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COLUMNISTAS


El desarrollo de la infraestructura energética del país responde a la demanda de energía y no al Acuerdo de París

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 12 abril, 2021


Como lo he señalado en columnas anteriores, la demanda nacional de derivados de petróleo importados, que representa actualmente casi las dos terceras parte del consumo energético nacional, ha venido creciendo más rápidamente que la demanda de fuentes renovables nacionales de energía (electricidad generada con energías renovables y biomasa).

Esta situación se refleja consecuentemente en el desarrollo de la infraestructura energética del país.

1. Crecimiento de la demanda energética nacional

a. Tendencias pasadas

En el 2019, las tres principales fuentes de energía que se consumieron en el país, y que representaron el 99,1% del abastecimiento energético nacional, tuvieron la siguiente participación en el consumo energético:

• Derivados de petróleo importados: 64,3%

• Electricidad renovable nacional: 22,4%

• Biomasa nacional (renovable): 12,4%

A pesar del bajo crecimiento de la economía nacional, los datos oficiales sobre el consumo de energía (Balance Energético Nacional) muestran el siguiente crecimiento de estas tres fuentes principales de energía entre el 2015 (fecha en que se firmó el Acuerdo de París) y el 2019:

• Derivados de petróleo importados: +15,5%

• Electricidad renovable: +7,4%

• Biomasa: -14,9%

La fuente de energía que más peso tiene en el consumo energético nacional, con una participación casi tres veces más grande que la participación de la electricidad renovable nacional, creció a una tasa de casi el doble que las fuentes nacionales renovables de energía que se utilizan para generar electricidad.

Y para agravar aún más la situación, la biomasa, que es una fuente de energía renovable importante en el mundo, decreció de manera alarmante en Costa Rica.

Entre el 2015 y el 2019 los datos oficiales sobre la participación en el consumo nacional de energía de las diferentes fuentes de energía mostraron lo siguiente:

• La participación de las energías renovables nacionales (incluyendo la biomasa) en el consumo energético nacional pasó del 38,7% al 34,7% para una reducción del -4,0%.

• La participación del consumo de los derivados de petróleo importados pasó del 61,3% al 64,3%, para un aumento del +3,0%.

b. Tendencias futuras

Las tendencias hacia el largo plazo del consumo nacional de energía (entre el 2019 y el 2039) muestran un comportamiento todavía más preocupante que las tendencias del pasado:

• Derivados de petróleo importados: el consumo crecería un 37,5% (de acuerdo con las proyecciones del plan de expansión de RECOPE).

• Electricidad generada con fuentes renovables nacionales de energía: el consumo crecería un 31,1% (de acuerdo con el plan de expansión del ICE).

• Biomasa: no hay datos oficiales para el consumo futuro de biomasa, pero se prevé que continúe disminuyendo en el futuro.

Las estimaciones oficiales anteriores muestran claramente que los derivados de petróleo continuarán creciendo más rápidamente que las fuentes renovables nacionales, lo que provocará un aumento de esta fuente importada de energía no renovable en la participación en el consumo energético nacional.

La petrolización de la economía nacional seguirá así creciendo a pesar de los discursos oficiales, políticas y planes energéticos populistas que no han venido incidiendo en nada y que señalan lo contrario.

2. Desarrollo futuro de la infraestructura energética nacional

Todo lo anterior relacionado con las tendencias energéticas pasadas y futuras previstas que tiene el país se ve reflejado consecuentemente en el desarrollo futuro de la infraestructura energética nacional.

Posterior a la estimación del crecimiento futuro de la demanda eléctrica nacional que hizo el ICE en su Plan de Expansión de la Generación Eléctrica 2018 – 2034 (indicada en el punto anterior), se han dado cambios en el mercado eléctrico nacional que hacen prever que el crecimiento del consumo de electricidad generada con fuentes renovables de energía (hidroelectricidad, geotermia, eólica, etc.) sería aún menor en el futuro.

Un reciente reportaje titulado “ICE frena gasto en plantas caras obligado por caída en demanda y críticas por tarifas”, publicado en La Nación, señala lo siguiente:

• “Obras seguirán congeladas por al menos cinco años; el país tiene 3.601 megavatios de capacidad instalada pero solo llegó a usar un máximo de 48% en marzo del 2020”.

• “Pasarán años antes de que el ICE anuncie la construcción de una nueva planta”.

• “De los 3.601 MW entre plantas públicas y privadas hídricas, eólicas, solares, térmicas y geotérmicas; solo se utilizó un máximo de 1.737 MW el 4 de marzo del 2020, revelan datos del Centro Nacional de Control de Energía (Cence). Es decir, 48,2% del total”.

• “El freno a las inversiones se debe ‘al moderado crecimiento de la demanda en los últimos años’”.

• “Este freno al gasto también se da en momentos de fuertes críticas directas por el encarecimiento de la electricidad nacional ligado a sus instalaciones, las cuales representan 68% de todas las plantas de Costa Rica”.

Mientras que en el país se está frenando una parte importante del desarrollo de la infraestructura eléctrica nacional, basada en energías renovables, debido a una ralentización de la demanda eléctrica, el desarrollo de la infraestructura petrolera nacional más bien se acelera.

Las tendencias pasadas y proyectadas de consumo petrolero son crecientes y aumentan mucho más rápido que el consumo de electricidad generada con fuentes nacionales renovables de energía.

Aunque en el 2020 el consumo de derivados de petróleo bajó significativamente como consecuencia de las severas restricciones vehiculares, ya se nota en el 2021 un crecimiento rápido del consumo para ubicarse de nuevo en la trayectoria de crecimiento que se tenía anteriormente.

Lo anterior era previsible porque no ha habido ningún cambio estructural en el sistema energético nacional.

Lo que sorprende de este rápido crecimiento del consumo petrolero en el país es que se está dando en un momento donde la situación económica y fiscal en el 2021 está mucho más deteriorada que antes de la crisis creada por la Covid-19.

Contrario a las bajas proyecciones de la demanda eléctrica, las proyecciones de RECOPE muestran que el consumo petrolero del país continuará creciendo rápidamente en el futuro.

Esta es la razón por la cual, contrario a las decisiones que ha tomado el ICE para reducir la expansión de la infraestructura eléctrica nacional con fuentes renovables nacionales, RECOPE más bien continúa desarrollando su infraestructura para poder enfrentar la creciente demanda nacional de derivados de petróleo importados.

Algunos ejemplos de estos desarrollos de la infraestructura petrolera nacional para enfrentar la creciente demanda petrolera del país son los siguientes:

• Se construyó recientemente un nuevo puerto petrolero en Moín (en Limón) de una capacidad mucho mayor que el anterior para poder recibir barcos mucho más grandes.

• Se planea construir una nueva terminal petrolea portuaria (cerca de Puntarenas) para poder importar también derivados por el Pacífico.

• Se continúa ampliando la capacidad de almacenamiento y distribución (nuevos tanques) de combustibles derivados de petróleo en los diferentes planteles.

• Se planea construir un nuevo poliducto para transportar derivados de petróleo por tubería desde Barranca hasta Guanacaste.

• Se planea construir cerca de Liberia un nuevo plantel de almacenamiento y de distribución a granel de derivados de petróleo.

3. Conclusiones

Las decisiones del ICE de reducir las inversiones futuras en infraestructura de generación eléctrica con fuentes nacionales de energía (ante una demanda prevista de bajo crecimiento) y de RECOPE de aumentar las inversiones futuras en infraestructura petrolera (ante una demanda prevista de alto crecimiento) es una clara respuesta de estas dos instituciones públicas a la evolución y a la composición de la demanda energética nacional.

Ambas instituciones están reaccionando a la demanda energética nacional como proveedores de energía.

La realidad es clara en demostrar que el problema de las tendencias negativas pasadas y futuras de la demanda energética nacional, y de su composición, es atribuible al fracaso de la política energética nacional y de los planes energéticos nacionales, ambos de escritorio y sin ninguna capacidad de incidir en la realidad, lo cual he venido señalando en muchas de mis columnas anteriores.

Las tendencias de la demanda energética nacionales y los planes de inversión del ICE y de RECOPE hacia el mediano y largo plazo están reaccionado con lo que ambas instituciones están previendo que sucedería en el futuro.

Los datos muestran contundentemente que las inversiones en la infraestructura energética del país no están reaccionando ni a los discursos populistas oficiales fantasiosos ni a la política energética de escritorio ni a los planes energéticos, también de escritorio, que no están incidiendo en la realidad nacional.

Las inversiones del ICE y de RECOPE están reaccionado a una realidad que es totalmente opuesta a lo que la política energética y los planes energéticos de escritorio están planteando.

Todo esto va, por supuesto, en contra del compromiso internacional adquirido por el Gobierno de realizar una fuerte y sostenida reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el cual fue adquirido por el Gobierno dentro del marco del Acuerdo de París.

Desde el inicio de la firma de dicho acuerdo internacional en el 2015, las emisiones de GEI del país más bien están creciendo aceleradamente, en lugar de estarse reduciendo.

Como resumen se señala lo siguiente:

• El Sector Energía es por mucho el principal emisor nacional de GEI y es el que está impulsando fuertemente las emisiones.

• Este sector tiene una trayectoria pasada y futura creciente de emisiones de GEI del Sector Energía debido a que no se han tomado medidas relevantes que provoquen una transformación y una transición energética acorde con los compromisos adquiridos internacionalmente.

• Más bien la “transición” energética que se ha venido dando hacia atrás. El país está consumiendo cada vez más petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero, cuyos derivados se transportan continuamente por barcos más grandes.

• Las tendencias energéticas nacionales y los planes de las instituciones estatales del sector claramente muestran que esta “transición” energética hacia atrás se está fortaleciendo, a pesar del discurso populista que señala lo contrario.

Dadas estas circunstancias, la trayectoria pasada y futura que muestran los datos oficiales es totalmente opuesta a la trayectoria de reducción de emisiones a la que el Gobierno se comprometió voluntariamente a nivel internacional en el 2015 (dentro del marco del Acuerdo de París).

A pesar de lo anterior y del incumplimiento total del compromiso adquirido en el 2015, en el 2020 el Gobierno amplió ese compromiso internacional y se comprometió voluntariamente a una nueva trayectoria que conlleva a una mayor reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

De acuerdo con la información oficial del Gobierno, este nuevo compromiso internacional del país de reducir las emisiones nacionales de GEI, dentro del marco del Acuerdo de París, es “una actualización y mejora de la primera contribución, presentada en 2015”.

Si el país estaba violando rotundamente el compromiso de la trayectoria de reducción de las emisiones de GEI adquirido en el 2015, con mucho más razón se está violando ahora, de una manera mucho más flagrante, el nuevo compromiso internacional al que se comprometió en el 2020.

Mientras que el Gobierno compromete internacionalmente al país a una trayectoria de reducción de emisiones de GEI, la realidad nacional muestra que se está haciendo totalmente lo contrario y que más bien se está creando y fortaleciendo una trayectoria de aumento constante de dichas emisiones.

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