El lugar más tranquilo del planeta podría estar en pleno Tokio
Bloomberg | Martes 24 enero, 2017
Uno no va a Tokio para relajarse. Uno va para comer todo el uni que pueda, viajar en el metro superrápido de la ciudad, comprar en las relucientes grandes tiendas y beber muchísimo whisky japonés. Después, uno se traslada a una zona más rural del país, como Hakone, para descansar.
La cadena japonesa Hoshino Resorts inauguró el Hoshinoya Tokyo en julio, y lo promociona como el primer “ryokan de lujo” de la ciudad.
Para los que no conocen el término: un ryokan es un alojamiento tradicional japonés que ofrece una experiencia cultural de inmersión. Alojarse en un ryokan normalmente significa dormir en una cama tipo futón sobre un tatami (tapete de paja), bañarse en una fuente termal comunitaria y comer una cena de varios tiempos estilo kaiseki vistiendo un kimono. ¡Muy recomendado!
Pero no existen muchos ryokans en Tokio, y los que hay tienden a ser más simples y de bajo presupuesto que los refinados alojamientos esparcidos por el Japón rural.
Hoshinoya toma los mejores elementos de un ryokan y los adapta a los viajeros modernos en una de las ciudades más dinámicas del mundo. El resultado es uno de los hoteles urbanos más tranquilos del planeta.
Con 17 pisos y 84 habitaciones, el Hoshinoya no es un hotel boutique, pero es increíblemente íntimo y tranquilo. Incluso cuando está lleno, raramente verá o escuchará a otros huéspedes. La entrada prescinde de la típica conserjería, teléfonos que suenan o actividad comercial.
En su lugar, encontrará una instalación de arte y un lugar tranquilo preparado para que usted se quite los zapatos, los que luego el personal vestido en kimonos guardará dentro de casilleros de bambú. Se le pedirá que circule por el hotel sin zapatos, incluso en su propia habitación, lo cual es sorprendentemente liberador y hace que todo se sienta como estar en casa.
Pero la principal atracción aquí es el onsen al aire libre, el primer baño termal natural de la zona. Mujeres y hombres utilizan espacios separados en la azotea, cada uno abierto al cielo, pero delimitado por paredes.
La comunicación puede ser un desafío: muchos miembros del personal no hablan inglés fluido, y eso puede ser complejo en una ciudad donde el servicio de conserjería es esencial. De todos modos, es solo una pequeña desventaja para la experiencia de alojarse en un hotel tan tradicionalmente japonés.