El sesgo de lo femenino en la política
Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Jueves 16 diciembre, 2021
La encuesta más reciente del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) muestra a José María Figueres Olsen (PLN) como el candidato aventajado con 19% de la intención de voto, seguido por Lineth Saborío Chaverri (PUSC), con un 8% entre las personas decididas a votar por el gobernante para el cuatrienio 2022-2026. Fabricio Alvarado (Nueva República) y José María Villalta (Frente Amplio) ocupan el tercer y cuarto lugar respectivamente.
De las cuatro actuales candidatas mujeres, entre un total de 26 candidaturas presidenciales, es doña Lineth la que tiene mayor probabilidad de ocupar este cargo tan disputado en estas elecciones.
Como es la segunda en intención de votos hasta ahora en la contienda, comienzan a oírse comentarios llenos de sesgos que aluden indirectamente –o muy directa– a su género, realizados por algunos de sus detractores que obviamente apoyan a un candidato de sexo masculino.
Críticas como “es manipulable”, “no es tan inteligente”, “luce como abuela” y “No queremos a otra mujer presidenta”, son frases que por lo regular no he oído cuando se refieren a algún candidato varón.
Cuando se trata de un aspirante a la presidencia de sexo masculino, las frases preferidas de sus detractores no responden a su género y poco aluden a su aspecto de abuelo, como por ejemplo, el ex presidente Abel Pacheco, que asumió la presidencia a los 69 años; era abuelo y serlo era un “plus” (generaba emociones positivas) y no una desventaja. Pareciera que una mujer después de los 60 años es vieja y no apta para ciertos trabajos (excepto el oficio doméstico), pero no ocurre lo mismo con los hombres, como en el caso de su contrincante Figueres, quien tiene 66 años, y luce como es, un adulto mayor, sin que ello le reste méritos.
La frase “no es tan inteligente”, es extraña que se le dirija a una persona que en un mismo periodo de gobierno haya ocupado tres altos cargos públicos, primera vicepresidente de la República, ministra de la Presidencia y ministra de Planificación Nacional y Política Económica del gobierno Pacheco de la Espriella (2002-2006). No recuerdo ninguna acción de incompetencia de la señora Saborío Chaverri durante el desempeño de su labor en cualquiera de estos cargos, ni en el cargo de Directora del Organismo de Investigación Judicial, OIJ, que ocupó antes de convertirse en vice presidenta de la república.
El comentario de “es manipulable” es uno de los clichés favoritos para la descalificación de las mujeres en puestos de poder, y parte de la construcción de la debilidad femenina. Se trata de los atributos de personalidad vinculados con la instrumentalidad (conjunto de características ligadas a la competitividad, responsabilidad, orientación al logro), y los que se vinculan con la expresividad (particularidades que involucran la expresión de afectos, el cuidado de otros). Desde este enfoque, los hombres no son manipulables porque nacen con carácter fuerte, tienen huevos,… y si caen en la manipulación, la culpable es la mujer. Por el contrario, las mujeres, desde su infancia son personas débiles de carácter, frágiles, sumisas, dependientes, y por lo tanto fáciles de convencer y engatusar.
La última frase, “no queremos a otra mujer presidenta”, es la cúspide de la descalificación total, absurda y obtusa que se pueda emitir para criticar a una candidata a presidenta. Nuestro país, como muchos otros, ha tenido todo tipo de líderes masculinos, buenos y malos, corruptos y honestos, inteligentes y poco inteligentes, y nunca he oído la frase “no queremos a otro hombre presidente”. Descalificar a una candidata a la presidencia de la República por razón de género es antítesis de democracia y de respeto a los derechos humanos. Esta frase es indignante, y aunque algunos puedan repetirla como loros o cacatúas (incluyendo mujeres) pensando que es graciosa, su connotación es altamente ofensiva.
No conozco personalmente a doña Lineth; nunca he conversado con ella, no soy seguidora del partido que representa, pero rechazo los cometarios que se basan en prejuicios por razones de sexo, como también repudiaría cualquier frase que irrespete a un candidato hombre.
Tenemos el derecho de criticar y juzgar a los candidatos a la presidencia, pero hagámoslo con respeto. Aunque suene lírico, creo en las palabras de Henri-Frédéric Amiel: “El respeto mutuo implica la discreción y la reserva hasta en la ternura, y el cuidado de salvaguardar la mayor parte posible de libertad de aquellos con quienes se convive”.
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