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COLUMNISTAS


Debemos elegir una persona idónea

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 18 junio, 2021


Sinceramente

El primer domingo de febrero del 2022 se realizarán las elecciones generales para elegir presidente y vicepresidentes y para renovar la Asamblea Legislativa eligiendo a 57 nuevos diputados.

Con facilidad en el pasado los electores, deslumbrados por imágenes y emociones, han electo personas a las cuales faltaba idoneidad. Muchas de esas personas jamás habían sido diputados o ministros, nunca habían trasegado la senda de la administración pública, carecían de un equipo capaz y los electores, convencidos por una masiva campaña publicitaria en la que se acusaba, juzgaba y condenaba a toda la clase política decidieron elegir caras nuevas. ¡Qué barbaridad! Elegimos caras nuevas no elegimos a las mejores caras. Lejos estaba pensar en experiencia, trayectoria, realizaciones vitales, dirección de grandes organizaciones, contactos internacionales o educación suficiente. Los electores buscaron caras nuevas y eligieron caras nuevísimas…El problema político de Costa Rica no estaba en caras nuevas sino en elegir a las personas más idóneas, a las personas con más capacidad de poder liderar y conducir a un país sumido en complejas dificultades. Algunos alegaban ser “los más preparados” pero lo cierto es que le vendieron humo al elector.

Cuando los costarricenses eligieron en el pasado a algunos presidentes y vicepresidentes no pensaron en la idoneidad de esas personas para ejercer sus cargos. Aunque el país estaba enfermo y su enfermedad era muy seria trajimos al poder a personas que no podían resolver esos problemas, pero eran divertidas, eran simpáticas, eran informales y además estaban de moda hablando de los temas de aborto, matrimonio del mismo sexo, estado laico y buscando las metas económicas y sociales de algunos grupos de costarricenses hartos del bipartidismo, de sus prácticas y argollismo. Estar de moda, tocar guitarra, contar buenos cuentos, salir en las fotos sacando la lengua y ser figuras nuevas fueron las características que pusieron en sintonía a esas personas con las generaciones descritas. Ellos no votaron por otra cosa, no votaron por solucionar problemas, no estaban por elegir buenas personas idóneas y el estrellonazo ha sido de antología. Votaron por la imagen de cambio, por interrumpir la continuidad de lo que censuraban. Votaron por la esperanza que ofrecían los candidatos electos de un mundo mejor y feliz. Les vendieron imágenes y emociones.

Desempleo creciente, economía con un crecimiento limitadísimo, brechas históricamente grandes en ingreso, en educación, en entrenamiento y la igualdad de oportunidades desaparecida describen a lo que hemos llegado hoy. ¿Programa de reactivación económica? Ninguno. Pero eran muy corrongos, muy sonrientes y divertidos. Para desempañar un trabajo complejo uno no escoge sonrisas.

No se puede elegir personas que no estén en capacidad de enfrentar y dirigir la solución a nuestros problemas nacionales. No basta que sean jóvenes, simpáticos y actuales. No basta que sean caras nuevas y sonrían bonito en las fotos. No basta que sean tan buenos que cuenten con la bendición de diferentes iglesias. Ya tuvimos un presunto obispo luterano de ministro y todos tenemos claro el resultado. No basta con ser angelical y beatífico si no se tienen las destrezas para la resolución de la problemática que vive el país. Las elecciones son la contratación de un funcionario que resuelva, que sepa, que guíe, que con su experiencia y que con su liderazgo nos conduzca y nos ayude a todos a encontrar nuestro camino de prosperidad y progreso general.

Un presidente debe de ser guía de un país, pero también debe de ser un hábil administrador. Un presidente no debe solamente ver el presente sino visualizar como estadista el futuro y plantear metas de diez, quince y veinte años hacia el horizonte que le den sentido de dirección al estado. Un presidente debe de ser el que una a la sociedad costarricense, no el que propicie desde su posición una polarización permanente para en división dominar a los gobernados. Presidir no es dividir. Presidir no es dominar. Presidir es unir y diseñar soluciones de bienestar general presentes y futuras. Presidir no es ignorar a las mayorías insatisfechas, ni tampoco manipular electoralmente a las minorías.

Una persona de estas características puede ser muy joven y ser nuevo, pero no bastan juventud y novedad, simpatía y estar a la moda si no tiene las características de idoneidad requeridas para conducir al país hacia un futuro promisorio. No basta peinar canas tampoco, ser una persona de la tercera edad que no posee las características de capacidad, educación, experiencia, liderazgo y moralidad comentadas no sirve. No es un asunto de años sino de ser la persona para el puesto.

La escogencia del funcionario que nos dirigirá debe de contar también con una base moral y de decencia personal sólida. Se eligen buenas personas, personas sanas, personas que, con su palabra, su ejemplo y su trayectoria de vida conduzcan al país dentro de esos márgenes y principios. Ser una persona buena, de principios e integridad, de honestidad y congruencia entre lo que se dice y lo que se hace forma parte de las características indispensables de la persona que nos presidirá. Moral y decencia no se trata de darse golpes de pecho o panderetear exclamando “aleluya”. Ser un líder ético se trata de dar muestras de bases sólidas de moral y un comportamiento que nos dé ejemplo de lo que los costarricenses deben de ser.

Conozcamos muy bien los problemas que enfrenta el país. Conozcamos las destrezas de quienes se ofrecen a presidir el país, su experiencia, su preparación, sus contactos y su buen criterio. Busquemos empatar características de la persona con las soluciones que promueve. Analicemos la congruencia entre las personas candidatas, su solución propuesta a los problemas a resolver y las destrezas y capacidades de estas personas para enfrentar y liderar las soluciones a ellas. Más allá de fiesta, música, guaro y risas, este ejercicio será el que nos permita elegir a la buena persona con preparación y experiencia que nos saque del hueco en que estamos.

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