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Educación II: Las trampas que nos matan

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 03 junio, 2011



Educación II: Las trampas que nos matan


Hay tres trampas en las que fácilmente se puede caer cuando estamos frente a problemas con causas múltiples y complejas, como es el caso del desafío de mejorar la educación de un país.
La primera es creer que hay que abordar simultáneamente todas las causas para no caer en el llamado “reduccionismo”. No es práctico ni viable abordar un problema de estas dimensiones si no nos focalizamos. Cuando todo es prioritario, nada lo es.
Ese tipo de enfoque integral fue casi incuestionable en América Latina y otras latitudes hace medio siglo y el resultado fue decepcionante. Hay que focalizarse en los problemas de mayor impacto, detectar las pocas causas de mayor peso (no un enjambre de múltiples causas) que inciden en el problema. En esas pocas causas de gran peso es donde tenemos que poner nuestra energía, recursos, esfuerzos, para lograr resultados importantes.
La segunda trampa es echarle la culpa a la falta de recursos para justificar casi todos los males. Un administrador educativo, como cualquier administrador de empresas públicas o privadas, debe saber siempre que su tarea es lograr resultados con recursos escasos.
Como todo en la vida, no se puede llegar a extremos, porque en esto no hay milagros, pero tampoco podemos aceptar que la falta de visión y de ejecución se escude en posiciones de este tipo.
Si vemos que los recursos son totalmente insuficientes y que eso no hará posible lograr importantes resultados, entonces es poco ético (y el sistema no debería permitirlo) el seguir dirigiendo una institución. Tal vez otro, con más visión y con actitud distinta pueda hacer algo importante.
La Asamblea Legislativa se está empeñando en subir al 8% del PIB los recursos para educación a partir de 2014. Es una excelente noticia, pero el dinero es un insumo, es un gasto, el que solo se transforma en resultados cuando hay visión, capacidad y honestidad para ejecutarlo.
Hay varios países, Estados Unidos, Francia, y un largo etcétera, donde cuantiosas sumas destinadas a la educación no han provocado mayor impacto en los resultados. En Estados Unidos, por lo menos desde la famosa comisión que se constituyó para abordar el desafío educativo y cuyo documento lo retrató muy bien: Una Nación en Riesgo, se ha dado el fenómeno en que la ecuación “dinero igual resultados” no ha funcionado como se esperaba en ciertos niveles.
La tercera trampa es eludir la responsabilidad que está implícita en la tarea que nos corresponde. Esto no es propio de la educación y lo vemos a diario en los medios de comunicación, donde se pierden miles de millones de colones en decisiones absurdas o en actos deplorables… y la asignación de responsabilidades se la lleva el viento.
En el campo educativo esto se expresa al no hacer corresponsable al educador del éxito de sus estudiantes. Al docente no se le puede cargar todo el peso, pero no puede viajar sin carga ni responsabilidad.

Arturo Jofré
arturojofre@gmail.com

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