¡Destruir puentes!
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 14 abril, 2023
Sinceramente
Una sociedad se construye sobre los esfuerzos colectivos, nunca se edifica esta sobre las ideas, voluntad y decisiones de una sola persona. Los puentes y las comunicaciones son por ende trascendentales en toda función de gobierno, en toda función organizacional y de dirección de una empresa, de una familia y claro está de un país.
Nunca debemos considerar las opiniones discrepantes como las manifestaciones de enemigos. Los adversarios pueden opinar diferente pero no son enemigos, son personas que sostienen puntos de vista diferentes a los nuestros. Las opiniones ajenas nos deben hacer reflexionar y puede que incluso nos hagan cambiar de opinión. Vivir en un sistema de democracia deliberante y efectiva no es escuchar más que la opinión propia o esperar que no existan intercambios vivos de discrepancia de la misma. Democracia sin parlamento no es democracia y sin oposición el parlamento no existe. Las opiniones ajenas enriquecen las nuestras, algunas no son más que tropiezos momentáneos en la lucha por hacer mejor al país. Entre todos los costarricenses forjamos nuestra patria.
En todos los hogares con hijos vivimos una coyuntura de discrepancias y acuerdos. Vivimos una diaria discusión sobre cosas grandes y pequeñas, y prevalecen tanto la razón como el sentido común, gracias a la madurez y la guía del buen padre y de la buena madre. Las discrepancias, los intercambios, las diferentes posiciones y puntos de vista son la fragua sobre la que se cimientan las sólidas decisiones que habrán de permanecer vigentes en el largo plazo.
Si una persona está convencida de sus razones, y de la conveniencia de su posición, cuanto le resta es persuadir, convencer y llegar a compromisos con sus detractores o adversarios coyunturales. ¿Para qué existen los partidos de oposición en una democracia? ¿Cómo canalizar las opiniones políticas de quienes son oposición al gobierno de turno? ¿No merecen respeto las personas que piensan diferente a nosotros? Los que piensan y dicen diferente no son filibusteros son simplemente costarricenses que piensan distinto. ¿No hay derecho en democracia a sostener una opinión propia?
Cerrar comunicaciones y vías de intercambio entre los grupos sociales no conduce más que al aislamiento, a la soledad, a la insignificancia, finalmente a la irrelevancia plena. El fracaso político más frecuente entre los conductores de pueblos fue aislarse, fue romper y destruir comunicaciones y nexos para fracasar después atribuyendo culpas a otros. A triunfar, a conjugar esfuerzos, a formar corrientes de opinión, esa es la vía democrática.
La ira es mala consejera. Los malos sentimientos lo son aún más. Muchas veces estamos en un mal día y se nos van las palabras y los conceptos pronunciados hacen que brote el arrepentimiento posterior. ¡Prudencia! ¡Moderación! Siempre hay que medir lo dicho y las acciones emprendidas. Todas las acciones y las palabras dichas tienen y tendrán consecuencias por lo que la prudencia, la medida, la moderación y la oportunidad deben de ser centrales en todo mensaje, en todo escrito. Somos esclavos de nuestras palabras dichas y escritas.
La Batalla de Rivas es un símbolo patrio muy poderoso. Muchos costarricenses – venidos de muchos pueblos del país- murieron allí luchando por lo que creían y era válido. Allá un joven de pocos años llamado Juan María Gallegos y conocido como Juan Santamaría, tambor de la banda de guerra de Alajuela, voluntariamente se ofreció a cumplir una misión que coronó con éxito. Juan María Gallegos murió en el cumplimiento de los objetivos que él había aceptado alcanzar. Otros lo precedieron, entre ellos Luis Pacheco Bertora de Cartago quien encendió el fuego en el Mesón de Guerra que le fue apagado por los combatientes filibusteros, pero fue herido y quedó inválido el resto de sus días.
La Batalla de Rivas fue importante, como lo fue la de Santa Rosa, como decisiva fue la Campaña del Río San Juan o la Campaña del Tránsito que cortó las vías de aprovisionamiento a William Walker y a sus copartidarios. La Guerra de 1856 se ganó en el Río San Juan y en los procesos de interdicción de los barcos de la Compañía del Tránsito que privaron a Walker de recursos de boca, tropa y cañón.
La victoria de 1856 fue un ejemplo de cómo los puentes y las comunicaciones nos ayudaron y terminaron por forjar nuestro triunfo. Logramos la unidad interna en el propósito de vencer, y las comunicaciones y puentes coaligaron a los países de Centroamérica en el objetivo de derrotar al invasor.
Que la Campaña de 1856 no sea usada para fines políticos puntuales y perecederos. Que sus ejemplos eternos ayuden al país a forjar una cultura de esfuerzo y de resiliencia, de lucha y sacrificio. Para Juan María Gallegos y los muchos otros muchachos muertos y heridos en todas estas batallas, que duermen el sueño de los héroes nacionales, mi emotivo reconocimiento y memoria.
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