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FORO DE LECTORES


El mito de la innovación y cómo salimos adelante

Carlos Morales Navarro carlos.morales@grupocamacho.com | Martes 28 febrero, 2023


Carlos Morales


“¡Innovar es carísimo! Mejor me espero, veo qué hacen los otros y decido cómo actuar.” “Es que para eso necesito gente que sepa de tecnología, sistemas y equipos de cómputo.”

“Yo lo que necesito es sobrevivir, no estoy para estar soñando.” “Es que aquí siempre lo hemos hecho así.”

¿Le suenan frases conocidas? ¿Las ha dicho usted o las ha escuchado de un gerente o dueño de negocio? O peor aún, ¿de los colaboradores? Y esto que no le he dicho la que, para mí, es la peor de todas, sobre todo cuando viene desde el equipo de trabajo:

- “Yo sé cómo es aquí, dicen que las cosas van a cambiar, pero volvemos siempre a lo mismo.”

Hay un mito, o varios, enormes respecto a la innovación en las empresas que es fundamental enterrar para dar pie a mejores y más prósperos resultados.

Solo así podemos asegurar el sostenimiento de los negocios en el tiempo.

Si no, los tiempos de cambio tocarán a las puertas de su negocio y usted, por estar enfocado en el presente siempre, estará poco preparado para continuar.

Me emocioné tanto al revisar los resultados específicos de Latinoamérica para la Encuesta anual de Líderes de Negocios de HLB, la red de empresas de consultoría de la que Grupo Camacho Internacional forma parte, que dije… “aun cuando no saldremos pronto con el reporte específico de la región, debo abordar la respuesta que me impactó para bien en mi próximo artículo”. Así, a modo de spoiler.

Los empresarios que completaron la encuesta para América Latina aseguran estar mayoritariamente enfocados en transformar su negocio, son solo unos pocos los que tienen como foco principal sobrevivir.

Lo sé, puede que haya asuntos de terminología y cultura propios de la región en esos resultados. Puede que para los latinos el transformarnos recurrentemente sea la única manera de sobrevivir entre una y otra crisis política local o internacional, pero…

¡Soñemos por un momento en que la gran mayoría de empresarios efectivamente están enfocados en el corto, mediano y largo plazo en transformar sus negocios! Que para ellos ese sufrimiento cortoplacista de sobrevivir ya pasó a segundo plano…

Como sé que es un sueño, nos es fundamental revisar ese mito de la innovación y romperlo poco a poco para al fin, entender que innovar debe ser intrínseco en todo negocio.

Hago una aclaración antes de continuar: por supuesto que la supervivencia siempre debe ser el día a día de las empresas, pero para asegurarla se debe tener una capacidad de visionar el futuro, aún a pesar de tener el foco y esfuerzos en llegar a fin de mes. Si no, difícilmente se evolucionará.

¿Qué escuchamos sobre el mito de la innovación?

“Es que mi empresa no es de tecnología, no sé ni cómo empezar” ¡MITO!

Innovar es TOTALMENTE DISTINTO a tecnología… Cuando mucho, la tecnología llega a ser un instrumento dentro del proceso de innovación.

Lo sé, los titulares de periódicos y revistas nos dicen lo contrario. Algunos hasta se abruman escuchando sobre ChatGPT, inteligencia artificial e internet de las cosas… pero eso, la innovación tecnológica, es solo una de las áreas de innovación.

Innovar pasa por revisar su compañía, sus productos o servicios, el rango de acción en el que tiene un impacto. Pasa por analizar su equipo de trabajo, los procesos y procedimientos que ejecutan a diario. Es identificar cómo se captan clientes, cómo es esa ruta de cliente, cómo se brinda el servicio o producto y cómo se aborda el proceso de post venta.

Innovar es literalmente, en su esencia más pura, transformar las ideas, transformar lo existente, en algo que genere mayor riqueza o valor. Así que ahí rompemos el mito.

Cuando cambiamos la manera de hacer las cosas en nuestra organización, por más pequeñas que sean, estamos innovando.

Innovar NO es implementar un nuevo software o dejar todo en manos de la inteligencia artificial… y eso, nos lleva a nuestra próxima desmitificación:

Es que “innovar es carísimo.”

MENTIRA. FALSO, ES UN MITO.

Innovar es tan caro como usted, su compañía y su presupuesto lo definan.

Por supuesto, para todo cambio hay que destinar recursos, en particular tiempo, pero luego de un pequeño análisis a consciencia, estoy seguro de que usted podría identificar pequeños ajustes que le ahorrarían dolores de cabeza, sin gastar un solo cinco de su flujo de caja.

Quizás lo más caro de la innovación es el empeño.

Que su equipo comprenda que al innovar las cosas, las maneras, la forma de hacer las cosas van a cambiar. Abruptamente o de a pocos… Y que esos cambios, además de generar dolor, ansiedad y estrés organizacional puede que tengan que ser devueltos a su estado original.

Pero, si hablamos de dinero, innovar en la casi totalidad de las veces más bien le ahorrará dinero… Puede que no hoy, mañana, o pasado mañana, pero sí a mediano y largo plazo.

Bueno, pero… ¿qué pasa con el tamaño? “Apenas tenemos gente para salir con costos con el trabajo.”

Le cuento algo: ¡Así sucede en todas las compañías!

Al menos en aquellas que no tienen exceso de personal. Ese mito de que la innovación es solo para las grandes empresas, pues… ¡es un mito!

Es más, entre más grande la empresa suele ser más complicado innovar. Cada cambio, cada propuesta implica múltiples filtros y revisiones… la velocidad de las grandes corporaciones es en muchas ocasiones casi negativa. Se implementa un cambio, pero se retroceden dos.

¿Qué hacen las grandes empresas para innovar?

Dedicar recursos y tiempo específico para ello. Establecen programas que permiten a todos los colaboradores proponer ideas, cambios u oportunidades de mejora. Definen comisiones con tiempos dedicados o tienen equipos exclusivamente enfocados en innovación y desarrollo. Solo así logran innovar.

Entonces, ¿Qué le impide a usted y su equipo dedicar una o dos horas a la semana a plantear innovaciones? La innovación JAMÁS depende del tamaño, sino que lo digan las start ups.

Los dos últimos matices de este mito sobre la innovación son los que más me hacen sufrir. Escuchar a un empresario diciendo, por ejemplo, “Es que yo no tengo lo que se necesita para innovar” diría casi que me enfurece.

¿Cómo que no tiene lo necesario para innovar? ¿Y cuando inició su empresa? ¿No fue eso una innovación? ¿No fue un cambio de estatus quo por completo? ¿No se lanzó al vacío y sin paracaídas, confiando solo en su empeño, energía e ideas? Sucede que con el paso de los años a los empresarios – antes emprendedores – se les olvida un poco todo lo que hicieron para llegar al lugar en que están ahora.

Lo bueno de este matiz es que, a partir de conversaciones desenfrenadas, sesiones de historia y recuerdos, ese gusanillo, el de hacer cosas nuevas, vuelve a salir y muchos buenos cambios se pueden desatar a partir de ahí.

Y el “aquí siempre se hace así…” Dios… Apegarse a un aquí siempre se ha hecho así es apegarse al fracaso. Es asegurar que tarde o temprano la empresa no podrá adaptarse a los tiempos y poco a poco perderá relevancia en el mercado. Para innovar esa frase debe prohibirse. ¡Está prohibido pensar que lo que se hace de cierta manera no puede hacerse de otra forma distinta!

Innovar es cambiar, es mucho más que adopción tecnológica, aunque con frecuencia lo confunden. Es abrir la mente y los recursos a explorar nuevas y mejores formas de hacer, de vender, de penetrar en el mismo o nuevos mercados.

Para innovar es necesario comprender que no siempre se tendrá éxitos. Que muchas ideas o cambios se quedarán en el camino, que haciendo cosas nuevas se comete errores. Se aprende de ellos y se sigue adelante.

Al innovar hay que aprender a matar sus bebés. Una frase que para algunos es trillada, pero no por ello poco cierta. Fue dicha por Arthur Quiller – Couch en los 1910’s y recapitulada por Stephen King al empezar el nuevo milenio.

Darle paso a la innovación es desenamorarse de lo que uno creó, es revisarlo críticamente y entender que, para lo nuevo que viene es necesario desechar lo anterior. Es saber transformar y transformarse. Es saber cuándo y cómo hay que cortar, sacrificar y cambiar.

En Latinoamérica, al menos según los resultados de nuestra encuesta a líderes de negocios, parece que estamos empezando a entenderlo. Lo que no se transforma, muere.








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