Despacio que tengo prisa
Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 05 enero, 2016
Despacio que tengo prisa
Este es el año en que el Gobierno Solís Rivera hace o termina de deshacerse. Puede parecer dramático pero es lo que hay, especialmente tras un 2015 pleno de nada. El reto entonces es definir una lista de prioridades de acuerdo con sus posibilidades y apostar por ellas, para que en lo que resta de administración, que es este año y parte del otro ya sumido en el proceso electoral de 2018, don Luis Guillermo pueda al menos enseñar dos o tres logros conseguidos como resultado de su gestión.
Como lo mío es ver los toros por televisión —ni siquiera desde la barrera— me tomo el atrevimiento de sugerir algunos asuntos que pueden resultar de consideración.
- Reforma fiscal. Como bien sentenciaba en junio anterior la administración Solís Rivera, “la reforma fiscal es necesaria y urgente, porque se acaba el tiempo para realizar un proceso gradual”. Reitero, esto lo decía hace seis meses y, sin embargo, a la fecha no hay una clara intención del Gobierno con el Legislativo y, en consecuencia, seguimos en un peligroso limbo que nos puede llevar a un coma económico.
- Empleo público. El clientelismo político ha sido el principal impulsor de un esquema de empleo público enmarañado, abusivo y anquilosado. El Poder Ejecutivo debe enviar una ley de empleo público que parta de cero, corrija las distorsiones y equipare las condiciones para todos los burócratas. Sin privilegios. Ojalá que también refleje una contención en los gastos porque, como le aconsejó el expresidente Pacheco al Presidente Solís, “es dando y dando, usted tiene que racionalizar sus gastos” si promueve también nuevos impuestos.
- Generación de energía. Si logramos superar la barrera ideológica que todavía es el ICE para muchos, podremos también aceptar que el ICE no está para todo. Por eso hay que eliminar los topes que fija la Ley 7200 en sus artículos 7 y 20, para la generación y compra de energía generada por centrales autónomas respectivamente. Adicionalmente, y quizás de forma más importante, permitir al consumidor administrar sus excedentes de energía, consumo y distribución de forma libre pero regulada para alcanzar el balance neto.
- Economía verde. Costa Rica ha hecho un buen esfuerzo en materia ambiental, así los retos son mayúsculos y vienen en aumento. Hay que buscar que una apuesta ecológica responsable venga acompañada de una valoración económica sostenible que aspire a superávits. Así por ejemplo se puede promover la certificación energética de desarrollos inmobiliarios, de oficinas, zonas francas o industrias. Diseñar una red de transporte público que sea ecoamigable. Fomentar el uso de biocombustibles sólidos, biomasa y fuentes alternas como el gas natural.
- Emprendedurismo. Finalmente, y al amparo de todo lo anterior, es de imprescindible necesidad reducir la informalidad en la economía costarricense. Esto no solo redundará en un mayor desarrollo económico, una mayor ocupación laboral y una mejor recaudación fiscal si no que permitirá sentar las bases de un país más justo y con una mejor distribución de la riqueza. Hay que fomentar el esfuerzo emprendedor dotando a los empresarios incipientes de crédito, de capacitación y logrando una eficiente transición a la formalidad para que sus esfuerzos se materialicen y sean exitosos. Pero sobre todo hay que fomentar la innovación para que el país premie el talento y por ende derive los beneficios del conocimiento. Que así sea.
Pedro Oller
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