El baloncesto costarricense perdió una estrella
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 16 febrero, 2023
Murió Víctor “Mango” Aymerich.
El espectacular alero que con el número ocho en su uniforme celeste o el tricolor de la Selección Nacional, maravilló a miles de espectadores en los años 70, que inundaron las gradas del Gimnasio Nacional para presenciar el duelo de duelos de la época: Universidad de Costa Rica frente al Seminario.
Martes o viernes, noches de baloncesto, era impresionante observar las largas filas de aficionados que buscaban ingresar al coliseo para no perderse aquel clásico del deporte de los aros.
En las gradas no cabía un alfiler y los fanáticos se tiraban en el piso del rectángulo, debajo de los postes que sostenían los aros o se recostaban delante de las primeras filas.
Dos formaciones titulares inolvidables: Seminario con Roberto “Quico” Morales como distribuidor; Rodolfo “Yoyo” Clare y Gerardo Sancho de postes; Rodrigo “Gigo” Argüello y Eulogio Domínguez de aleros. Jaime Peña, director técnico.
La Universidad de Costa Rica con Gerardo “Goyito” Morales, hermano menor de “Quico” de distribuidor; Manuel Bello y Germán “Banano” González de postes; Osvaldo Pandolfo y Víctor “Mango” Aymerich de aleros.
Director técnico; Rodolfo “Macho” Tabash.
Fue un lustro de oro para los celestes de la UCR, que fueron campeones nacionales en las temporadas de 1968, tricampeones 71, 72 y 73 y Campeón de Campeones en 1972.
Integraron la nómina universitaria, también con roles estelares: Elías Valenciano, Carlos Villalobos, Eduardo Chavarría, Carlos “Cuervo” Ruiz, Francisco Olazo, Carlos Rodríguez, May Quirós y Gerardo Ruiz. Como asistente técnico Hernán Cortés.
Varios de ellos fallecieron prematuramente: Bello, Chavarría, Gerardo Ruiz, el Dr. Cortés y ahora Víctor Aymerich.
El estilo de “Mango” era único, sobre todo por la elegancia de sus encestes de tres puntos en “jumping”. Víctor se impulsaba a través del aire y lanzaba al aro con una precisión que levantaba a los espectadores de las gradas.
Era su movimiento favorito y lo dominaba como ninguno; profesional serio, educado, ajeno a las broncas, con la efectividad en sus encestes le dio triunfos y títulos a la UCR en tan bella y competitiva disciplina y fue actor principal y gigante de aquellos duelos inolvidables entre carmelitas y celestes.
Quizá Víctor no soportó el fallecimiento de su esposa Nancy, el pasado mes de diciembre, su fanática número uno y decidió partir pocos días después a hacerle compañía.
“Manguito”, serás inolvidable.
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