Déficit fiscal y actitud del Gobierno
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 23 octubre, 2020
Sinceramente
Estamos atravesando una gran crisis económica y fiscal. Estamos viviendo una gran crisis de confianza y de credibilidad. La crisis es percibida por todos, temida en sus consecuencias por todos. Sentimos que nos estamos deslizando hacia un hoyo negro y que los jerarcas llamados a ejercer el liderazgo no lo hacen. Muchos creen que esto es por incapacidad, otros por inexperiencia, muchos más porque temen una agenda oculta en el gobierno. Lo cierto es que vivimos tiempos aciagos y no todos los llamados a poner soluciones parecen entender ni la magnitud ni la profundidad de la crisis fiscal y menos la urgencia de resolverla.
Para los ciudadanos es evidente que hay cuatro grandes problemas que generan el déficit fiscal: el exceso de gastos del gobierno, que con mucho exceden los impuestos recaudados es el más notable, la mala recaudación de los impuestos por el Ministerio de Hacienda que carece de las herramientas informáticas y de la organización para dar trazabilidad a los declarantes y cobrarles lo justo, junto a los fenómenos de elusión y el delito de evasión es el segundo en magnitud, los automatismos de crecimiento de gastos tales como pluses, anualidades, pensiones de Hacienda es el disparador del crecimiento, y más grave aún el crecimiento de los intereses de las deudas del gobierno que es virtualmente incontrolable.
El país puede y debe disminuir el gasto, pero el Gobierno se ha mostrado reticente. Incluso ante acciones parlamentarias para limitarlo, el señor Ministro de la Presidencia aparentemente ha dado instrucciones a las instituciones de presionar para que el gasto de gobierno no se reduzca. Los alquileres no han sido renegociados. Los automatismos en el crecimiento del gasto han sido tan solo parcialmente corregidos. La regla fiscal que limita el crecimiento del gasto dependiendo de los niveles de deuda ha costado que el gobierno, municipalidades y universidades la adopten plenamente.
Los intereses de la deuda crecen con las fuerzas financieras del mercado local e internacional y no son controlables por el gobierno. Se pagan intereses a los superávits de las instituciones que los han generado a partir de las transferencias que el gobierno les ha hecho asumiendo deuda. El gobierno hace transferencias y estas regresan en el monto de lo no utilizado, cobrándoles interés al gobierno. Estos equívocos deben de atenderse de inmediato.
La lucha contra el gasto es confusa ya que la reducción enfrenta oposición del gobierno mismo y de sus jerarcas que no han logrado ver que de no hacerse las reducciones severas que demanda el momento el ajuste automático será dramáticamente mayor.
No deseo dejar de recordar que el 45% de los gastos para el año 2021 se financian con impuestos, que solo los intereses de la deuda montan cerca del 40% del ingreso tributario. No deseo dejar de mencionar que el 55% del presupuesto se financia con deuda adicional. No debe dejarse en el olvido que el peor de los impuestos es la inflación y la devaluación y que el ajuste automático arrollará a todos.
El Gobierno no puede renunciar a gobernar y ejercer el liderazgo constitucionalmente otorgado al Poder Ejecutivo. No es cuestión de decir que los partidos de oposición hagan lo que quieran pero que asuman el costo político de sus decisiones. Las cosas no son ni pueden ser así.
Es claro que la política influye en el deseo por gastar. Estamos en vísperas de año electoral y es el tradicional momento de abrir las llaves del gasto. Pero los costarricenses deben de estar claros que de no contraerse seria y decididamente éste, la inflación, la devaluación y las consecuencias del ajuste automático de la economía serán mucho peores que cualesquiera de las reducciones propuestas.
El país debe de estar informado que el mejor Ministro de Hacienda es una economía en crecimiento. Que para crecer es fundamental generar confianza y fijar reglas de largo plazo para los productores. Que nada de lo que se está haciendo es para estimular el crecimiento económico. Las contradicciones del Gobierno al saber claramente que el gasto debe de contraerse y sus acciones para combatir la reducción, hace a todos cuestionarse la congruencia y su presunta agenda desconocida en todo este manejo. ¿Qué se proponen? Que lo digan abierta y claramente.
¿Qué se propone el Gobierno lanzando a jerarcas a combatir la reducción sabiendo que el gasto debe de reducirse irremediablemente? Todos están claros que la devaluación y la inflación serán una carga insoportable para el país entero. ¿Dónde está la congruencia? ¿Sin congruencia será posible generar confianza? Por supuesto que no.
El costo del gobierno con una economía contraída es excesivamente pesado para el país. Con urgencia debe de reducirse ese gasto. No se gasta cuando no hay plata. Nadie lo hace, el gobierno no es excepción.
Los ingresos deben de fortalecerse y los mecanismos informáticos modernos de recaudación deben de entrar a funcionar de manera urgente para reducir la evasión y el impago. La elusión debe de combatirse, de ello todos estamos claros, pero ¿quién está presentando los proyectos para cerrar los portillos que han sido responsables de tal elusión?
El problema central es el gasto público. Este problema hay que atacarlo tanto por el lado de su reducción como de la mejora de la recaudación. Los crecimientos automáticos deben detenerse todos de inmediato. La regla fiscal debe de imponerse a rajatabla.
El nivel de deuda debe de atenderse generando un superávit primario para no tener que vender instituciones. Si no generamos un superávit primario la deuda nos arrollará y deberán venderse instituciones queridas.
Las medicinas son amargas, pero debemos curarnos. Debemos hacer lo que se debe de hacer. Se debe de atajar la catástrofe de una hiperinflación. El país debe tener la oportunidad de producir más y salir adelante. ¿O será que fuerzas políticas contrarias al mercado, la propiedad privada y el modelo económico prevaleciente desean destruirlo todo y llevarnos a un cambio violento hacia la izquierda radical?
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