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El empoderamiento femenino ¿poder o dominio?

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Miércoles 21 septiembre, 2022


Aunque parezca un tema trillado, todavía hay mucho que hablar del empoderamiento femenino.

Si bien es cierto que el empoderamiento requiere autoconfianza, autoestima, resiliencia, valor, compromiso y capacidad de tomar riesgos, la palabra va mucho más allá de estas características para adentrarse a la capacidad de las mujeres a desarrollar todo su potencial humano y profesional, como proceso multidimensional

La palabra involucra obligatoriamente el acceso de las mujeres al control de recursos económicos y el protagonismo de sus capacidades en diferentes áreas de la sociedad, para liderar-, en igual de oportunidades que los hombres y condiciones discriminatorias-, cambios de paradigmas y ruptura de roles y patrones de conductas establecidos.

Ser una mujer de carácter fuerte, hablar con determinado tono de voz, incluso tener un comportamiento extrovertido y sagaz, poco o nada se vincula con el empoderamiento.

La imagen de “Rosie, la remachadora”, representada por una trabajadora vestida con una camisa azul y un pañuelo de lunares rojos, flexionando su bíceps, con la leyenda "¡Podemos hacerlo!", que se convirtió en un símbolo de trabajo y la fuerza de las mujeres en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (y más tarde en un ícono del empoderamiento femenino), no necesariamente encarna a muchas mujeres empoderadas que se convirtieron en hitos.

Una de esas extraordinarias mujeres empoderadas lo fue Ruth Bader Ginsburg, exjueza asociada de la Corte Suprema de los Estados Unidos, la cual a nivel de imagen podría catalogarla como la antítesis de Rosie.

La exjueza de un poco más de metro y medio de estatura, complexión delicada, paso lento y voz tenue, cargaba toda su fuerza en el conocimiento, al punto que sus implacables disensos fueron tan importantes que conformaron las bases para el cambio de una legislación estadounidense más abierta y tolerante a costumbres e ideas libres y sin prejuicios, que favorecieron las libertades individuales como el derecho al aborto, a igual paga por igual salario y derechos de los homosexuales.

Aun siendo minoría liberal en la Corte Suprema de los Estados Unidos, construyó importantes consensos populares en temas sumamente controvertidos como la pena de muerte.

Durante toda su vida profesional incrementó sus propias capacidades que la llevó desde el cambio individual a la acción colectiva, alterando radicalmente las estructuras socio políticas de los Estados Unidos y los procesos que reproducen la posición subordinada de las mujeres como género.

Bader demostró que el empoderamiento femenino es un proceso de reducción de la vulnerabilidad, al luchar con constancia, en forma intelectual y cognoscitiva, contra lo que a su juicio era injusto.

Y es aquí en donde el empoderamiento deja de ser una palabra de moda o simplemente la acción de emprender o gerenciar un negocio, para convertirse en la voluntad y capacidad de una persona para pensar libremente, tomar decisiones y actuar con base a la propia inteligencia, experiencia, intuición y creatividad, sin temor a los juicios y pre juicios, y sin tener que buscar la aprobación de alguien o de algunos.

El empoderamiento femenino no es poder, es el dominio del yo convertido en conocimiento, confianza y autoridad, para impulsar acciones que mejoren a la persona y a la sociedad en general.

"A medidas que las mujeres alcanzan el poder, caen las barreras. A medida que la sociedad ve lo que las mujeres pueden hacer, habrá más mujeres afuera haciendo cosas y todos estaremos mejor por eso". Ruth Bader Ginsburg

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