¿Dos presidentes o una nueva situación política nacional? Vladimir de la Cruz
Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Jueves 26 julio, 2018
Pizarrón
¿Dos presidentes o una nueva situación política nacional?
Es necedad política estar criticando el papel protagónico que tiene el ministro de la Presidencia, Rodolfo Piza Rocafort, en la actual administración del presidente Carlos Alvarado Quesada, cuando esta crítica se origina en diputados y dirigentes políticos de otros partidos políticos que no están gobernando, tan solo por tratar de debilitar la imagen del propio Presidente de la República, o de hacerlo ver como un segundón, o una persona débil, y hasta como lo han tratado de pintar groseramente como una marioneta del Ministro.
Peor aún es cuando la crítica se origina en diputados que tienen representantes partidarios en el propio Gabinete o Consejo de Ministros del presidente Carlos Alvarado. Esto es desconocer en la práctica política la nueva situación política que vive el país desde que Carlos Alvarado Quesada decidió integrar su Gabinete, o Consejo de Ministros, con personas y personalidades distinguidas de otros partidos políticos, que incluso se le enfrentaron en las elecciones de febrero de 2018, bajo el manto público de Gobierno de Unidad Nacional con miras al Bicentenario de la Independencia.
Esta unidad en el Gabinete es cualitativamente nueva en la vida política del país. ¿Por qué no darle oportunidad de verla andar por sus propios pies? Si llega a resultar en sus resultados los ciudadanos lo agradecerán. Si llegare a fracasar, antes de las elecciones de 2022 se verá, y también los ciudadanos pasaran la factura.
Se puede entender que quienes son representantes de partidos de oposición en pleno derecho critiquen todo lo que les suene y les huela a Gobierno. Eso es parte de su tarea. Eso es parte de su control político. La crítica por la crítica es lo que se estila en la vida política nacional, como la crítica negativa, nada propositiva, ni siquiera con propuestas alternativas a lo que se critica.
La mala cultura política, la deficiente cultura histórica, cívica y ciudadana que algunos ciudadanos tienen así hace actuar a algunos representantes populares y a dirigentes políticos, que son su expresión pública.
Si acusar el papel protagónico que tiene, que debe tener y porque así lo está haciendo el actual Ministro de la Presidencia, es tratar de bajarle el piso al presidente Carlos Alvarado, es tratar de montar un conflicto donde no existe, es mentirosamente hacer ver que el Ministro de la Presidencia ha desplazado de su función al Presidente de la República, o que lo ha sustituido, incluso llegando a afirmar que el país tiene dos presidentes, lo que demuestra de parte de sus acusadores es que no han entendido cuál es el entramado político en el que están actuando, y quiénes son los interlocutores válidos en la vida política nacional. Tampoco han entendido que vivimos, nos guste o no, querámoslo o no, una nueva situación política, con este Gobierno, en el país.
Si el país ha carecido en los últimos dos gobiernos de un Ministro de la Presidencia, y que existiendo en esos dos gobiernos, no se haya hecho sentir en su papel, en su trabajo, no quiere decir que el actual Gobierno tenga que repetir esa experiencia que nada bueno les deparó a esos gobiernos, o que el actual Ministro de la Presidencia tenga que tener un papel deslucido, poco oportuno, y contribuya de esa manera, por la desidia de su gestión, al desprestigio también del Gobierno y su Presidencia, y a la imagen débil de Gobierno que puede significar el carecer de un buen Ministro de la Presidencia.
El Ministro de la Presidencia de los gobiernos, de cualquiera de ellos, debe ser de una presencia enorme en la vida nacional, debe tener una íntima relación de trabajo y de visión política con el Presidente de la República, de manera que cuando actúa el Ministro o habla, se sienta que actúa el propio Presidente o habla el propio Presidente. Es su mano más importante, es al que le toca coordinar efectivamente la acción de los distintos Ministros y las distintas acciones de Gobierno, con los diversos y distintos sectores de la sociedad, con los diputados en primer lugar, con los partidos políticos que ellos representan, con los sectores empresariales y productivos, con los sectores sociales organizados, sindicatos, asociaciones solidaristas y sectores cooperativos, y con los mismos medios de comunicación social, sus empresas y periodistas, en lo que a gestión púbica y legislativa le corresponde. A los ministros, de las distintas carteras, les corresponde lo suyo de manera precisa o particular.
El Ministerio de la Presidencia lleva a cabo también la relación con los otros Poderes de la República, el Legislativo, el Judicial y el Electoral, con la sociedad civil en general. Es por su naturaleza un Ministro altamente politizado, o el más político de los Ministerios. Tal vez por esto no les gusta a algunos dirigentes políticos que Rodolfo Piza esté a cargo del mismo por su protagonismo, por su reconocimiento público, y por el buen desempeño que está realizando en su cargo, que los hace sentirse amenazados en sus particulares intereses de posibles candidaturas futuras, donde también podrían enfrentarse al mismo Rodolfo Piza.
En este sentido hay que entender que todos los ministros y ciertos cargos de la Administración Pública deben realizarse sin politizar su actuación los funcionarios. Hay que entender, igualmente, que si Rodolfo Piza quisiera volver a aspirar a la Presidencia de la República, debe renunciar un año antes de la próxima elección nacional, esto es en febrero del 2021, y luego lucharla en el interior de su propio partido, donde ya hay personas trabajando por esa candidatura, tanto en el nivel parlamentario, de donde tratarán de afilar sus machetes, como de aquellos dirigentes que no les gustó la alianza, que es exitosa, que realizó Rodolfo Piza con Carlos Alvarado, para la segunda ronda electoral, cuando muchos de ellos salieron corriendo a los brazos espirituales de Fabricio Alvarado, de manera ciega, oportunista y sin visión política alguna de la realidad del país en ese momento, o con una visión y lectura equivocada de la realidad.
Una labor delicada del Ministerio de la Presidencia, en su titular, es la coordinación de todos los asuntos de orden institucional, es llevarle el pulso, en la preparación, desarrollo y seguimiento, no solo del Programa de Gobierno, y del Programa del Pacto que realizaron Rodolfo Piza y Carlos Alvarado, en todo aquello que tiene que ver, especialmente, con trámite legislativo. No debemos olvidar que la Asamblea Legislativa al año dedica seis meses, en sus sesiones extraordinarias, a atender únicamente los proyectos de ley que tramita el Poder Ejecutivo, dado que durante estas sesiones la iniciativa legislativa le corresponde al Poder Ejecutivo. Del mismo modo tiene que atender las relaciones interministeriales desde la gestión pública de la acción del Gobierno.
Al Ministerio de la Presidencia se le considera la más importante de todas las carteras de Gobierno, el más importante Ministerio de los existentes. Fue desarrollado de esta forma desde diciembre de 1961, y empezó a funcionar en la Administración de 1962, en la de Francisco Orlich Bolmarcich. Ministros de la Presidencia que jugaron este papel importante, siendo injusto al no mencionar algunos, puedo citar a Miguel Ángel Rodríguez, Luis Alberto Monge Álvarez, Fernando Volio Jiménez, José Rafael Cordero Croceri, Fenando Berrocal Soto, Danilo Jiménez Veiga, Rolando Laclé Castro, Rodrigo Oreamuno Blanco, Danilo Chaverri Soto, Rodrigo Arias Sánchez, que fueron de sus presidentes, como lo es Rodolfo Piza de Carlos Alvarado, su más inmediato y cercano colaborador, y ante la opinión y conocimiento público gozaron del reconocimiento de su puesto y de su papel político. ¿Por qué negárselo a Rodolfo Piza? Si se gana el reconocimiento público, como se le está reconociendo, por su trabajo, bienvenida sea su gestión.
Todas las fuerzas políticas, partidos políticos de oposición, especialmente los que no han gobernado, querrán gobernar algún día, y por ello se mantienen en el ambiente político electoral desde las tribunas municipales y parlamentarias donde existen. Los que no tienen grado de representación popular alguno, esperan tenerlo, aunque disminuyen mucho su presencia después de cada proceso electoral. Algunos de sus representantes se mantienen vivos por medios de comunicación, participando en ello, en distintos programas de opinión.
Las izquierdas, que igualmente aspiran a tener algo más que representantes legislativos, también tienen que aprender a gobernar, a tener representantes en la Asamblea Legislativa, en las alcaldías, y consejos municipales, como en los consejos distritales, en los ministerios, viceministerios, y en el cuerpo diplomático. Sin esta experiencia cuesta mucho asumir las tareas y responsabilidades de Gobierno. Los gobiernos no se pueden ejercer sectariamente. Hoy se requieren esfuerzos nacionales para gobernar de la mejor manera posible. Hay que integrar sectores, fuerzas políticas, personalidades de diverso signo. La clave de esta unidad es un Programa Común, que sirva de derrotero, de guía. Es el Programa de la Unidad de Acción, con diversidad de opinión. Esto es lo que urge construir más sólidamente.
Finalmente, la crítica que se hace al papel destacado del Ministro de la Presidencia en el escenario nacional, desconoce que se está avanzando, tal vez sin proponérselo el propio presidente Carlos Alvarado, hacia un modelo parlamentario de Gobierno. Por ahora tan solo son chispas de este modelo, más semiparlamentario, que parlamentario. Esto también pareciera que tiene que empezar a discutirse ampliamente en todos los sectores políticos nacionales, sin prejuicios, entendiendo también que en estos sistemas parlamentarios hay que tomar decisiones, y están hechos para tomar decisiones, que es lo que muchas veces falta en el accionar político nacional.
Con esta discusión podemos también debatir y reflexionar sobre el modelo de país que deseamos, o que desean construir los distintos sectores políticos, sobre el modelo y organización institucional que necesita el país para este momento del siglo XXI, con miras a la celebración del Bicentenario, pensando que dicha conmemoración debe tener a la vista al menos la Costa Rica del año 2050.
Dentro de esta perspectiva, la misma discusión de la convocatoria a una nueva Asamblea Nacional Constituyente que permita desde su seno, y desde la opinión pública que le acompañare, la discusión de la estructura institucional y el diseño político de esa nueva Costa Rica, posible y necesaria, pareciera ser también una tarea urgente, que no debe dilatarse.
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