.net
 

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