Dolarización en Costa Rica, ¿qué se debe conocer?
| Martes 01 junio, 2010
Dolarización en Costa Rica, ¿qué se debe conocer?
El pasado viernes circuló la noticia sobre la presentación ante la Oficina de Iniciativa Popular del Congreso un proyecto de ley que propone dolarizar totalmente la economía costarricense. Tal proyecto fue presentado por la Asociación Nacional de Fomento Económico y en él se postula aceptar el dólar estadounidense como la moneda oficial en Costa Rica. Mucho se ha hablado del tema y quienes lo defienden alegan que una dolarización sería la medicina ideal para los inconvenientes de alta inflación, riesgo país, entre otros asuntos.
No obstante, anclar nuestra moneda al dólar tiene más implicaciones de las que se han planteado en los últimos días y que necesariamente se deben conocer.
La principal ventaja que se le acusa a un ancla cambiaria yace en que se fija la tasa de inflación de los bienes transables del país usado como ancla (en este caso Estados Unidos) contribuyendo entonces a mantener la inflación bajo control, además que con mercados de capitales abiertos la tasa de interés doméstica es similar a la del país ancla.
Estos dos aspectos han sido la principal carta de presentación de esta propuesta en las economías emergentes, sobre todo poniendo como ejemplo a Argentina en 1990 cuando adoptó un sistema de caja de conversión, fijando el tipo de cambio de uno a uno entre los dólares estadounidenses y los nuevos pesos.
Sin embargo, es necesario presentar la otra cara de la moneda y poner en perspectiva los riesgos que se corren al dolarizar una economía en vías de desarrollo como la nuestra.
El primer inconveniente que se presenta con un ancla cambiaria es la renuncia a poder realizar política monetaria. Con la dolarización el único instrumento que le queda a la política económica del país estaría por el lado fiscal, mientras que la pérdida de independencia en el ámbito monetario deja vulnerable al país ante eventuales shocks domésticos de oferta y demanda, esto por su escasa capacidad de acción.
Por otro lado, los shocks que afecten al país del cual se está adoptando la moneda, serán transmitidos de forma directa a la economía nacional; un claro ejemplo sale a flote si se contrastan las estadísticas macroeconómicas resultantes en países comparables con Costa Rica, como El Salvador el cual se vio significativamente más golpeado por la reciente crisis financiera por tener su moneda anclada al país promotor de tal situación.
Otro problema de peso es que los regímenes de dolarización promueven la fragilidad financiera y posibilita consecuentemente, el surgimiento de crisis financieras que pueden ser altamente destructivas para las economías en desarrollo. Estas por lo general carecen de sistemas bancarios totalmente sólidos y estables, verbigracia están los eventos acaecidos en el sudeste asiático y en México, donde la debilidad del sector bancario y los ataques especulativos sobre sus respectivas monedas sumergieron a la economía en importantes crisis financieras.
Finalmente, un último peligro potencial de una dolarización, es que al proveer un valor estable de la moneda, se podría reducir el riesgo percibido por los inversionistas extranjeros y alentar la entrada de capitales y aunque estos sean canalizados a actividades productivas que estimulen el crecimiento, también podrían promover un excesivo endeudamiento y gasto que desestabilicen la economía.
Indudablemente, no se puede perder la objetividad y comunicar solamente una parte de la historia a la sociedad. Un proyecto tan importante no puede ser tomado con tanta ligereza, más si implica renunciar a un importante instrumento de política pública como lo es la monetaria. Las cartas deben se puestas sobre la mesa para que los y las costarricenses podamos poner sobre balanza las diversas perspectivas, valorar los riesgos y prerrogativas que se obtendrían con la adopción de este régimen y no limitarnos a plantear irresponsablemente el asunto como algo totalmente de color de rosa.
Rodrigo Corrales Mejías
Economista
4-192-371
El pasado viernes circuló la noticia sobre la presentación ante la Oficina de Iniciativa Popular del Congreso un proyecto de ley que propone dolarizar totalmente la economía costarricense. Tal proyecto fue presentado por la Asociación Nacional de Fomento Económico y en él se postula aceptar el dólar estadounidense como la moneda oficial en Costa Rica. Mucho se ha hablado del tema y quienes lo defienden alegan que una dolarización sería la medicina ideal para los inconvenientes de alta inflación, riesgo país, entre otros asuntos.
No obstante, anclar nuestra moneda al dólar tiene más implicaciones de las que se han planteado en los últimos días y que necesariamente se deben conocer.
La principal ventaja que se le acusa a un ancla cambiaria yace en que se fija la tasa de inflación de los bienes transables del país usado como ancla (en este caso Estados Unidos) contribuyendo entonces a mantener la inflación bajo control, además que con mercados de capitales abiertos la tasa de interés doméstica es similar a la del país ancla.
Estos dos aspectos han sido la principal carta de presentación de esta propuesta en las economías emergentes, sobre todo poniendo como ejemplo a Argentina en 1990 cuando adoptó un sistema de caja de conversión, fijando el tipo de cambio de uno a uno entre los dólares estadounidenses y los nuevos pesos.
Sin embargo, es necesario presentar la otra cara de la moneda y poner en perspectiva los riesgos que se corren al dolarizar una economía en vías de desarrollo como la nuestra.
El primer inconveniente que se presenta con un ancla cambiaria es la renuncia a poder realizar política monetaria. Con la dolarización el único instrumento que le queda a la política económica del país estaría por el lado fiscal, mientras que la pérdida de independencia en el ámbito monetario deja vulnerable al país ante eventuales shocks domésticos de oferta y demanda, esto por su escasa capacidad de acción.
Por otro lado, los shocks que afecten al país del cual se está adoptando la moneda, serán transmitidos de forma directa a la economía nacional; un claro ejemplo sale a flote si se contrastan las estadísticas macroeconómicas resultantes en países comparables con Costa Rica, como El Salvador el cual se vio significativamente más golpeado por la reciente crisis financiera por tener su moneda anclada al país promotor de tal situación.
Otro problema de peso es que los regímenes de dolarización promueven la fragilidad financiera y posibilita consecuentemente, el surgimiento de crisis financieras que pueden ser altamente destructivas para las economías en desarrollo. Estas por lo general carecen de sistemas bancarios totalmente sólidos y estables, verbigracia están los eventos acaecidos en el sudeste asiático y en México, donde la debilidad del sector bancario y los ataques especulativos sobre sus respectivas monedas sumergieron a la economía en importantes crisis financieras.
Finalmente, un último peligro potencial de una dolarización, es que al proveer un valor estable de la moneda, se podría reducir el riesgo percibido por los inversionistas extranjeros y alentar la entrada de capitales y aunque estos sean canalizados a actividades productivas que estimulen el crecimiento, también podrían promover un excesivo endeudamiento y gasto que desestabilicen la economía.
Indudablemente, no se puede perder la objetividad y comunicar solamente una parte de la historia a la sociedad. Un proyecto tan importante no puede ser tomado con tanta ligereza, más si implica renunciar a un importante instrumento de política pública como lo es la monetaria. Las cartas deben se puestas sobre la mesa para que los y las costarricenses podamos poner sobre balanza las diversas perspectivas, valorar los riesgos y prerrogativas que se obtendrían con la adopción de este régimen y no limitarnos a plantear irresponsablemente el asunto como algo totalmente de color de rosa.
Rodrigo Corrales Mejías
Economista
4-192-371