El León atacó, pero no marcó en su territorio
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 16 febrero, 2022
¿Cómo calificar lo sucedido en el último clásico?
¡Qué difícil!
En la semifinal del Apertura, el Alajuelense solo necesitaba meter un gol y no recibir ninguno, para eliminar al Saprissa. Dominó todo el juego y no lo hizo.
El domingo pasado igual: dominó todo el juego, atacó por todas partes, obligó al portero Aaron Cruz a atajas y desvíos determinantes, pero se quedaron en cero.
Dos clásicos completos, 180 minutos de un dominio absorvente, envolvente, casi que arrollador sin hacer un gol.
Olvidando suspensiones y lesiones, la defensa titular del Saprissa para este Clausura la forman Ricardo Blanco, Kendal Waston, Aubrey David y Ryan Bolaños. Ninguno de los cuatro jugó contra la Liga, pues Ryan entró de cambio hasta el minuto 78.
¡Y, ni así!
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Cero goles para un León hambriento, sediento, motivado por un triunfo mágico ante el Cartaginés, dispuesto a comerse al Monstruo de un solo bocado. A los 45 segundos de acción, ya el portero Cruz había salvado la primera anotación.
¿Será quizá que esa obsesión mental de los futbolistas de la Liga por anotar, los hace olvidar que el fútbol tiene dos partes: defender y atacar?
Hay que atacar, pero también hay que marcar, y… ¿cómo se marca si la cintura del equipo la forman Aaron Suárez, Alex López y Bryan Ruiz y el ataque Carlos Mora, Jurgens Montenegro y Johan Venegas?
Seis jugadores de vocación ofensiva, que no son tácticamente ni José Miguel Cubero, ni Celso Borges, ni Bernald Alfaro, sustituido en el minuto 54. ¿Quién ejecuta el llamado juego sucio?
¿Se le esfumó al Alajuelense, el empate firmado por Iñaki Alonso con sus discípulos desde los entrenamientos previos, para que no le cortaran la cabeza, por esta razón táctica?
Quizás.
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Ocho jugadores atacando, si sumamos a Ian Smith y Ian Lawrence por los carriles y solo tres en posiciones defensivas: Ajú, Pipo y Gamboa.
Laguna en el medio campo, espacio más que suficiente para que el Saprissa, que tenía el clásico congelado, pedía tiempo y se abrazaba con el 0-0, construyera un par de contraataques que al final de cuentas resultaron letales.
Ajú le achicó a Jimmy Marín el 1-0, pero ni vio pasar el remate fulminante de cabeza de Jaylon Hadden, que definió la contienda.
En los 7 minutos de reposición, la mente y la cabecita de los jugadores manudos, estaba en los cordeles de Cruz y se les olvidó defender los propios y yo que soy manudo les confieso: ese “jupazo” de Hadden, cómo dolió.
gpandolfo@larepublica.net
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